Los desacuerdos acordados que sostienen el Gobierno de Navarra
Ahora que la presidenta confirma que se presentará a la reelección, es buen momento para recordar el recorrido de Uxue Barkos y su Ejecutivo del cambio en la Comunidad foral. La lehendakari de Navarra fue nombrada el 20 de julio de 2015 con los votos de Geroa Bai, Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra. El PSN, irrelevante en términos de aritmética parlamentaria, se abstuvo en la votación. En su primera intervención en el Parlamento, la nueva lehendakari insistió en los mismos mensajes que había mantenido en la campaña electoral: que la clave del anterior gobierno -de UPN- fue oponerse a “todo lo vasco”, que su apuesta es por normalizar las relaciones con Euskadi, sin revanchismos, y en que lo que une a las cuatro fuerzas del cambio es la materia social. Como primeras medidas anuncia la reforma fiscal, una nueva Renta de Inclusión Social y plantea medidas contra la pobreza severa.
Pero una cosa son los mensajes ante las cámaras, en los que Uxue Barkos no tiene rival, y otra gobernar una vez logrado el cambio. Su investidura fue posible gracias a un documento de 74 páginas que recibió el nombre de Acuerdo Programático.
Fueron necesarios dos meses de duras negociaciones, en las que más que acordar un objetivo que estaba claro -que Uxue Barkos fuera presidenta para desalojar al “régimen” de UPN del Gobierno- lo difícil fue decidir cómo afrontar las diferencias irreconciliables que separaban a los partidos que la apoyaban. “Fue complicado, una tarea de titanes. Somos cuatro fuerzas muy distintas, pero al final lo conseguimos. Hubo cosas que se hablaron y fueron imposibles de acordar y se han quedado ahí”, apunta uno de los muñidores de ese acuerdo, que reconoce también que “es muy genérico, está muy abierto, pero hemos sido capaces de hacer acuerdos puntuales para abordar esas diferencias”.
Era necesario. En las elecciones forales del 24 de mayo de 2015, UPN logró 15 parlamentarios (ostentaba la presidencia del Gobierno desde 1996), Geroa Bai 9, EH Bildu 8, Podemos 7, PSN 7 (que pierde dos escaños pese al cambio en su liderazgo y tras la polémica ruptura del gobierno con UPN un año atrás), PPN 2 e I-E 2. Ciudadanos no logra escaño a pesar de quedarse cerca de los 10.000 votos y tener un 2,96% del total (y no el 3% requerido).
El ‘agostazo’
Las matemáticas permitían un cambio de Gobierno, pero en el imaginario colectivo estaba todavía reciente el célebre agostazo de 2007, cuando los socialistas llegaron a firmar un preacuerdo con Nafarroa Bai (hoy Geroa Bai) para formar un gobierno de coalición con el candidato socialista Fernando Puras como presidente. A última hora, la intervención del secretario de Organización del PSOE, José Blanco, censuró el pacto por razones de Estado -evitar el auge del nacionalismo vasco en Navarra- y pese a la voluntad firme de los socialistas navarros de formar Gobierno, no pudo ser y Miguel Sanz volvió a ser elegido. La fractura interna y el coste electoral fueron enormes para los socialistas en la Comunidad foral.
Quizá consciente del descrédito que supuso esa jugada en Navarra, Pedro Sánchez aseguró durante el discurso de la moción de censura que no va a apoyar ningún pacto del PSN con la derecha navarra, en línea con lo que aseguró en una entrevista con este periódico María Chivite.
“Ya nos gustaría ser más optimistas, pero lo cierto es que el PSN se caracteriza por una incoherencia total a lo largo de los años: siempre que ha podido ha impedido el cambio. La última vez no lo impidió porque era irrelevante. Es la gran contradicción del PSN, que en teoría es un partido de izquierdas, pero a la hora de la verdad siempre está muy arrimado a la derecha y facilitando sus gobiernos. Recogen las migajas de la mesa del poder de UPN”, denuncia una voz nacionalista desde el Parlamento de Navarra.
Sea como fuere, los socialistas no eran decisivos en 2015 -quizá vuelvan a serlo si Podemos no consigue superar sus diferencias internas y Ciudadanos logra entrar finalmente en el Parlamento navarro- y las preocupaciones de los cuatro partidos que buscaban el cambio pasaban por superar las diferencias que los separaban.
