La OMS y el nuevo coronavirus: el reto de la transparencia y la respuesta equilibrada
En esta nueva alerta sanitaria producida por el coronavirus 2019-nCoV y cuyo foco se sitúa en la ciudad de Wuhan (China), enfrentamos otra vez la incertidumbre lógica ante una enfermedad nueva, cuya expansión y gravedad son aún una incógnita sanitaria.
Al igual que en crisis y alertas sanitarias recientes (alertas por Gripe A, SARS, Ébola, vacas locas, etc.), resulta de enorme importancia el papel de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya que tiene la responsabilidad de recopilar toda la información epidemiológica y clínica relevante, para proceder así a realizar las recomendaciones técnicas que puedan fundamentar las decisiones de las autoridades sanitarias de todos los países del mundo.
En las crisis sanitarias globales y, sobre todo, aquellas que enfrentan una nueva enfermedad cuyas consecuencias reales se desconocen, cobra una especial trascendencia el análisis intensivo de toda la información clínica y epidemiológica para monitorizar la situación de manera constante y poder definir cuál es la respuesta adecuada para minimizar el impacto en la salud de la población. Algo que corresponde a la OMS en base a la normativa del Reglamento Sanitario Internacional.
Hasta ahora, la información clínica y epidemiológica disponible arroja datos que obligan a extremar las precauciones preventivas y asistenciales considerando esta situación como una alerta sanitaria internacional declarada por la OMS. Esta alerta se fundamenta en la extensión de la enfermedad en diversos países y en la mortalidad que está produciendo, aun cuando la tasa de letalidad actual no es especialmente elevada; dicha declaración oficial obliga a los diferentes gobiernos de todos los países para la adopción de medidas sanitarias proporcionales a la situación, siempre en base a las recomendaciones de la OMS.
En esta alerta por coronavirus hay una novedad respecto a otras anteriores: esta novedad no es otra que la construcción urgente de dos hospitales por parte de las autoridades Chinas. En sólo diez días se ha constituido un hospital de 1.000 camas y en pocos días más se pondrá en pie otro. Una respuesta que, como mínimo, podemos calificar de espectacular y llamativa.
Desde el punto de vista de salud pública, estos nuevos hospitales puestos en pie de manera urgente para el tratamiento monográfico de los enfermos por el coronavirus 2019-nCoV, suponen una respuesta novedosa que genera algún interrogante aún no bien aclarando. O bien es una respuesta que demuestra la insuficiencia del sistema sanitario chino al no disponer de la extensión y capilaridad de los sistemas sanitarios de países más desarrollados (como el caso de España y el resto de Europa), o bien es una respuesta que se explica por la gravedad potencial del nuevo coronavirus, lo que podría requerir centros hospitalarios monográficos para actuar con las mayores medidas posibles de control sanitario.
Es algo que no está suficientemente claro y que resulta complejo de entender con la lógica en la que los expertos en salud pública trabajamos en contextos sociales y sanitarios diferentes, como es el caso de la UE y países similares.
En cualquier caso, esta realidad ofrece una enorme oportunidad y una nueva obligación de transparencia a la OMS y a las autoridades chinas, para hacer una transferencia continua de los datos clínicos y epidemiológicos que se vayan obteniendo por el abordaje sanitario desde estos centros monográficos.
La OMS debe jugar un papel reforzado como transmisor de información científica contrastada proveniente de todos los países con incidencia de casos y, en especial, de los casos de China. Este país se convierte en un país clave por su mayor incidencia, lo cual le ofrece una mayor capacidad de análisis y una mayor responsabilidad con la comunidad científica internacional.
Por eso, es imprescindible la transparencia para asegurar la transferencia científica de toda la información que se vaya generando y favorecer así que las respuestas que recomiende la OMS permitan movilizar los recursos preventivos y asistenciales de una manera equilibrada.
Se trata de evitar bien las respuestas sanitarias y de movilidad insuficientes, bien las respuestas excesivas ya que podrían afectar innecesariamente a la salud de la población y/o a la economía global.
Es por todo esto que se hace necesario reforzar y poner en valor a la OMS como organismo encargado de la seguridad sanitaria global en alertas sanitarias y situaciones como esta; alertas sanitarias de las que con seguridad seguiremos siendo protagonistas y espectadores en los próximos años.
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