Ellos o nosotros, esa es la cuestión

23 de septiembre de 2025 22:40 h

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El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha recordado que “Hace ochenta años, de las cenizas de la guerra, el mundo plantó una semilla de esperanza. Una Carta, una visión, una promesa: que la paz es posible cuando la humanidad se une”. Así fue, y así de terrible es el hoy. Guterres lamenta que los principios de Naciones Unidas “están bajo asedio como nunca antes” en la apertura de la gran sesión plenaria que se celebra en Nueva York. Universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos humanos, esos eran los principios. Tiene razón, está bajo asedio la democracia y hasta la racionalidad. El principal foco devastador está allí mismo, en Estados Unidos. Donald Trump está destruyendo la democracia estadounidense, derechos consolidados, e incluso buena parte de los logros que hicieron de su país primera potencia mundial, sin que nadie haga –por el momento– nada demasiado efectivo por detener esta deriva y ni siquiera cause la alarma que merece. La mirada internacional se dispersa en varios focos cuando el principal es Trump y su aliado y protegido: Netanyahu. De los 193 miembros de la ONU, 157 reconocen a Palestina como Estado y buena parte de ellos condenan el genocidio que Israel está perpetrando contra los palestinos –algunos siguen teniendo miedo a las palabras precisas y no se atreven a utilizar el nombre adecuado–. La idea ha sumado adhesiones con motivo de esta cumbre histórica por ello. Pero harán falta más que palabras y enfocar con valentía el abordaje del germen. En la intervención de Trump, nada reseñable salvo su estulticia. Y la confirmación de que en efecto el primero en mantener bajo asedio a la ONU y sus principios es el presidente de los Estados Unidos donde la organización tiene su sede.

Señales de intensa alarma en el Memorial para despedir al líder ultra Charlie Kirk. Se evidenció a qué extremos de delirio ha llegado el trumpismo y la sociedad que lo venera. Trump, el hombre que ha incumplido prácticamente todos los preceptos de la Ley del Dios que invoca, hace profesión de fanatismo religioso y despide a Kirk como un mártir prometiendo “devolver Estados Unidos a Dios”.

El acto fue a la vez una beatificación de un ser nefasto y una declaración de guerra a cuantos contradigan en lo más mínimo al presidente. Los odia, lo ha dicho sin tapujos. Odia al mundo y se adora a sí mismo. Cuesta creer que, incluso en su propio partido, el Republicano, no calculen el alcance de lo que este sujeto anda haciendo.

De los muchos peligros que nos acosan en este complicado momento, Trump sin duda es el que más nos impacta. Su amparo al genocida Netanyahu o sus peculiares relaciones con Putin son solo una parte, muy grave desde luego, pero que Estados Unidos caiga en esa sima influye intensamente en el mundo occidental.

Porque, lo peor si cabe, es la comprensión, incluso el mimetismo que despierta en quienes demuestran no respetar la democracia a este lado del planeta. Hemos llegado ya a que se aplauda su arbitrariedad, la censura a medios y periodistas que le incomodan, las persecuciones gravemente cruentas a esos oponentes que odia, que son todos que no le adulan. A los que no tienen el color o la genealogía adecuada para su criterio. Tiene Trump algo de Nerón y Calígula, y mucho de un pobre botarate sin escrúpulos convencido de estar en posesión de la facultad para hacer lo que le plazca, con todos los derechos. Ejemplares como él, se despliegan ya en otros centros de poder. El fascismo de los estúpidos es la plaga de este siglo XXI.

Cuanto más sabemos de su amigo y discípulo Charlie Kirk más entendemos la sociedad que lo creó. La científica, experta en clima, Rebekah Jones, ha hecho una estricta definición del personaje: “Era un intolerante, racista, homofóbico y sexista de mierda. Participó en una insurrección contra nuestro país. Exigió repetidamente la muerte de quienes consideraba sus enemigos políticos. Aplaudió a quienes agredieron violentamente a estadounidenses. Toda su imagen era un truco impregnado de teocrático y supremacismo blanco, dice solo para empezar la descripción”.

Charlie Kirk afirmaba que el control de la natalidad “altera el cerebro femenino” y convierte a las mujeres en demócratas. “La píldora las convierte en ansiosas, cabreadas, depresivas , con tendencias suicidas, y todo ello las empuja naturalmente hacia el Partido demócrata”, textualmente. Claro que el propio Trump acaba de declararle la guerra al Paracetamol, afirmando –sin pruebas científica por supuesto– que ingerido por embarazadas produce niños autistas.

