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Lectura catalana

Puigdemont y Torra

Javier Pérez Royo

Los resultados de la encuesta del CIS dados a conocer este martes tienen múltiples lecturas. Dado que se trata de una encuesta previa a unas elecciones generales, doy por supuesto que la mayor parte, por no decir la casi totalidad de los comentarios, se centrarán en una interpretación española de dichos resultados.

Voy a centrarme, por ello, en una interpretación distinta, privilegiando la perspectiva que los resultados nos avanzan sobre el posible desenlace en el futuro inmediato de la lucha por la hegemonía en el interior del nacionalismo catalán. Dicho desenlace no es importante exclusivamente para Catalunya, sino también para España, por razones que el lector no creo que necesite que se hagan explícitas.

Los resultados del CIS de esta semana coinciden sustancialmente con los resultados del CEO de la semana pasada. Parece, por tanto, que indican una tendencia consistente. Todo parece apuntar que la pugna continuada entre ERC y lo que podemos denominar “espacio convergente” se dirige a una victoria clara del primero. La distancia entre ambas opciones políticas es de dimensión considerable tanto en los resultados del centro de estudios catalán como en los del centro de investigación español.

Hay que ser precavidos, no obstante, ya que también en las elecciones del 21 de diciembre de 2017 parecía segura la victoria de ERC sobre la opción liderada por Carles Puigdemont y al final fue este último el que acabó imponiéndose. La resiliencia del “gen convergente”, como suele decir Enric Juliana, ha deparado sorpresas en el pasado y no se puede descartar que las siga produciendo.

Pero parece improbable que en las inmediatas convocatorias de abril y mayo, generales, municipales y europeas, la opción liderada por el expresident de la Generalitat pueda quedar por delante de la opción liderada por el exvicepresident. Y lo que está en juego es la influencia en la dirección política del Estado a través de la investidura del Presidente del Gobierno de la Nación, el gobierno de Barcelona en primer lugar, pero también, a continuación, el poder municipal y provincial en Catalunya en general, con los gobiernos de municipios y diputaciones provinciales, que pueden ser conquistados por primera vez por ERC y el enfrentamiento directo entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en las elecciones europeas.

Las encuestas son encuestas, pero si los resultados de los estudios del CEO y del CIS se acabaran confirmando el 28 de abril y el 26 de mayo, no solamente es posible, sino hasta bastante probable, que Carles Puigdemont quedara apartado de la vida política y que el “espacio convergente” tuviera que iniciar su recomposición como opción política prescindiendo de su liderazgo. Las grietas que hay en la opción política que procede de la antigua convergencia son muy visibles y los resultados electorales que apuntan las encuestas para abril y mayo conducirían casi inevitablemente a la desintegración de dicha opción política en su configuración actual.

Tras las elecciones generales, municipales y europeas de abril y mayo, si los estudios del CEO y del CIS aciertan, va a resultar prácticamente inevitable que no se convoquen elecciones autonómicas en el otoño, independientemente de la sentencia que sea dictada por el Tribunal Supremo. Con esos resultados electorales es imposible que pueda resistir el Govern presidido por Quim Torra. Tras esa triple derrota por goleada, no creo que el espacio convergente pudiera concurrir con una candidatura encabezada por Carles Puigdemont. Unos resultados electorales como los que pronostican el CEO y el CIS suponen el fin de Carles Puigdemont como dirigente del nacionalismo catalán.

Por eso tengo la impresión de que estamos ante una sacudida mucho más intensa en el subsistema político catalán que en el sistema político español. La desaparición de Mariano Rajoy era la primera condición para que se pudiera iniciar la búsqueda de una solución a la integración de Catalunya en el Estado. Para eso sirvió la moción de censura, que Carles Puigdemont no quería. La desaparición de Carles Puigdemont venía a continuación. Tal vez por eso él no quería la moción de censura. Al final va a ser la triple convocatoria electoral de abril y mayo la que se lo va a llevar por delante.

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