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Mucha gente este 24 de mayo

Olga Rodríguez

Hay algo novedoso en estas elecciones municipales y autonómicas, que sin duda se estudiará en los libros de historia: gente haciendo política. Agrupaciones ciudadanas como Barcelona en Comú, Ahora Madrid, Marea Atlántica o Zaragoza en Común, entre tantas otras, han irrumpido en el escenario electoral demostrando que se puede hacer y concebir la política de un modo mucho más plural y democrático.

En ellas participan activamente muchos de los jóvenes que hace cuatro años, con el estallido del 15M, veíamos en las plazas indignándose y reivindicando un modelo realmente representativo que no diera la espalda a los intereses de la mayoría. Desde entonces hasta ahora se han desarrollado tejidos sociales y políticos activos, comprometidos y conscientes de que las buenas noticias tienen que empezar por nosotros mismos. “Tenemos que crearlas, no esperar a leer sobre ellas a la mañana siguiente”, escribía estos días un joven integrante de Ahora Madrid.

Frente a un modo de entender la política como un simple instrumento del bipartidismo, miles de personas conciben su labor en las agrupaciones ciudadanas que se presentan a las elecciones no como una profesión, sino como un compromiso. Lo están dando todo y, mientras lo hacen, siguen tejiendo para el futuro, porque el 24 de mayo es solo un paso más en un camino de largo recorrido.

Formaciones que existen solo desde hace meses -pero que han recogido frutos de los últimos 4 años desde el 15M- optan según las encuestas a ser una fuerza destacada e incluso decisiva. Tales agrupaciones están compuestas de ciudadanos haciendo política: no dependen del poder financiero porque no han querido pedir grandes créditos a los bancos, prefieren financiarse por microcréditos o directamente a través de crowdfunding, es decir de las aportaciones económicas de la gente. Gracias a eso gozan de una independencia inédita: no tienen vínculos con grandes empresas ni con grupos mediáticos, no deben favores a la banca, nadie les podrá exigir trato preferencial en futuras concesiones de contratos.

Desde fuera de España se observa estas iniciativas con gran atención. Por ejemplo, esta misma semana el diario británico The Guardian escribía que Ada Colau representa la esperanza contra la desigualdad y la corrupción. En España los gobernantes han desatendido a la mayoría para servir a una minoría. Frente a ello, surge una política vinculada a la calle, organizada de abajo a arriba, consciente de que las formas son fundamentales y de que ser muchos y estar unidos es la mayor arma contra esta guerra sin balas que nos declararon hace tiempo. Su poder, puesto en común, tiene una fuerza exponencial.

Hablando con integrantes de estas agrupaciones ciudadanas, viendo cómo se organizan y trabajan, o echando un simple vistazo en sus redes sociales se puede captar la esencia de lo que son. “Personas que creen que las cosas pueden ser de otra manera”, escribían este martes desde la cuenta de Ahora Madrid, la agrupación ciudadana que se presenta con la exjueza Manuela Carmena al frente como candidata a la alcaldía. “Este mes está siendo extenuante y hermoso. De esto que cuando ya no puedes más en lugar de venirte abajo te entra la risa floja, y esto es gracias a los y las compañeras con las que uno comparte fatigas y ganas”, ha escrito en su Facebook Nacho Murgui, segundo en la lista de Ahora Madrid.

Se está reinventando la política para devolvérsela a la gente. “Somos gente corriente haciendo cosas extraordinarias”, dice el candidato de Marea Atlántica Xulio Ferreiro. “La felicidad es incompatible con una sociedad cruel”, suele señalar Manuela Carmena. “La política es el arte de juntarse con los demás y construir en común para mejorar la sociedad. Es también deseo y alegría. La política es comunidad. Nunca me perdonaría dejar de ser quien soy por un puñado de votos”, afirma Ada Colau.

Hay en este modo de actuar y de pensar un protagonismo especial y fundamental de las mujeres. Mujeres que desde el principio llenan las plazas, las comisiones de trabajo, los grupos de barrio. Por ejemplo, el comité de campaña de Barcelona en Comú -formación encabezada por Ada Colau- en el barrio de Sarría está constituido sobre todo por mujeres de 50 años para arriba. Ellas llevan las redes sociales, organizan los actos, cuelgan los carteles. De ellas y de tantas otras ha dicho Colau: “Ganemos o no las elecciones ver a tantas mujeres, mayores y jóvenes, empoderadas y con ganas de participar activamente en la vida política ya es una forma de ganar”.

Son tiempos en los que tenemos que entender el optimismo como una militancia, no desde la ignorancia o la ingenuidad, sino siendo conscientes de que es imprescindible tener ilusión y esperanza para poder cambiar las cosas. Es ese optimismo, unido a la necesidad de detener tanta infamia, el que ha juntado a mucha gente distinta con intereses comunes.

Esa gente nos está dando una lección porque ha demostrado que se puede hacer política de forma diferente. Y eso, de por sí, es ya una victoria. Este domingo 24 se puede optar por más de lo mismo, por la perpetuación de las políticas al servicio de una minoría, o podemos elegir recuperar nuestras ciudades y nuestras comunidades autónomas para ponerlas al servicio de la mayoría social. Es posible, porque ha pasado otras veces en la historia. Y, sobre todo, es urgente.

Como ha dicho la candidata de Ahora Madrid Manuela Carmena, “los conservadores siempre han creido que el mundo no podía cambiarse. A los que hemos insistido en que solo gracias a los innovadores sociales se han logrado las grandes conquistas de la humanidad, nos han llamado utópicos siempre. Pues sí, somos utópicos porque queremos una democracia absolutamente diferente”.

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