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Por qué insisto en que debemos cuidar del medio ambiente

Movilización de jóvenes el pasado viernes 1 de marzo frente al Congreso.

José Luis Gallego

Mucha gente me hace la pregunta. Con todo lo que estamos viviendo en este país y en el resto del mundo, con la cantidad de motivos para perder la esperanza en el futuro de nuestra sociedad ¿de dónde sacas las fuerzas, la motivación para seguir invocando a la gente a cuidar del medio ambiente?

Miren, quienes nos dedicamos en cuerpo y alma a promover el cuidado del medio ambiente en este país somos gente apasionada. Un puñado de locos, la mayor parte agrupados en la Asociación de Periodistas de Información Ambiental que compartimos una gran afición por la naturaleza y estamos convencidos de que cuidar del medio ambiente es responsabilidad de todos.

Uno no se dedica a la comunicación ambiental porque se lo ha dicho su redactor jefe o la directora del programa en el que colabora. Ese camino conduce al fracaso inmediato. Para fascinar al lector sobre la belleza de nuestro planeta y alertar de los muchos males que le estamos causando hay que transmitir emoción: una emoción honesta, profundamente sentida.

La comunicación ambiental busca el pellizco, la conmoción, la sacudida del otro (lector, oyente, espectador) y eso solo se consigue desde la pasión por la naturaleza y el medio ambiente y el ejercicio honesto de este maravilloso oficio que es contar.

En mi caso, como habrá comprobado el lector a lo largo de estos cinco años de apuntes desde este rincón del diario, la pasión es mi principal herramienta de comunicación. Y estoy firmemente convencido de que comunicar el medio ambiente es necesario, incluso urgente. Con independencia de lo que esté pasando ahí fuera.

Mi propósito no es tan solo dar cuenta de un problema medioambiental y denunciar la causa, sino llamar la atención del lector e interpelarlo directamente a actuar. El ejemplo de las toallitas húmedas me viene bien.

Están generando un impacto ambiental de primerísima magnitud, además de provocar centenares de millones de euros en pérdidas. El fabricante que dice lo contrario miente cínicamente. Pero en todo caso, por favor: dejemos de echar las toallitas al váter. Noticia, denuncia y propuesta de acción.

El verdadero periodismo es intencional–decía Kapuscinski– se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio en el otro”. Y ese es el principal objetivo del periodismo ambiental: llegar al público, informarle, compartir conocimiento. Pero también pellizcarle, interesarlo y vincularlo emocionalmente con el hecho noticiable para promover en él un cambio de actitud que le lleve a un comportamiento más respetuoso con el entorno. Pero hay más.

En “Los cínicos no sirven para este oficio” (uno de sus libros fundamentales, publicado en España por Anagrama) Kapuscinski afirma que “Para ejercer el periodismo hay que ser, ante todo, un buen hombre o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

Esa es la actitud con la que he intentado siempre ejercer mi labor como divulgador ambiental. Creo sinceramente que la bondad –que no el buenismo– es una herramienta de alto valor para llegar al otro, para interpelarlo y llamar su atención sea cual sea el entorno informativo que nos rodee. Y la utilizo por muy crispado que esté el ambiente, sin dejarme contagiar por el desánimo. Por eso, aunque el ambiente general no invite a la colaboración, yo seguiré insistiendo desde este rincón de eldiario.es en que debemos cuidar el medio ambiente entre todos.

Porque la información ambiental tiene un rango superior y siempre lo va a tener. Porque hablamos de mejorar la calidad del aire que respiramos, de garantizarnos el acceso al agua, de acabar con el ruido que nos ensordece. De cómo acceder a una energía limpia, renovable y nuestra. De que estamos plastificando el mar y la vida salvaje se desvanece.

Insisto en que debemos cuidar del medio ambiente porque lo que le ocurre al planeta es trascendente para todos: ocurra lo que ocurra en la bolsa, cambien como cambien las fronteras, suceda lo que suceda en el mercado. Aunque muchos crean que viven en un mundo desgajado del planeta eso no es así.

Insisto en la necesidad de prestar atención a la crisis climática porque es la mayor crisis económica, política y social hacia la que nos dirigimos y el peor legado que estamos dejando a nuestros hijos. La comunicación ambiental está basada en la ciencia, no en la creencia: les cuento lo que es, no lo que creo que es.

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