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Megan Markle, Chrissy Teigen y otras mujeres relevantes que han roto el tabú de los abortos espontáneos

Megan Markel, duquesa de Sussex

Patricia Gea

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Hablar de aborto sigue provocando revuelo. Esta semana Megan Markle ha publicado en The New York Times un texto sobre el aborto espontáneo que sufrió este verano y el mundo lo ha tomado como un acto de valentía. Lo es. Con su testimonio está rompiendo el tabú que envuelve a un suceso frecuente en la vida de muchas mujeres y que puede resultar doloroso e incluso traumático. “Perder un hijo significa cargar con un dolor casi insoportable, experimentado por muchos pero del que pocos hablan”, escribía Markle.

“Fue una mañana de julio que empezaba tan ordinariamente como cualquier otro día: Preparo el desayuno. Doy de comer a los perros. Tomo vitaminas... Me recojo el pelo en una cola de caballo antes de sacar a mi hijo de su cuna. Después de cambiarle el pañal, sentí un fuerte calambre. Me dejé caer al suelo con él en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos a los dos tranquilos, la alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien. Sabía, mientras abrazaba a mi primogénito, que estaba perdiendo al segundo”, relataba.

Antes de la duquesa de Sussex, otras mujeres reconocidas han visibilizado con sus testimonios el aborto espontáneo aprovechando la oportunidad de poder llegar a millones de personas. Una de las últimas ha sido la modelo Chrissy Teigen, que el pasado octubre explicaba en sus redes sociales que había sufrido una hemorragia en su tercer embarazo. Finalmente comunicó que se trataba de un aborto. “Una parte de mí pensaba que iba a escribir esto pronto, cuando todavía sintiera el dolor por lo que pasó. Pensé que me sentaría en un rincón de mi habitación con las luces apagadas, dejando de lado mis pensamientos. Que me tomaría una copa de vino tinto, me acurrucaría con una manta, y al fin tendría la ocasión de hablar de lo que me pasó”. Este mismo miércoles volvía a Twitter para explicar su ausencia de la vida pública: «No estoy tuiteando mucho porque honestamente estoy en un agujero de depresión de duelo.

En España, el testimonio de la artista Paula Bonet en las páginas de este diario, “Cuerpo de embarazada sin embrión: historia de dos abortos”, puso sobre la mesa sin atavíos el inmenso dolor que sufren las mujeres y las familias que pasan por una pérdida gestacional, y que se suma a la invitación del entorno a guardar silencio, a olvidar. “No sabía que a un porcentaje elevadísimo de mujeres les ha sucedido lo mismo que a mí por lo menos una vez en la vida, ni que muchas otras han tenido que pasar por cinco abortos antes de parir a su hijo debido al protocolo médico, tampoco sabía lo común que es tener que parir un feto muerto de seis meses de gestación”, escribe Bonet.

Laia Casadevall es matrona independiente y también ha sufrido un aborto espontáneo. Después de su experiencia como profesional y como paciente asegura que “el primer problema que encuentran las mujeres en esta situación es la falta de información”. En su libro “Mi bebé estrella, una historia de muerte perinatal”, la escritora Luisa López describe esa “idealización del embarazo”, que se percibe como un proceso en el que nada puede salir mal. Sin embargo, añade Casadevall, “aproximadamente una de cada cuatro mujeres sufre un aborto espontáneo y muchas se encuentran con una ausencia de información y una atención que apuesta por la intervención quirúrgica”.

Para empezar, dice, “deberían saber que ante una pérdida espontánea existen otras opciones, como el manejo expectante (esperar a una expulsión natural) y el manejo farmacológico (medicación oral para provocar la expulsión médica del bebé)”. Cree que respetar los tiempos naturales ayuda a iniciar el duelo mucho más que “la anestesia en el quirófano”.

Cuando salen del hospital las mujeres se encuentran con el tabú. “Efectivamente muchas mujeres esconden su experiencia porque se enfrentan a frases muy desafortunadas como: 'bueno estabas de poco tiempo' o 'ya tendrás otro'”. Poder compartirlo es, según Casadevall, una “gran ayuda para nosotras porque te das cuenta de que no es algo raro, que ocurre en muchas ocasiones, que no tienes por qué culparte”. Son las propias mujeres quienes tejen esas redes de apoyo con grupos, libros, blogs y en redes sociales.

Pero la idea, dice Laia, es avanzar hacia la adopción de medidas reales que, primero, reconozcan a estas madres su pérdida, y segundo, sirvan para darles una buena asistencia en ese momento. “Cuando aborté me encontré muy sola y desatendida, poco informada, tenía que preguntar si quería saber algo. Cuando estaba esperando para pasar a quirófano estaba ingresada en la sala de partos al lado de una mujer a la que se lo estaban induciendo. Escuché el latido de su bebé todo el día. Tenemos que visibilizar el aborto espontáneo para que esto cambie”.

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