El Acuerdo Programático les salió “ambicioso e irreal”, según la oposición. Para los firmantes, era un articulado que debían desarrollar a lo largo de la legislatura. Tiene seis bloques temáticos: sobre servicios públicos y rescate ciudadano, economía, autogobierno, administración local, pluralidad y función pública.
El Tren de Alta Velocidad
Las cuestiones en las que no hubo acuerdo se abordarían en la Comisión de Seguimiento. Por encima de todas las demás, aparecía el Tren de Alta Velocidad. “Todavía no me explico cómo conseguimos cerrar el acuerdo sobre el tren. Partíamos de posiciones muy encontradas. Nosotros nos basamos en el acuerdo para defender el tren de altas prestaciones, y nuestros tres socios utilizan el mismo texto para oponerse a esa infraestructura, que nosotros consideramos muy importante. Es el capítulo más importante de nuestras diferencias. Lo vemos absolutamente necesario para el desarrollo de nuestra comunidad, para conectarla con Europa”, apuntan desde Geroa Bai.
Además de las obras del Tren de Alta Velocidad (que no se incluyó finalmente en las diferencias, al optar por lograr una “solución ferroviaria compatible con los estándares internacionales”), hay ocho desacuerdos acordados: la nueva Ley del Euskera, la concertación y convivencia de diferentes modelos lingüísticos, cómo se aseguraría que en todas las poblaciones y barrios hubiera viviendas en alquiler, la petición de las transferencias de trabajo y Seguridad Social, el modelo de gestión de las políticas activas de empleo (con el Consejo de Diálogo Social como clave), el PSIS de Aroztegia, el sistema de elección de las direcciones generales de Función Pública y la reflexión individual y colectiva sobre las personas condenadas por su relación con ETA.
El acuerdo es flexible en las cuestiones más espinosas de forma deliberada, y a falta de un año de legislatura –“los más agoreros no nos daban ni seis meses de mandato”, apuntan desde un Ejecutivo que todavía se denomina del cambio-, Uxue Barkos sigue en la brecha.
“Ha habido lealtad en las diferencias. No han desestabilizado al Gobierno, desacuerdos los ha habido, interpretaciones enfrentadas del acuerdo programático. Pero las abordábamos en la Comisión de Seguimiento y por encima de esas diferencias teníamos claro el apoyo a un Gobierno que ha supuesto un gran revolcón para nuestra comunidad. Hay veces que las diferencias hay que tragárselas y seguir adelante impulsando lo que es más importante”, apunta uno de los firmantes del acuerdo.
El apoyo de Bildu
Al comienzo de la legislatura, fue el apoyo de Bildu al nuevo Ejecutivo y el asunto de la “condena” de la violencia la cuestión que más preocupaba en el Palacio de Navarra. “Teníamos claro que el apoyo de Bildu iba a ser uno de los ataques más claros de la oposición. Y para nosotros fue satisfactorio, mínimo e importante, cómo abordamos el tema de la violencia. Nos hubiera gustado un acuerdo más profundo, expreso y contundente en el tema de ETA, pero lo consideramos suficiente. Navarra fue un ejemplo. A Bildu hay que reconocerle esos pasos adelante, reales e importantes, en el reconocimiento del sufrimiento causado”, apuntan fuentes del Ejecutivo.
La redacción final era un compromiso contra el uso de la violencia con fines políticos. Se apuesta por la creación de una Dirección de Paz y Convivencia. Barkos defendió un gobierno más técnico y con menos peso político. Se le acusa (lo dijo EH Bildu, partidario de un cuatripartito al uso) de ser demasiado presidencialista, dado que ella se reserva la última palabra si había diferencias en las consejerías.
La educación, “obsesión del Gobierno”
La “educación será la obsesión del Gobierno”, afirmó la presidenta en su discurso de investidura, en el que anunció una apuesta y un compromiso decidido con la oferta educativa pública.
“Ha sido una cuestión central de la legislatura. Teníamos claro que iba a ser una de las áreas en las que iban a atacarnos más en el Parlamento. Las cuatro fuerzas somos firmes partidarias de una educación pública y laica. Y apoyamos la normalización del euskera en esta comunidad. Éramos conscientes de que iba a ser muy complicado”, apuntan desde Geroa Bai.
