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Hace calor, hace ultraderecha

Los seis candidatos a las elecciones del 19J.

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Llevamos toda la semana que no hablamos de otra cosa. En el ascensor, el trabajo, el bar, el súper o la puerta del colegio: esto no hay quien lo soporte. Qué horror, me entran sudores a cualquier hora. Anoche no pegué ojo. Yo no sé hasta dónde va a seguir subiendo. Dan ganas de quedarse en casa. Pues habrá que acostumbrarse, porque dicen que irá a más… 

¿La ola de calor? No, yo estaba hablando de las elecciones andaluzas, del pronosticado ascenso de la ultraderecha y su previsible entrada en el gobierno autonómico, siguiendo los pasos de Castilla y León y despejando el camino para un futurible gobierno estatal de las derechas. Eso sí que son sudores y desvelos nocturnos, y no los de la caló.

La confusión es normal, porque estos días hablamos del venidero gobierno de las derechas con la misma resignación y fatalismo con que hablamos de la ola de calor: como si fuese un fenómeno meteorológico, inevitable, ante el que solo cabe aguantar, esperar que pase, quedarse en casa. También la cobertura mediática de la campaña insiste mayoritariamente en dar por buenas las encuestas pese al alto número de indecisos: que lo único que está por ver es si el PP gobierna en solitario con mayoría absoluta, o si lo hace mano a mano con Vox. Susto o muerte. Normal que haya quien esté pensando irse a la playa el domingo y no al colegio electoral, para huir de los dos calores.

Pues no: el auge de la ultraderecha, su conquista de cada vez más espacios políticos y mediáticos, su influencia en la agenda pública y su entendimiento con el PP no tienen nada de fenómeno meteorológico ante el que nada podamos hacer. (Tampoco las olas de calor cada vez más frecuentes y extremas nos son ajenas, pero ese es otro debate, o tal vez el mismo). Que Olona no sea vicepresidenta andaluza, como ya lo es García-Gallardo en Castilla y León de la mano del mismo Mañueco que se pasó la campaña, como Juanma Moreno, negando el pacto; que no suceda depende de lo que hagamos el próximo domingo todos esos andaluces que estos días sudamos y dormimos mal tras escuchar a la fascista italiana Meloni jaleando odio en Marbella mientras Abascal y Olona aplauden.

El calor, ya se sabe, va por barrios, no afecta igual a quien tiene la casa climatizada o a quien no puede pagar la luz, al que no suda con corbata o al que trabaja en el campo. Y lo mismo pasa con la movilización electoral: los que más tienen no faltarán el domingo, mientras los más pobres se quedan en casa elección tras elección -y no les falta razón, a la vista del abandono de sus barrios y vidas por parte de los gobernantes-. Ya imaginan quiénes saldrán ganando y quienes sufrirán más las políticas de ultraderecha después del domingo.

Yo creo que sobran los motivos para ir a votar. No me voy a extender en lo muy diferentes que son los programas de derechas e izquierdas, ni en los destrozos que ya ha dejado el moderadito Juanma Moreno en menos de cuatro años (si son usuarios de la sanidad pública estarán al tanto), ni en lo que previsiblemente harán PP y Vox juntos en el gobierno (ahí están los primeros pasos en Castilla y León como anticipo). Les supongo bien informados de todo lo anterior y, como canta Kiko Veneno precisamente en su genial Hace calor, “¿para qué quieres la información / si no la usas?”.

Como último argumento para convencerles de votar el domingo, pensaba decirles que en los colegios electorales se estará muy fresquito, mucho mejor que en el chiringuito. Pero no es verdad, pues la mayoría de colegios públicos andaluces sigue pendiente de adaptación al calor pese a las protestas de las familias desde hace años. Pues mira, otro motivo para votar el domingo, uniendo los dos calores, las dos olas: votar para que nuestras niñas y niños no se cuezan en clase varias semanas cada año. Así de paso evitamos dos sudores, el de nuestros hijos, y el nuestro por lo que se nos puede venir encima. Vamos.

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