El amor es más fuerte que el odio
Hablar de amor después del bárbaro atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo, que costó la vida a 12 personas, puede parecer una broma macabra o, cuando menos, una muestra del soft power, ese que la derechona detesta, porque le parece una demostración de falta de autoridad, de la debilidad de los progres, ante problemas graves que, a su juicio, exigen mano dura. Como si la autoridad moral se expresara por la fuerza. El titular de este artículo, El amor es más fuerte que el odio, es simplemente la traducción del de una portada de 2011 del semanario brutalmente agredido el pasado miércoles. L’amour plus fort que l’haine, decía, y bajo esa frase –una manifestación de su voluntad y sus principios editoriales–, una viñeta con un musulmán y un dibujante de Charlie Hebdo besándose en la boca. Para aquella fecha la revista ya había sido amenazada en varias ocasiones por el integrismo islámico.
Ha habido portadas del mismo semanario con un humor más incisivo, pero no parece que la elegida les gustara una pizca a los fanáticos que querrían borrar por la fuerza de las armas la libertad de expresión y el resto de las libertades que garantizan la convivencia democrática. La reflexión que encierra aquella portada de Charlie Hebdo –como otras en las que se ve a Mahoma doliéndose de la estupidez de algunos de sus fanáticos seguidores– refleja igualmente un rechazo a algunas reacciones islamofóbicas que se están produciendo estos días. Las de aquellos que vinculan el terrorismo islamista con la religión del Corán, sin tener en cuenta que la mayoría de las víctimas de los integristas en el mundo son musulmanes y sin querer ver que la mayoría de los musulmanes, 1.200 millones de ciudadanos del planeta, no comparten las ideas ni mucho menos los métodos violentos de los yihadistas.
Conviene insistir en estos datos, porque las reacciones viscerales ante atentados tan salvajes pueden ser caldo de cultivo para la islamofobia y la xenofobia, que en nada ayudarán a acabar con el terrorismo yihadista. Y en Francia, este jueves, ya había habido tres ataques a mezquitas y a una tienda de kebab. Son hechos aislados, indicativos de que el riesgo de responder al odio con el odio está ahí, pero la inmensa mayoría de los ciudadanos franceses, como ocurrió en España tras los atentados del 11-M, han reaccionado con dolor y con serenidad en la defensa de la libertad de expresión y de los valores de la convivencia y el respeto al diferente. De la libertad, la igualdad y la fraternidad. Valores que representa la existencia misma del semanario. Contener el odio y el miedo y mantener vivo Charlie Hebdo es una manera de vencer a los fanáticos. A lo mejor no tanto por la fuerza del amor como de la voluntad de preservar el respeto a todos los seres humanos, sean de donde sean, piensen como piensen, profesen la religión que profesen.
El semanario seguirá vivo y gracias a la solidaridad de los otros medios de comunicación franceses estará en los quioscos la próxima semana. Con una edición especial de un millón de ejemplares. Un homenaje a las víctimas y un ejemplo de que el terrorismo no logrará doblegar el derecho a la crítica, se haga esta con la herramienta de las palabras o con los lápices de los dibujantes.