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Bankia, del “cómo es posible” al “sí, es posible”

Irene Lozano / Irene Lozano

Diputada de UPyD —

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“¿Cómo es posible que el Consejo de Administración entrante –que supuestamente ha de velar por los intereses de los accionistas, al igual que el saliente-- dedique todos sus esfuerzos a justificar la actuación del Consejo saliente en vez de depurar responsabilidades?” He aquí una de las frases más ilustrativas del auto del juez Andreu en el que admite a trámite la querella contra los responsables de Bankia presentada por UPyD.

La afortunada expresión “¿cómo es posible?”, nos ha resultado a todos muy útil en los últimos tiempos: una muletilla para expresar a la vez el estupor y la desazón de un hecho cuya injusticia cuesta llegar a concebir; el asidero con que describir una realidad inverosímil. El juez la emplea con tino: cómo es posible que el Consejo de una entidad no defienda a sus accionistas y los lleve a la ruina. La pronuncian también los ciudadanos desde hace meses: cómo es posible que los contribuyentes vayamos a pagar a Bankia más de 23.000 millones y aquí no pase nada. Los periodistas la repiten: cómo es posible que todo esto no lo investigue el Parlamento. Quienes compraron preferentes también la han balbucido, en la soledad de sus casas: cómo es posible que se queden con mis ahorros, toda una vida de trabajo, y nadie vaya a la cárcel. Y los expertos financieros, en vista de que la auditora no firma las cuentas: cómo es posible que nadie responda. Y los manifestantes, y los paseantes del Retiro, y el maromo musculado del gimnasio, y la barrendera de mi calle: ¿cómo es posible?more

Con motivo del anuncio de la nacionalización de BFA, al ministro Luis de Guindos le preguntaron en una rueda de prensa si el Gobierno veía alguna responsabilidad. Contestó lacónico: No, no hemos encontrado ninguna. Y los televidentes clamaron al unísono: ¿cómo es posible? Deliberadamente, se obstruyó la vía política para depurar responsabilidades, porque quienes debían velar por su apertura también están directa o indirectamente implicados. Ahora se ha abierto la vía judicial.

A la impunidad, el “cómo es posible” añadía una sensación de irrealidad, la misma en la que se desenvolvían con naturalidad todos los interesados en el encubrimiento. Lo recordaba recientemente el Financial Times: el día de la salida a bolsa de Bankia, se respiraba euforia en el parqué madrileño. Rato agitaba el badajo de la campana mientras en las pantallas el verde de las acciones de Bankia se tornaba rojo en cuestión de minutos. Cuando las acciones comenzaron a caer, se apagó la pantalla gigante. Pensaron que así nadie se daría cuenta de la pérdida. Creyeron que si decían a la gente humilde que las preferentes les rendirían muchos beneficios, acabaría ocurriendo. La contabilidad creativa, el modernismo del dinero, quiso extralimitar su ficción más allá del mundo financiero: se comportaron como si bastara con que el Gobierno decretara la impunidad para conseguirlo.

Pero no ha sido posible. Gracias al auto del juez Andreu, las cosas empiezan a recobrar un aire real. Comencemos a narrar la historia de nuevo: había un sistema bancario semi-público, el de las cajas fusionadas, gobernado por quienes lo saqueaban, quebrado por los farsantes que engañaron a clientes, ahorradores y accionistas. Por esa faena superior cobraban jugosas indemnizaciones y pensiones, mientras nos decían que todo era legal y se negaban a investigarlo en el Parlamento. Se disponían a encubrirlo con un inmenso rescate español y otro europeo. No lo han conseguido. La realidad se va abriendo paso. La impunidad empieza a retroceder. Hemos pasado del “cómo es posible” al “sí, es posible”. Y cambia el estado de ánimo: la gestión política de las cajas y de Bankia ha fallado a los ciudadanos, pero también la política –un partido político-- se moviliza para que fracase su ficción y su fraude. Ahora miles de ciudadanos depositan su esperanza en la Audiencia Nacional, allí donde no llegan los tentáculos del duopolio. Ahora todo es posible. Seguiremos informando.

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