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Sobre el servilismo y la profesión MIR

MIR en Hospital del Mar | MIR en Severo Ochoa | Aspirante a la convocatoria en 2021
Huelga de los MIR de Madrid por "un convenio digno"

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El colectivo de Médicas Internas Residentes (MIR) ha vuelto a aparecer en los medios de comunicación. La última vez fue a raíz de las movilizaciones realizadas por las MIR en verano y otoño de 2020, con motivo de reclamar mejores condiciones laborales para uno de los colectivos más precarizados del Sistema Nacional de Salud en distintos puntos del Estado, incluidos Madrid y Catalunya. Esta vez, ha sido en Espejo Público, el programa de Susanna Griso, donde una recién graduada explicaba los motivos por los que ha decidido no presentarse al examen para acceder a la especialización vía MIR.

Desde el primer momento de la entrevista, queda claro el objetivo de la misma: “¿Por qué se presentan menos personas al examen MIR en plena pandemia, cuando más se los necesita?” El tono es de falsa sorpresa, de indignación, de culpabilización, y, en definitiva, de señalamiento público de una supuesta falta de responsabilidad de los recién graduados y graduadas.

Después de que la entrevistada señalara acertadamente la situación excepcional que han sufrido las personas que han acabado medicina durante el 2020 , la respuesta de Susanna Griso es clara: “Ahora que se os necesita, las excusas no valen”. Y remata: “La experiencia de trabajar un año con Covid, con los hospitales totalmente saturados por la pandemia, creo que merece la pena vivirla, ¿no?”. Uniéndose a la conversación, el economista liberal Daniel Lacalle, comenta: “Yo lo siento mucho, pero 12 horas al día estudiando y trabajando a la vez lo hemos hecho todos”.

Y no todo acaba ahí, no es sólo la soberbia y la falta de respeto continua, sino que Susanna Griso tergiversó la situación laboral de la entrevistada, afirmando que trabajaba para una privada cuando en realidad estaba haciéndolo para la pública.

Esta entrevista oculta los problemas reales con la formación MIR en España. El problema de la falta de médicas en el Sistema Nacional de Salud no se basa en la elección individual de las recién egresadas. Es un problema estructural que tiene múltiples motivos, y todos son mucho más complejos de asumir políticamente que la responsabilidad individual:

  • La afirmación que da pie a la entrevista, que implica que este 2021 es el año que menos personas se presentan al MIR en los últimos diez años, es falsa. Este año se presentan 13.638 personas al examen, una cifra superior a años anteriores, como en 2017, en el que hubo 13.439 aspirantes.
  • Lo que ha bajado es la ratio de candidatas por cada plaza ofertada, que es de 1.7, ya que se ofertan 7.989 plazas. Esto quiere decir que, aunque se hubiesen presentado más personas al examen, las que finalmente acabarían accediendo a la formación MIR serían las mismas. Este año 5.649 médicas, de las cuales un alto porcentaje son recién graduadas, no podrán realizar la formación MIR, y por lo tanto no podrán entrar a trabajar al Sistema Nacional de Salud, ya que el MIR es un requisito obligatorio para trabajar como especialista.
  • Las MIR no pueden ser, por ley, personal estructural, ni de los centros de atención primaria ni de los hospitales. El contrato MIR, cuya normativa se estableció en el Real Decreto 1146/2006, establece un contrato laboral-formativo, y no sólo laboral. Lamentablemente esta formación en muchos casos no se daba adecuadamente, situación que la pandemia ha agravado.
  • Al contrario de lo que puedan pensar Susanna Griso y el equipo de Espejo Público, trabajar durante la pandemia no ha sido una experiencia que merezca la pena vivir. La pandemia ha provocado un caos organizativo que las MIR, al igual que el resto de personal sanitario, han pagado realizando jornadas laborales extenuantes, y teniendo que vivir situaciones que no son deseables para nadie. Las MIR se han convertido en carne de cañón, fácil de explotar debido a que son un personal temporal, con poca sindicación y organización colectiva. A las jornadas de hasta 86 horas semanales (y en ocasiones más), se le ha añadido un empeoramiento en la supervisión de residentes dada la sobrecarga asistencial. El manejo de una situación de pandemia no puede recaer como la presentadora sugiere en “pasar por el aro” y suplir los déficit en las bolsas de médicas. No son las personas en su primer año de formación especializada quienes tienen que ir solas a la primera línea de batalla, por una cuestión de seguridad del paciente y de cuidado de nuestras MIRes.
  • Según cálculos de la OMC, se jubilan más médicos de los que se forman cada año. Además, en los últimos diez años, el éxodo de médicos a otros países no ha parado de crecer, llegando a más de 30.000 certificados expedidos para trabajar en el extranjero en los últimos 10 años. La carencia de personal en las bolsas que sugieren durante la entrevista es un acúmulo de años de contratos de días, semanas, meses, sustituciones, contratos al 40% y condiciones de alta movilidad dentro de la misma Comunidad Autónoma. Todo ello conllevando una marcada inestabilidad vital. El colectivo MIR ha sido uno de los más afectados por la pandemia. La falta de equipos de protección, sumado a las largas jornadas de trabajo, y al caos organizativo comentado, han hecho que el porcentaje de contagios sea muy alto comparado con la población general. Como bien señala la compañera en la entrevista, las MIR también tienen familias en casa, y una pandemia no justifica la explotación y la exposición a situaciones de riesgo.
  • Los aspirantes al MIR 2021, además de perder las prácticas en su último año de formación, han tenido que realizar una oposición en unas condiciones muy adversas. La culpabilización a la que son sometidas es intolerable. La vocación no puede servir de excusa para acabar con la dignidad de la profesión médica. Estudiar doce horas al día y trabajar a la vez supone una situación de explotación, en la que ni se asegura una buena formación, ni se garantiza la salud mental. Nadie debería ser criminalizado por decidir no presentarse a una oposición bajo estas condiciones, y menos en una pandemia en la que los niveles de estrés y ansiedad a nivel poblacional se han disparado.

Dejemos en paz a nuestras jóvenes médicas. Dejemos de culpabilizar a un colectivo que ha sido maltratado y responsabilizado en exceso de las carencias del sistema. Primero héroes y ahora villanos, en ningún momento han querido ser ni una cosa ni la otra.

Si queremos que haya más médicas en España, mejoremos las condiciones laborales, aumentemos las plazas de formación de calidad, aseguremos unas salidas laborales dignas acabando con los contratos precarios, y, en definitiva, apostemos por una Sanidad Pública y Universal de calidad.

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