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Urkullu y López, condenados a entenderse (o no)

Aitor Guenaga

“No vayas detrás de mi, tal vez yo no sepa liderar. No vayas delante, tal vez yo no quiera seguirte. Ven a mi lado para poder caminar juntos”. La sabiduría de los Ute, un pueblo indio que se desplegó por la zona de Colorado y por Utah, puede ser aplicable a la situación en la que se encuentra el lehendakari, Iñigo Urkullu, después de tener que retirar su proyecto de Presupuestos para 2013. Porque siguiendo el símil que utilizó su portavoz, Josu Erkoreka, a la hora de describir la apariencia de negociación vivida en las últimas semanas, esos “pasos hacia adelante” que dio el PNV para buscar un acuerdo, al final le han dejado a Urkullu caminando en solitario. En la misma soledad que arrastra desde que fue investido en diciembre del pasado año. Ahora, la intención del Ejecutivo nacionalista es encontrar un socio con el que caminar juntos, como decía el viejo proverbio indio.

Pero el PNV tendrá que elegir, porque la apelación a la geometría variable que hizo Erkoreka esta misma semana no le ha funcionado en los primeros compases de la legislatura. Porque una cosa es perder una votación de entidad menor en el Parlamento -esta misma semana la de la nueva jornada laboral- y otra tener que retirar las Cuentas por la puerta de atrás, sin pasar por la Cámara y después de un viaje a Bruselas que solo ha servido de coartada efímera para explicar la crónica de un fracaso anunciado, según subraya toda la oposición en bloque.

La ventanilla del PSE-EE sigue abierta. Su secretario general, Patxi López, mantiene la oferta que viene repitiendo desde que fue desalojado de Ajuria Enea, tras la victoria del PNV. “Grandes acuerdos de país”, plantea el líder socialista. Y los mimbres para ese pacto tampoco han cambiado: una reforma fiscal en profundidad para luchar contra el fraude y la elusión fiscales, un plan de choque para crear empleo y relanzar la economía vasca, un acuerdo estratégico para sostener los servicios públicos y, por último, una reforma para acabar con las duplicidades del actual entramado institucional.

Podría parecer a simple vista que Urkullu y López están condenados a entenderse. La voluntad de acuerdo que, a priori, dicen defender ambos líderes abona la teoría del pacto. Pero como casi siempre en la vida, todo va bien.... si no hablamos de lo concreto. Y las urgencias (relativas, ya que el propio Joseba Egibar se ha dado seis meses para labrar ese posible acuerdo de fondo) de Urkullu, no son iguales que las de Lopez, que en esta negociación presupuestaria se ha quitado de encima la sombra de ser solo un “partido muleta” del nacionalismo institucional. Euskadi ha cambiado, parece que los socialistas ya no están dispuestos a rubricar cualquier papel que venga del otrora todopoderoso PNV. No es un problema de “castigo” al nacionalismo gobernante, como cree el PNV, más bien parece que el PSE de Patxi López ha cerrado para siempre esa etapa en la que el respeto reverencial al partido de Sabin Etxea les maniataba de tal forma que les hacía irreconocibles incluso ante su propio electorado.

Lo concreto e inmediato ahora para el PNV es lograr aprobar una ley de medidas urgentes o de crédito adicional, una vez que ya se sabe que la relajación del déficit (al pasar del techo del 0,7% al 1,2 del PIB) le va a permitir buscar nuevos ingresos de 300 millones de euros. Eso sí, poniendo en marcha la manivela de la deuda, buscando financiación en el mercado de capitales, algo que cuando estaba en la oposición fue objeto de crítica feroz contra el gabinete socialista. ¿Por cuánto se va a multiplicar la deuda durante el mandato del lehendakari Urkullu? El Gobierno se aferra al “no vamos a gastar lo que no tenemos”, pero sabe que sin tocar la columna de ingresos, no podrá sumar el apoyo del PSE a su proyecto de Cuentas para 2014.

PNV y PSE retomarán en breve la negociación sobre la reforma fiscal, atascada en la petición socialista de que las bases de datos de las tres haciendas estén interconectadas permanentemente para luchar contra el fraude, algo que los peneuvistas no ven factible. Es cierto que en el documento de bases que Urkullu presentó a todos los partidos en la fracasada negociación se avanzan líneas de trabajo en esta materia: una reforma en profundidad del impuesto de sociedades, reforma de determinados impuestos -nuevos coeficientes, tarifa general, tarifa de ahorro, nuevos tramos en tipos marginales, rentas exentas, adecuación de deducciones, tratamiento de vivienda habitual, etc-. Hay recorrido para el acuerdo. Este lunes podremos escuchar por primera vez al lehendakari en una intervención que se espera tenga cierto calado tras el fiasco presupuestario. Veremos si en ella marca el camino hacia el acuerdo y da muestras de querer elegir socio “para poder caminar juntos”, como planteaba el jefe indio Ute en su proverbio.

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