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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Yo te nombro, libertad

Elisa Beni

En nombre de todos. Por tu nombre verdadero. Libertad. Porque no es una palabra más. Es la palabra. Es el concepto. La chispa de nuestra humanidad. La libertad. Por ella los hombres han peleado, han muerto, han sufrido daños y torturas. La gran lucha. La libertad. Ella sola llena de sentido todo un ordenamiento jurídico. Libertad, escribir tu nombre y declinarlo en todos sus modos. Libertad de expresión.

Cada vez es más palmaria y más dolorosa tu ausencia de muchos corazones que ni entienden ni quieren entender tu significado. Y son los de personas que nos gobiernan o nos juzgan. Personas que dirimen sobre nuestra vida y sobre tu existencia. Libertad.

En Madrid hay una delegada del Gobierno que no lleva grabada en el alma tu ansia sagrada. Ha llegado hasta allí sin entenderte y sin respetarte. Y se ha sentado en una reunión con representantes de las policías que tampoco te entienden. No lo hacen puesto que no les importas. No saben que sin ti nada es posible. Nadie les grabó a fuego en el alma que ante la duda, siempre, siempre, siempre, la solución preferida debe llamarse como tú, libertad. No les gusta “el lío”, como a sus jefes. Y lo que no les gusta no tiene cabida, como si tú, libertad de expresión, no fueras precisamente la salvaguarda de que todos aquellos que no nos gustan puedan hacer resonar su opinión. Que más vale un insulto sin corregir que una libertad conculcada. “Bendito sea el caos porque es síntoma de libertad”, decía el viejo Tierno Galván.

Pero es que ni Dancausa, ni su jefe el ministro del Interior, ni el jefe de todos ellos que ha legislado contra ti. Ninguno siente que sin ti, libertad de expresión, la democracia es un saco vacío de sentido. O lo saben pero no les importa. Y con ellos muchos ciudadanos adocenados que pretenden que “seguridad”, “orden”, “gente de bien”, sean conceptos equiparables en el mismo plano a ti, libertad, sin quien no seríamos lo que decimos ser por mil constituciones que adoráramos. Y así te sacrifican en un altar al que pretenden llamar Estado de Derecho, siendo que tal Estado no puede existir sin libertad de expresión. Es tan sagrado ese derecho que bien haría Fernández Díaz en tener una charla sobre esto con Marcelo para que el ángel custodio le recuerde que su profeta fue perseguido por aquello que opinaba y predicaba. La verdad os hará libres y no retorcer las leyes os hará decentes.

Tampoco es devoto de la libertad algún juez que primero manda a chirona a unos titiriteros, sin ver siquiera la obra que representaban, y luego los suelta ante el escándalo pero los mantiene imputados. Ni asociaciones que tienen la flema de llamarse Dignidad y Justicia cuando no defienden ni una cosa ni la otra. Es ignominioso que Portero se quedara huérfano por un asesinato terrorista pero eso no le da carta de naturaleza para intentar utilizar la Justicia a favor de su ideología política purgando y castigando a los que no piensan como él. Vox son muy pocos. Y también duelen esas víctimas, algunas, que pretenden purgar y censurar y amordazar a todo aquel que dice cosas que no les gustan. La humillación no consiste en que uno diga que se siente humillado. La libertad de expresión incluye que te molesten y que te critiquen y que expresen opiniones que no te gustan. También aquellas que molestan a tus creencias. No vale envolvernos en un “Charlie” efímero para luego sentirnos profanados por una protesta laica en un templo colocado donde no debe estar. El nombre de la libertad es el que dibuja a Alá y a Mahoma aunque sea pecado para ellos. El nombre de la libertad es el que hace chistes con Cristo o lo cocina. La libertad nos protege a todos de la conciencia de los demás. Incluso de la conciencia de los jueces. Debería.

Por el miedo que te tienen. Por la forma en que te atacan. Por los hijos que te matan. En este país en el que en menos de cinco décadas se ha pasado de susurrarte por los rincones a educar generaciones que sólo te aman como expresión económica de deseos satisfechos o aún por saciar.

En nombre de todos. Yo te nombro, libertad.

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