Reconocen que la gestión inicial “tuvo sus errores, magnificados como es normal por las críticas de la oposición. Pero desde que María Solana se hizo cargo del Departamento, las críticas siguen pero las cosas se han reconducido”. A pesar de que la nueva consejera ha aportado algo de serenidad, la lista de quejas en la materia es amplia: OPE mal gestionada, la lista única, la religión en la escuela, concentración de alumnos con necesidades especiales en centros, euskera, enseñanza del inglés...
“Son muchos intereses en juego, es difícil poner a todos de acuerdo. Pero el balance es positivo, hemos sido capaces de reivindicar la educación pública y de comenzar a revertir los recortes. Queda mucho camino por andar, pero estamos tranquilos con lo que hemos hecho, más que contentos”, apuntan desde el Ejecutivo sin triunfalismos.
“Nos hubiera gustado avanzar más y más rápido y más profundamente, pero tenemos claro que el cambio tenía que ser moderado, progresivo, profundo, integrador… que no veníamos a dar la vuelta a la tortilla. Que no veníamos a hacer lo mismo que los anteriores pero para los nuestros”.
La política lingüística
En materia de política lingüística, son claros los compromisos del acuerdo programático. A juicio del Gobierno, el euskera es una lengua en situación de minoración lingüística, por lo que necesita de un proceso de recuperación. Los firmantes del acuerdo consideran que el Gobierno de Navarra debe ser el principal impulsor de una política lingüística proactiva y positiva, que garantice que la ciudadanía que lo desee pueda comunicarse en euskera con la Administración.
La multitudinaria manifestación contra la política lingüística del pasado 2 de junio indica a las claras que va a ser una de las puntas de lanza de la oposición en el año que resta de legislatura, pero desde Geroa Bai le restan importancia: “Desde que se creó el gobierno del cambio no, incluso desde antes, ya se anunciaba el apocalipsis en Navarra. ¿Y qué está pasando? Que los datos desmienten esa interpretación: los datos económicos, de cohesión territorial y social, de ayudas a las personas en exclusión, paro, la confianza empresarial… son datos muy buenos. Entonces solamente les queda el tema identitario. El año pasado ya nos montaron la manifestación contra la imposición de la Ikurriña. Yo la verdad es que no he visto Ikurriñas impuestas en ningún lado, pero en fin”, apuntan.
“Y este año han recurrido al euskera. Que la política lingüística del Gobierno impone el euskera, que nadie que no lo hable va a poder trabajar en la Administración foral… falsedades. Tenían muy buenas razones para ir a la manifestación, pero ninguna es real”, insisten.
El principal partido que sustenta al Ejecutivo habla de “una mínima mejor valoración del conocimiento del euskera cuando se mide como mérito a la hora de entrar a trabajar en la Administración”. Si antes valía dos puntos, ahora, allá donde se valore, vale 2,73 puntos. El inglés, el alemán y el francés valen dos puntos también. Denuncian que la oposición “fuerza la realidad para hacer creer que si no hablas euskera no vas a trabajar en la Administración. Pero no concuerda con la realidad, ni con los datos, ni con lo que dice el Decreto Foral. Es una ley comedida”.
En definitiva, las tensiones internas de Podemos -a los que otro partido firmante del acuerdo califica de “adolescentes en política: pensaban que con llegar al Parlamento y pedir lo imposible se solucionaban los problemas”-, los resultados y orientación de los votos del PSN y la posible irrupción de Ciudadanos en la Cámara foral determinarán la recta final de la legislatura en Navarra y la campaña electoral.
Y como advierte el estudio Dinámicas del Sistema Político de Navarra, del think tank CociudadaNa, el peso de la historia y el resultado de la diversidad geográfica, lingüística y sociocultural de Navarra determina los mapas electorales de forma consistente en el tiempo. “Por más que haya cambiado la sociedad a lo largo de estos cuarenta años, se produce una situación de bloques de fuerzas similares (izquierda-derecha-nacionalismo) y ninguno de estos ejes va a desparecer”, afirma el texto. Por eso, advierte de que la situación “va a requerir de entendimiento para desarrollar un proyecto al servicio del bien común en Navarra”.
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