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Por el derecho humano a un medio ambiente sano

El Reino Unido aspira a reducir a cero los gases contaminantes para 2050

José Luis Gallego

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Dañar el medio ambiente es inconstitucional. El Artículo 45 de nuestra Carta Magna, incluido en el Título Primero sobre los derechos y deberes fundamentales, establece que “todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”.

Un mandato que exige ser acatado por las instituciones al decretar que “los poderes públicos velarán por la utilización racional de los recursos naturales con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y defender y restaurar el medio ambiente”.

Otra cosa es que, en éste aspecto, como en el resto de los relacionados con los derechos de los ciudadanos recogidos en nuestra norma suprema, quienes más la defienden sean finalmente quienes más la desacatan.

Por eso es tan importante que la defensa de estos ámbitos se lleve a cabo también desde las más altas instituciones. Que quienes defendemos su acatamiento podamos apelar, no tan solo a lo que manda nuestro derecho constitucional, sino a un rango más elevado: el Derecho Humano.

Los derechos humanos son, en definición de la ONU, derechos inherentes a todas las personas con independencia de su nacionalidad o lugar de residencia, de su sexo, la raza a la que pertenezcan o la religión que profesen: todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna.

Los derechos humanos están amparados por los tratados y los principios generales del derecho internacional, que establece las obligaciones que debe asumir cada uno de los gobiernos a fin de promoverlos y protegerlos. Eso es lo que dice la ley y por eso es tan relevante que un ámbito tan importante como el del cuidado y el respeto al medio ambiente sea incorporado a la Declaración Universal que los recoge.

Somos muchos los que venimos defendiendo desde hace años que el derecho a un medio ambiente sano recogido en nuestra Constitución debería elevarse a la categoría de Derecho Humano junto al derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; junto al derecho al trabajo, la educación o la libre determinación.

Cuando la ONU aprobó la Declaración Universal (París, diciembre de 1948) lo de disfrutar de un medio ambiente sano era visto como algo secundario, para nada un derecho fundamental de las personas: una consideración que muchos lectores no faltos de razón pensarán que por desgracia sigue imperando hoy día.

Es más, el derecho humano al agua potable y de saneamiento, un derecho tan básico y tan esencial como el propio derecho a la vida (después de todo es condición indispensable para mantenerla) fue aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas del 28 de julio de 2010… ¡62 años después! Por eso es tan importante la campaña que ha organizado SEO/Birdlife.

“Pedimos a Antonio Guterres la incorporación de un nuevo artículo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos: un artículo 31 que reconozca el derecho a un medio ambiente sano.” De esta manera tan directa y determinante, tan de su estilo, se dirigía al Secretario General de Naciones Unidas via Twitter la Directora Ejecutiva de SEO/Birdlife Asun Ruiz.

Y para lograr que su petición sea atendida la delegación española de BirdLife International, una de las organizaciones conservacionistas más veteranas, de mayor prestigio, más influyente y con más socios del mundo, esta liderando una campaña internacional que incluye una recogida mundial de firmas y una acción de difusión a través de las redes sociales con el hastag #1Planet1Right.

Con apenas unos días de recorrido la campaña está resultando un éxito mundial sin precedentes. Ya ha recibido el apoyo del resto de las principales organizaciones conservacionistas y de algunas de las instituciones medioambientales más prestigiosas, incluidas varias agencias de la ONU. Pero necesitan también nuestro apoyo.

Como bien saben los lectores del diario, no suelo aprovechar la oportunidad que me ofrece eldiario.es para pedírselo, pero en este caso debo y quiero hacer una excepción. Porque créanme, aunque a muchos les pueda parecer una pérdida de tiempo y un esfuerzo baldío, ahora estamos en un momento trascendental de nuestra historia en el planeta. Dentro de unos días vamos a poner en marcha de nuevo la economía y el camino que escojamos para avanzar hacia el futuro va a determinar, no ya el futuro de nuestra sociedad, sino el de nuestra especie.

Ahora más que nunca necesitamos que un documento tan importante como la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconozca el derecho de todos a un medio ambiente sano. Porque si no asumimos entre todos ese precepto básico, sino edificamos el futuro sobre ese cimiento, estamos condenados a desaparecer.

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