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La democracia en el caos

Portada de Hermano Lobo: "O nosotros o el caos"

Guido Stein

Profesor del IESE —

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“¿Qué te parece que titule la tribuna de esta semana La democracia en el caos?”, le he preguntado de mañana a mi mujer. “Bien. Cada vez me gusta más el caos, muestra que somos imperfectos”, me ha contestado. Me ha animado mucho que usara la primera persona del plural. Le pregunto siempre que barrunto que me voy a meter en un lío, eso quiere decir que muy a menudo.

También podría haber echado mano de las ofertas que hay en el mercado hoy: La democracia de las fases; Las fases de la democracia; ¿En qué fase se encuentra la democracia?; La democracia asintomática; La democracia con alta carga viral; La democracia del confinamiento; El confinamiento de la democracia; La clausura de la democracia; La pandemia democrática; El virus de la democracia; La democracia en tiempos del virus; La democracia post-covid.

Remedando a Raymond Carver y su maravilloso cuento, What we talk about when we talk about love, podría haberla encabezado con un: ¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia?; y en esta línea: La democracia populista; La democracia de calidad; La democracia bajo mínimos; La democracia de derechas; La democracia de izquierdas; La democracia que me gusta; La democracia de cuando ganan los míos; o Esto no es democracia. 

En el prólogo al Tractatus Logicus-Philosophicus, Ludwig Wittgenstein subraya que “lo que en general se puede decir, se puede decir con claridad; y sobre aquello de lo que uno no puede hablar, mejor es callarse”, lo que me lleva a escribir claramente títulos como “La democracia silenciosa”; “La ingenuidad de la democracia”; “La democracia bajo sospecha”; “La democracia sospechosa”; “La democracia vista desde abajo”; “La democracia de los parados”; “La democracia con dinero”; “La democracia de la mayoría”; “La democracia de la minoría”. Siguiendo la orden del pensador austríaco me voy a callar otros títulos como: “La democracia de Trump que no ha leído La democracia en América”; “La democracia de Sánchez que tampoco la ha leído”; “¿Existe la democracia china?”; “La democracia con una monarquía constitucional”; “La democracia a secas”; “La democracia post-comunista”; “La democracia a-liberal”; y “La democracia formal”, de la que se escapa la democracia contundente

Sospecho que el bichito ha raptado nuestra naturalidad y nos ha regalado el miedo. El conformismo estereotipado, que nos invita a no decir lo que pensamos sino más bien a fingir pensar lo que decimos, nutre una democracia que no está a la altura de las necesidades de nuestra vida. 

Urge rastrear un hilo de Ariadna que, como a Teseo, nos indique cuál es la salida del caos en el que nos debatimos, antes de que nos devore el Minotauro, que, de hecho, es la peor versión de nosotros mismos envueltos en la corrección política. Apuesto por un instinto educado en la libertad.

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