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Jetocracia

Antón Losada

Era inevitable. El marianismo, esa forma informe de hacer política como si no la hicieras y lo único que te importara en esta vida fueran la Champions League y los editoriales del Marca, ha devenido en un régimen político singular: la jetocracia.

No le falta de casi nada al invento. Tiene sus instituciones propias, su reglas de funcionamiento y hasta sus propios servidores, los jetócratas, comprometidos liberales tan feroces en su defensa de la superioridad de lo privado sobre lo público como en el saqueo y asalto a toda clase de bienes y recursos públicos a beneficio propio. La España de Rajoy es hoy una jetocracia de manual. Todo se gobierna, todo se hace y todo funciona básicamente por la jeta.

España es hoy una jetocracia porque, en el mismo decreto, el Gobierno puede rebajar el recibo de la luz hasta las elecciones y subirlo al día siguiente para que los oligarcas de las eléctricas españolas no se enfaden y sigan financiando generosamente su campaña electoral.

España es hoy una jetocracia porque solo un gobierno jetocrático puede atreverse a anunciar que en el quinto presupuesto de la legislatura aumenta el gasto social hasta llegar a la mitad del total, cuando en realidad apenas se recupera la décima parte de lo recortado en años anteriores en Educación o Sanidad. A partir de ahí, el cielo es límite. Lo mismo se anuncia un aumento en el dinero para becas cuando apenas crece la mitad de lo que progresa el gasto en defensa, que se promete volver a bajar los impuestos después de haberlos subido tres veces más durante la legislatura.

La jetocracia no se improvisa. Tiene sus reglas. La primera y fundamental consiste en no dar jamás un paso atrás y, en caso de malas noticias, hacer como que acabas de llegar y no sabes de qué o quién te hablan. Cuántas mas tramas de corrupción aparecen en torno al partido y a su financiación, más se las presenta como pruebas del firme compromiso del gobierno en la lucha contra la corrupción. Y si se ponen pesados e insisten, siempre queda echarle más jeta y garantizar la unidad de España.

Pero nada como sus servidores, los jetócratas, para entender qué es y cómo funciona la jetocracia. España es una jetocracia porque puedes ser un liberal y predicar la cultura del esfuerzo y la excelencia y luego asegurar que el Estado te pague un puesto de embajador ante la OCDE para estar cerca del amor de tu vida, como el ex ministro Wert. Pero también puedes ser Jaime Miguel de los Santos Gonzalez, asesor de estilo y peluquería de la vicepresidenta Saénz de Santamaría y el hombre que le llevan las bolsas de la compra a la mismísima esposa del presidente Rajoy, y acabar de director general de Promoción Cultural en el gobierno de Cristina Cifuentes.

Como diría el gran Julio Iglesias, me encanta España, tierra de las oportunidades y cuna de la jetocracia.

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