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De los 'zulos' etarras a la batalla del relato

Sortu advierte que dos años después del cese de su actividad, ETA "no es un agente violento, pero el Estado sí". /EFE

Aitor Guenaga

Bilbao —

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“En el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos. Todo el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria”. La frase, pronunciada por el artista estadounidense Andy Warhol, es una muestra más de la obsesión del creador del pop-art por democratizar el arte, hacerlo accesible y cotidiano. David Pla Martín (1975), Iratxe Sorzabal Díaz (1971) e Izaskun Lesaka Arguelles (1975) apenas si tuvieron 2 minutos y 21 segundos de gloria (es un decir). Encapuchados y con la parafernalia habitual de los comunicados de ETA, Sorzabal, en euskera, y Pla, en castellano, según los expertos antiterroristas españoles, pronunciaron la frase: “ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada”. Eran las 19 horas del 20 de octubre de 2011 y el momento quedó registrado en los periódicos Gara y Berria, en el New York Times y en la emisora británica BBC.

Desde aquel 20 de octubre en el que los tres dirigentes de la organización terrorista coparon la atención de la sociedad vasca, el proceso unilateral emprendido por ETA para el cierre definitivo ha ido languideciendo. “Fue un ejercicio de alto riesgo de ETA porque su decisión unilateral era, en realidad, un hecho consumado e irreversible y le dejaba con una capacidad de maniobra muy limitada”. Txema Montero ha sido cocinero antes que fraile. El abogado y exdirigente de Herri Batasuna y eurodiputado abertzale a finales de los 80 cree que para una amplia mayoría de la sociedad vasca -que tampoco sabe concretar- la paz es sinónimo de final de ETA.

Esta interpretación abonaría la idea, muy extendida entre la clase política vasca, de que la ciudadanía vasca va muy por delante en el proceso de “cierre ordenado” de los 50 años de historia de muerte y terror de ETA. Y sobre todo que las urgencias económicas han situado el problema de la violencia en algo del pasado. Por decirlo gráficamente, la sociedad ha pasado ya de los 'zulos' de ETA a la batalla del relato, de lo que ha ocurrido en Euskadi: quién mató, en nombre de quién y quienes fueron asesinados para que una organización terrorista intentara imponer un proyecto totalitario que excluía en Euskadi al que pensaba diferente. Y en esa batalla, fundamental para determinar responsabilidades y admitir el papel que ha jugado cada uno en este país, ETA y Sortu-EH Bildu, Bildu se van a emplear a fondo. Y la parte militar y la parte política (militarizada durante décadas y sumisa ante la jefatura militar) emiten en la misma onda. Si Pernando Barrena avisa de que la izquierda abertzale no va a “abjurar de su pasado”, ETA ha señalado en su último comunicado (que como todos ya pasan sin pena ni gloria) que “no puede aceptar” que tenga que “renegar” de su “trayectoria de lucha” y “asumir el relato de los opresores”.

Y la dirección de ETA lo sabe. O lo que queda de ella, porque una de las dirigentes que, según la policía, aparecía en el vídeo de 2011 en el que se declara el fin de su actividad de terror, Izaskun Lesaka, fue detenida el 28 de octubre de 2012 en un hotel de la localidad francesa de Macon por policías galos, en colaboración con la Guardia Civil. Y la dirección de ETA sabe también -porque algunos de sus miembros lo han vivido en primera persona- que ningún emisario del actual Gobierno español se va a sentar con lo que queda de la organización para negociar sobre el futuro de los presos etarras (en torno a 600) y los huidos. O sobre la entrega de las armas. Como ha dicho algún político de peso en Euskadi, poco importa si las armas se oxidan en los 'zulos' etarras o se entregan a plazos ante una comisión verificadora internacional, simulando el proceso seguido por el IRA en Irlanda del Norte. ETA y sus arsenales están amortizados a ese nivel. El primo de Zumosol ya no está para marcar desde el Olimpo el camino, orientar a una bases desnortadas que pensaban que todo iba a ir mucho más rápido y que buena parte de los presos estarían ya paseando por los municipios de Euskal Herria o en las cárceles vascas. Aunque se resista a soltar amarras y siga aspirando a tutelar todo el proceso hasta su última estación.

Decía John Maynard Keynes, uno de los economistas clave del siglo XX, reivindicado en el nuevo siglo ante el desmantelamiento del Estado social y del bienestar, que “lo inevitable nunca sucede, siempre se presenta lo imprevisto”. En el caso de ETA, encadenada a la eterna negociación con los Estados español y francés que nunca llega, el único camino que parece puede recorrer es el de seguir dando pasos unilaterales en el proceso abierto un 20 de octubre de hace dos años. Lo contrario sería intentar simular procesos seguidos en otros conflictos violentos que poco o nada tienen que ver con este. Y eso debería ser así porque enfrente tiene al gobierno de Mariano Rajoy, atenazado por otras urgencias territoriales, económicas y de corrupción interna, que ni ha arriesgado ni parece vaya a hacerlo en los próximos meses.

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