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Las desorbitadas notas para acceder a la carrera de medicina, ¿un suicidio sanitario y social?

Una doctora explora a un niño durante una consulta.

Eduardo Azumendi

“¿Por qué nos hicimos médicos? ¿por qué me hice médico?”. Esa es la pregunta que a Maxi Gutiérrez le asalta en estos momentos. Gutiérrez es médico de familia vocacional y actualmente dirige el centro de salud de Zabalgana, en Vitoria, a la que vez que mantiene su consulta. Las elevadas notas de corte que exigen las universidades donde se imparte la carrera de medicina puede acabar con esa llamada de la profesión, alerta este médico.

“Confieso que no creo en las vocaciones infundidas por fuerzas superiores. Tampoco reconozco en mi ADN genes médicos ni haber mamado de fuentes sanitarias cercanas. Por suerte, no fui un niño enfermo, al contrario, en aquel tiempo éramos ‘sanos sin revisiones’. Sin duda, el deseo de hacer algo por los demás, de contribuir a la mejora social y de sentirse interesado en el ser humano fue lo que a muchos nos movió a ser lo que somos. Y a partir de ahí se construyó la vocación”, explica en su blog 'Medicina de familia con blog propia'.

“Y empezamos a sentirnos llamados hasta vivirlo con la pasión del que se siente satisfecho por colaborar en la mejora de la salud de las personas. Quizás demasiado pretencioso pero, seguramente, por eso nos hicimos médicos. Por eso me hice médico”, asegura.

Gutiérrez no pone en duda la vocación de sus jóvenes médicos residentes (MIR). Al contrario, “son personas entregadas y dispuestas pero, no estoy seguro si ahora el proceso es el mismo”. Sin duda, “algo tienen que ver las desorbitadas notas necesarias para poder acceder a la carrera de medicina. Porque cuando uno tiene el listón tan alto seguramente la vocación se apaga sola: es cuando el ‘no puedo’ se convierte en ‘no quiero’. En cualquier caso, lo que más me preocupa es lo contrario, que cuando uno es brillante en sus notas, que no siempre en su persona, se sienta empujado a matricularse en medicina aunque las personas le importen un carajo. Eso, es un suicidio sanitario y social”.

“Los que elegimos ser médicos y médicas hace años no tuvimos que hacer salto de altura’ para llegar a la Universidad. Debe haber otro sistema más humano y más humanizador para que […] si alguien se siente movido por contribuir en el cuidado pueda hacerlo sin límites. Si no es así, la medicina perderá a los mejores profesionales y a las mejores personas”.

Medicina ha vuelto a ser este curso la carrera más demandada: Más de 2.000 solicitudes para 270 plazas. En la selectividad de junio de 2014, el grado en Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencia y Tecnología exigió una calificación de 12,2 sobre 14, por encima de la hasta entonces intratable Medicina (12), y se convirtió en la carrera con la nota de corte más alta de Euskadi.

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