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Propuesta anti-homofobia a los directores de educación

Carles Marco

La Pedagogía tiene asentadas una serie de reglas educativas insoslayables. Una de ellas, y que colapsa la tarea educadora, es que los profesores no deben desautorizarse mutuamente. Esto es extensible a las normas morales que se inculquen. Estas deben siempre cumplir con los Derechos Humanos, la ciencia y la defensa de la dignidad de todos los colectivos por minoritarios que sean. Las recientes declaraciones del Papa sobre los homosexuales aconsejando a los padres de estos que los lleven a un psiquiatra, o la noticia de que en el IES Marcos Zaragozá de la Vila Joiosa una profesora de religión enseñaba a los adolescentes que “la homosexualidad es antinatural” y que “constituye un grave desorden moral” no pueden sorprender, pues reflejan la doctrina del actual Catecismo oficial de la Iglesia católica.

Ante esta situación, y ante el acoso, la marginación y las burlas que en muchos centros de enseñanza padece el alumnado homosexual por culpa del adoctrinamiento religioso con una anticientífica papilla ideológica en temas de sexualidad, y por culpa de su sempiterno machismo (recordemos que ha habido suicidios), propongo que especialistas impartan al alumnado charlas científicas al respecto. Que desde la Medicina, la Psicología, la Judicatura, la Pedagogía y la Psiquiatría informen profesionales en los institutos. Veo esto necesario para dar a la problemática la importancia y credibilidad que merece. Educar en la diversidad afectivo-sexual, en la construcción de las identidades de género y en el homoerotismo adquiere la seriedad y el respeto que merece si son llamados a los centros de enseñanza expertos de la sociedad civil. Ellos lo harán científica y empáticamente desde su especialidad. Ellos explicarán que la ciencia ha dejado claro que la homosexualidad no es enfermedad ni trastorno y no hay nada que curar, diga lo que diga el Catecismo (veasé los dos manuales internacionales oficiales al respecto: el CIE-10 y el DSM-V).

El gran pedagogo y filósofo de la democracia John Dewey escribió: “La educación debe hacer que cada uno encuentre su propia felicidad realizada en la medida que se mejoren las condiciones de los otros. Lo mejor que puede decirse de cualquier proceso de educación es que no margina al diferente y pone al sujeto en condiciones de nueva educación”. Sin embargo sabemos que todavía hay obispos y cardenales homófobos: incluso uno manifestó que “la ideología de género es peor que la eugenesia del nazismo”. De sinsentidos anticientíficos la Iglesia ha dejado huella a lo largo de la historia. Es su problema: lo malo es que hace sufrir a muchas personas. Por ello muchos pedagogos y psicólogos consideramos que el adoctrinamiento en cuestiones éticas sin aval científico es muy cuestionable cuando se practica con niños todavía sin juicio crítico y conocimiento de alternativas al monoteísmo. Y el Catecismo católico es, no lo duden, homófobo. Quizás sea el momento, por fin, de que la religión desaparezca de la enseñanza pública, esa que pagan también los no creyentes. En sabias palabras del pedagogo humanista Ferrer i Guàrdia: “La enseñanza científica y racional habrá disuelto la masa popular para hacer de cada persona un ser consciente, responsable y activo, que determinará su voluntad por su propio juicio, asesorado por su propio conocimiento. El capitalismo y la religión han formado un estrecho lazo para anular la personalidad de los hombres y desnaturalizarlos”.

*Carles Marco, pedagogo y psicólogo

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