Deberíamos plantearnos, todos, qué ha ocurrido en la sociedad mundial para que Kirk tuviera millones de seguidores y para que Trump sea presidente de los Estados Unidos. En su absoluto desquicie antidemocrático y tras haber conseguido censurar periodistas y hasta humoristas críticos, está acusar directamente de terroristas a cuanto le suena a izquierda o a demócratas, incluso a George Soros. Hasta el McCarthysmo les inspira.

Se diría que la práctica se extiende y que empieza a haber homólogos más trumpistas que Trump. Donald es un hombre tan soberbio y cruel como patético. El viaje al Reino Unido con honores casi de miembro de la realeza tuvo un incidente que no deja de ser curioso para el caso cuando un caballo defecó al pasar solemne frente a él. Pues bien el comentario del periodista de RTVE Xabier Fortes al respecto ha suscitado la crítica del corresponsal ante la Casa Blanca del Diario ABC, Cope y Telemadrid, para cargárselo a él y a la televisión pública. El tipo que ha callado ante todas las censuras de periodistas en Estados Unidos se permite decir que es inaceptable en una RTVE pública española ese comentario y que en cualquier país sería “un escándalo de primer orden”. El comentario de Fortes, por cierto, fue en X no en RTVE que tampoco pasaría nada.

Casualmente, uno de los medios para los que trabaja ahora David Alandete (fue del equipo que sumió en una grave crisis de prestigio a El País en su día) ABC, salía con titular de portada y editorial contra… RTVE. El ataque de toda esa derecha mediática es feroz contra la nueva programación. No están de acuerdo con la línea que lleva ahora –informar– y preferían los “debates sosegados” donde toda opinión con tintes electorales del PP se constituía en irrebatible noticia. Hasta hace poco así ha sido. Ahora los programas de las nuevas tertulias logran aportar más información que en años, aunque sea entre el poco deseable ruido que imprimen los omnipresentes buleros de la derecha.

Aunque la ONU declare Palestina como Estado, aunque ordene el fin de los ataques, ni Netanyahu ni Trump harán el menor caso y proseguirán con el genocidio de los palestinos que a ambos implica. El fascismo de la irracionalidad asciende sin oposición efectiva.

Ni que decir tiene que Ayuso, con su novio, su valido, su padrino y su madrina, y el coro de medios a los que subvenciona con nuestros impuestos es puramente trumpista. Con cuantos peligros implica. Las reacciones al procesamiento de su pareja por delitos que pueden conllevar hasta 5 años de cárcel se ha convertido en un nuevo trágala con tintes de sainete. Tremendo cuando Miguel Ángel Rodríguez invalida a la jueza –conservadora– por haber osado procesar al “ciudadano particular”, pero ya el colmo es cuando denuncia al “hermanito” de la jueza: “resulta que es la hermanita de un tipo al que Marlaska ha ascendido”, dice. Según la información que he encontrado se trata de un general de brigada de la Guardia Civil con varios cargos destacados en su historial que no parece deber a Marlaska. En estas manos estamos en Madrid. De muy difícil salida ya, como no sea con destituciones rigurosas. Y corte en seco del flujo de dinero y prebendas por el que se mueven.

Una noticia positiva surgía este lunes: la cadena de televisión estadounidense ABC anunció el regreso de Jimmy Kimmel tras haber suspendido su programa por un comentario sobre el asesino de Charlie Kirk. Ante las amenazas de Trump que, por cierto, hizo extensivas a más cadenas. Propiedad de Disney, en la ABC se han visto obligados a revocar la suspensión por la reacción de rechazo suscitada: cancelación de suscripciones, fuerte bajada en bolsa, y la repulsa solidaria de más de 400 artistas, como Jennifer Aniston, Meryl Streep o Robert de Niro que se unieron a la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) para defender el derecho a la libertad de expresión en Estados Unidos, en respuesta a la suspensión de este programa.

Cuando no hay otro, ese es el camino. Hay que parar las derivas. En muchos lugares, en Estados Unidos sin duda, pero en España también porque ocurren cosas que son un puro escándalo con toda impunidad. La guerra contra la razón y la lógica –ya no es ni siquiera solo la democracia– está pujante. Son ellos o nosotros. Ha llegado el momento del “No pasarán” y que esta vez sea verdad.