El CIS, Catalunya y las tendencias
Aunque en la superficie parezca que pocas cosas han cambiado, lo cierto es que el CIS de octubre muestra que el procés marca tendencias en la política española, más allá de lo que muchos seguramente preveíamos. Aquí van cinco datos que pueden ayudar a descubrir por dónde van.
- El PP se queda exactamente cómo estaba. Tanto en voto directo como en voto más simpatía mantiene sus resultados del anterior barómetro de julio, perdiendo menos de medio punto. La buena noticia es que Mariano Rajoy se convierte en el líder que más valoración recupera, volviendo a situarse por encima del 3. La mala noticia reside en que el partido retrocede más de cinco puntos en fidelidad de voto y por primera vez en meses cae por debajo del 60%. Históricamente la gran fortaleza del PP siempre ha sido mantener su fidelidad de voto cerca del 80%, incluso durante los peores años de la Gurtel o los recortes. Se confirma que, en España, a día de hoy, Catalunya resulta bastante mejor negocio electoral para Ciudadanos que para el PP.
- Esta vez, al PSOE le sienta bien la cocina del CIS. Retrocede en todo: dos puntos en voto directo y voto más simpatía, aunque en esta última variable se mantiene dos puntos por delante del PP. Su fidelidad de voto retrocede más de cinco puntos y vuelva a caer por debajo del 70%. La valoración de Pedro Sánchez retrocede una décima y se sitúa en 3.61. No es grave, pero si preocupante para ellos. La cercanía al PP, aunque sea para salvar la unidad de España, se paga.
- Ciudadanos es quien mejor amortiza en España el impacto electoral de Catalunya. Desde julio, progresa nítidamente más de dos puntos en voto directo y voto más simpatía. A día de hoy, puede proclamar que es el único partido con una fidelidad de voto por encima del 75%. Sus transferencias de voto con otras fuerzas registran un saldo favorable: uno de cada diez votantes del PP se ha ido a Ciudadanos e incluso recoge casi un 5% de antiguos votantes de Podemos; solo los votantes del PSOE resisten su atracción. La única mala noticia la trae un leve retroceso -apenas una décima- en la valoración de su líder, Albert Rivera (3.61); seguramente una más que asumible factura debida a su sobreexposición manifestándose bandera de España en mano.
- Unidos Podemos sufre, sus socios territoriales no. La marca Podemos España lo está pasando mal y retrocede casi tres puntos en voto directo y voto más simpatía respecto a julio. Aún más preocupante resulta la fidelidad de su voto, que cae 18 puntos hasta el 60%. En cambio, sus socios territoriales aguantan razonablemente bien (En Comú o Compromis) e incluso recuperan terreno (En Marea). No parece improbable que el retroceso de Podemos pueda deberse también, en parte, a sus problemas y discrepancias internas más allá de Catalunya. El votante castiga la división. De los cuatro líderes de los cuatro grandes partidos estatales, Pablo Iglesias es el único que cae por debajo del 3 y retrocede más de dos décimas. El PSOE y Podemos envían a la indecisión a casi dos de cada diez antiguos electores. El PP y Ciudadanos sólo a uno de cada diez electores en las anteriores Generales.
- El voto nacionalista catalán se mantiene estable en su suma total. Comparado con el barómetro de julio, se registra un cierto reequilibrio del reparto de ese voto a favor del PDeCAT y en detrimento de ERC; justo lo contrario de lo que anticipan las encuestas para las elecciones del 21D. Uno de cada diez antiguos votantes del PDeCAT se marcha a ERC, pero, paradójicamente, apenas hay trasvase de votantes entre ERC y los demócratas. La antigua Convergencia se alimenta de votantes de Podemos en elecciones generales, mientras manda a la indecisión a dos entre cada diez votantes en 2016.