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Una radiografía económica de los dos primeros años de Gobierno de Rajoy

Economistas Sin Fronteras

José Domingo Roselló —

Estas son dieciséis cifras que describen a grandes rasgos el estado de la economía española dos años después de la llegada al Gobierno del Partido Popular.

El porqué estas cifras y no otras es sencillo, por cubrir cuatro grandes áreas: PIB, empleo, finanzas públicas y una cuarta que podríamos llamar 'lo menudo', que dan cuenta de los cambios más reseñables.

Las principales conclusiones:

  • El PIB ha dejado de disminuir para empezar a crecer... a un 0,1%. El FMI y la OCDE auguran que para 2015 llegaremos al 1%. Crecimiento, sí, pero demasiado bajo, con escasísimas posibilidades de crear empleo.
  • El balance de empleo, paro e inactividad muestra los efectos de la política económica recomendada por Bruselas y el FMI, aplaudida y aplicada a rajatabla localmente.
  • La prima de riesgo ha disminuido –llegó a estar cerca de 700 en 2012– desde que el BCE lanzó aquel decidido “whatever it takes” (lo que sea preciso) para defender la unidad del euro. Estas acciones, junto con la mayor relajación a la hora de cumplir los objetivos de déficit, constituyen la principal razón de la mejoría económica experimentada.
  • El déficit sigue estando en torno del 8%. Ni los recortes masivos, ni las subidas del IVA y del IRPF, han logrado cerrar apreciablemente la brecha.
  • La deuda ha aumentado 25 puntos. Algunos cálculos hablan de que en la totalidad de este 92%, 200.000 millones de euros responden a las diversas acciones llevadas a cabo para apoyar al sistema financiero desde que se originó la crisis.
  • El salario medio real ha descendido entre un 2% y un 3%, dinámica propiciada por la reforma laboral. En relación con ello aparecen riesgos, aún no confirmados, de deflación. Aun así, el Ibex mejora; también han progresado los beneficios empresariales. Por el momento, la carga de los ajustes parece centrarse en los asalariados (bajada de salarios-paro-recortes en servicios públicos).

Sin embargo, lo más llamativo del cuadro es que el Gobierno de Rajoy no ha tenido capacidad de decisión sobre las medidas de política económica que realmente afectan. A saber: la política de austeridad ordenada por Bruselas y su posterior relajación, incluido el apoyo del BCE.

Sólo la reforma laboral es una creación estrictamente patria. Supongámosla bien orientada, incluso así, su resultado en la presente coyuntura juega en contra del Gobierno: en fases de crisis, como la presente, propicia bajadas salariales, ERES y despidos; para que se noten efectos positivos, necesita que la economía crezca al menos por encima del 1%.

No obstante, hemos estado debatiendo de economía incesantemente. Ya sea con Cristóbal Montoro y los aumentos salariales que nadie más conoce, ya sea con los rescates financieros, que son “préstamos en condiciones favorables”. Esos que “no cuestan a los contribuyentes españoles” aunque luego les pasen la factura. Añádase a ello el dilucidar si un 0,1% de crecimiento es salir de la crisis o de la recesión, sumémosle si entra dinero “a chorros” de los inversores internacionales o son gotas, o no son nada. Cada semana hemos tenido un hueso económico que roer, de un Gobierno que, en este negociado, no tiene otra lección que esperar a lo que venga de Bruselas para aplicarlo.

Lo verdaderamente notable es lo que ocurría mientras hablábamos de estas cosas: se desmantelaban los servicios públicos, se acababa con la independencia de TVE, Wert hacia una reforma educativa a la medida de los sectores conservadores populares, Gallardón mandaba la legislación sobre el aborto 40 años atrás en el tiempo y empezaba a cobrar por la Justicia, se laminaba a la Agencia Tributaria, y un largo etcétera.

El legado de Rajoy, cuya principal baza electoral fue la economía, está, sin embargo, verdaderamente manifestado en esos ejemplos citados, menos asépticos. No va a ser un legado de gestión, que no posee y que no ejerce, sino principalmente ideológico: una sociedad con los servicios públicos depauperados, en manos privadas; de empleo precario; de salarios bajos; desigual en las oportunidades; una sociedad donde al que mucho tiene se le anulan leyes o se le echan funcionarios, y donde al que poco tiene se le ponen cuchillas en la frontera, estrictamente en función de si se ve negocio detrás o no.

Atentos, esto es lo verdaderamente preocupante y por lo que se le debería evaluar cuando llegue el momento.

Este artículo refleja exclusivamente las opiniones de su autor.

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