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Miserias mediáticas del 2021

Manel Monteagudo, que dijo haber despertado de un coma de 35 años.

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El inicio de un nuevo año es un buen momento para plantearse proyectos de mejora y cambios para el año entrante. Pero quizá también pueda ser buena idea revisar los errores del año que queda atrás para intentar enmendarlos. Es lo que intentaré hacer en esta columna, repasar errores del 2021, porque lo de enmendarlos, como siempre sucede en los temas de medios de comunicación, no está en las manos de las audiencias y lectores. Pero al menos tomemos nota y que no nos pasen desapercibidos.

El pasado año comenzó con una gran defensa de la libertad de expresión por parte de la Asociación de Medios de Información (AMI), un cártel integrado por 80 cabeceras de prensa. La hicieron celebrando que el Tribunal Supremo les aceptaba el recurso que interpusieron contra el Real Decreto que limitaba drásticamente los anuncios de los operadores del juego y los patrocinios deportivos de las casas de apuestas. Y es que, según datos de la Dirección General de la Ordenación del Juego, estas casas de apuestas inyectaron en los medios durante 2018 170 millones de euros en publicidad, y en 2019 otros 183 millones. O sea, lo que para ellos es la libertad de expresión.

En marzo, Telecinco, la misma televisión que hacía caja teniendo de comentarista a Antonio David Flores, de profesión ex marido de Rocío Carrasco, de profesión hija de Rocío Jurado, vuelve a hacer caja con un show en el que la hija de la cantante denuncia haber sido víctima de maltrato de manos de ese ex marido. De modo que hicieron negocio con el marido vilipendiando a su esposa en el plató y luego, en el mismo plató, con la esposa denunciando el trato del marido. Para redondear la miseria semanas después airean la denuncia de agresión de la hija, Rocío Flores, contra su madre. Bueno, pues eso lo vendieron como un ejemplar trabajo mediático de sensibilización contra la violencia de género. Pero a mí me pareció más un ejemplo de sensibilización hacia lo que les daba dinero.

Jordi Évole entrevista en abril en LaSexta a Miguel Bosé para que, entre otros temas, nos cuente sus absurdas tesis sobre el Covid y las vacunas. Y en diciembre, en el diario El Mundo, Jaime Peñafiel le llama imbécil y le desea la muerte al cantante por su posición antivacunas. Luego el diario se disculparía. Ya tenemos tres “scoops” periodísticos a base de humo para entretenernos: el discurso de Bosé, el insulto a Bosé y la disculpa del insulto.

Escandalizarse también da su resultado comercial. La izquierda se indignó porque C. Tangana salió en un tuit rodeado de mujeres sensuales en la cubierta de un yate, y la derecha porque Zahara aparecía en el cartel anunciador de su concierto en Toledo, vestida como la Virgen María y con un niño en brazos, simulando una madonna renacentista. Luego vino el vídeoclip en la catedral de Toledo de C. Tangana y Nathy Peluso, allí se enfadó una parte de la Iglesia (no toda, porque algún responsable aceptó cobrar 15.000 euros por permitir la grabación). Los medios se sumaron siempre al ruido de las redes y así es como los publicitarios de ambos artistas lograron su objetivo.

Las tenistas también han dado mucho juego este año. En mayo, la número 2 del mundo, Naomi Osaka, es noticia porque comete el sacrilegio de no conceder conferencias de prensa por motivos de ansiedad, y por ello el torneo Roland Garros la multa con 15.000 dólares y termina abandonando el torneo. Y es que lo más importante no es jugar bien al tenis sino participar en el espectáculo de los medios.

Y luego está la tenista china Peng Shuai, que todos los medios occidentales dieron por desaparecida por el gobierno chino porque llevaba dos semanas sin conectarse a las redes. La tenista apareció más tarde y dijo que todo estaba bien, pero la duda seguía instalada en los medios occidentales. El origen de todo ello era un mensaje de la tenista en una red social, que borró al poco, en el que se dirigía a un alto cargo del Partido Comunista Chino, con quien tuvo una relación amorosa extramatrimonial.

También tenemos algún ejemplo de cómo funciona laboralmente el periodismo para los profesionales. Como el caso del periodista y escritor Guillermo Busutil, Premio Nacional de Periodismo Cultural 2021, que tras cuatro décadas de profesión se quedó sin trabajo hace dos años y afirmaba: “No tengo contrato, soy el típico perfil de periodista cultural actual. Vivo en la independencia y la precariedad”. El otro caso es el de Sandro Pozzi, con más de 25 años de profesión y afincado en Nueva York, desde donde colaboraba para LaSexta, Europa Press, El País o La Información, anunciaba que se volvía a España porque su situación laboral no le daba para sobrevivir allí.

Y es que la información internacional que nos llega deja mucho que desear. Pudimos comprobar a todos los medios “informando”, desde semanas antes de una manifestaciones y movilizaciones de protesta en Cuba para el 15 de noviembre que nunca sucedieron.

Visto lo visto, es normal el resultado del estudio de Atresmedia sobre la incapacidad de los ciudadanos de detectar las fake news. Un 79% de los encuestados consideraron cierto el titular “Trump ofrecerá billetes de avión gratis de ida a África y México para quienes quieran abandonar EEUU” y un 54% también el de “Congelan a una mujer para revivirla en el futuro”. Ambos eran falsos. En cambio el 59% consideraron falso el titular “15.000 científicos advierten a la humanidad sobre una próxima extinción masiva”, a pesar de que era verdadero.

Hemos aprendido que ser verdad o no, es algo irrelevante para muchos periodistas. Lo importante es que consiga audiencia. Por eso estuvieron semanas tratando el asunto de que venía un gran apagón eléctrico, mientras especialistas y responsables no cesaban de repetir que era imposible. Cualquiera se resistía a leer unas informaciones que anunciaban que toda Europa se iba a quedar sin electricidad.

Y por supuesto, no podían ignorar la noticia y las entrevistas a un hombre que decía haber despertado tras estar 35 años en coma, durante los cuales se había casado y tenido dos hijas. Es absolutamente absurdo que eso sea verdad, pero no me negarán que era una sugerente y rentable noticia.

Les advierto, este año no creo que sea mucho más decente en términos periodísticos, pero al menos vayamos mejorando nuestra capacidad de autodefensa.

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