Sánchez está amarrando la legislatura
A quien se le está haciendo larga la pre-investidura es a Alberto Núñez Feijóo. Cada día se le nota más perdido, mientras su rival, Pedro Sánchez, transmite la sensación de que tiene muy claro el camino que tiene que recorrer. Sólo una sorpresa, cada vez más descartable, podría provocar la repetición de las elecciones. Y Sánchez ya trabaja ahormando la legislatura que viene sobre cuya duración no tiene sentido hacer cábalas, pero que todo indica que va a durar, como poco dos o tres años.
El pacto que acaban de firmar el PSOE y Sumar adquiere todo su sentido a la luz de esa perspectiva. Porque aleja la posibilidad de graves disensiones, y de crisis, dentro del futuro gobierno de coalición. Y eso no es poco cuando las mayorías parlamentarias son tan difíciles de conseguir. La experiencia del tormentoso pacto entre los socialistas y Podemos no se va a repetir. El partido fundado por Pablo Iglesias ha emprendido el camino hacia la irrelevancia y sus exabruptos mediáticos no van a poder cambiar ese sino. Yolanda Díaz manda en el espacio que hay a la izquierda del PSOE.
Ese es un dato importante de la situación. El otro es que el PP no sabe por dónde tirar. Tras el fracaso del cada vez más incomprensible intento de investidura, el líder de la derecha concentra todos sus esfuerzos en propiciar que haya una repetición de elecciones. Hasta el punto de elogiar a Puigdemont con ese fin. No es aún del todo seguro que Junts vaya a votar “sí” a Sánchez en las Cortes, pero hay cada vez más indicios de que eso es lo que va a ocurrir. El que el Círculo de Economía de Barcelona, el más influyente colectivo empresarial de Cataluña, haya aceptado finalmente la amnistía sugiere que por esos pagos la cosa está muy hecha. El intento de acercamiento de Feijóo a Puigdemont justo en estos momentos hace pensar que él y sus asesores están perdiendo el sentido de las cosas.
Isabel Díaz Ayuso no ha dejado escapar ese desliz para meter el dedo en el ojo al líder del PP. Esta vez diciendo algo así como que comprende que se equivoque pues el pobre bastante tiene con lo que le ha caído encima. No se pueden hacer pronósticos precisos, pero está cada vez más claro que Núñez Feijóo tiene los meses contados a la cabeza de la derecha. Y que la presidenta madrileña es la candidata más sólida para sucederle.
Ayuso está a la ofensiva. Tras unas semanas de discreto silencio ha vuelto a la carga, con intervenciones casi diarias en los medios. Con un hilo conductor para todas ellas: el de ser tan radicalmente derechista como Vox. O más. Está cada vez más claro que su oferta a los poderes fácticos y a la militancia del PP es que ella es la que puede hacerse con el espacio electoral del partido de Santiago Abascal en toda España, tal y como ha hecho en Madrid. Y ganar así las elecciones de dentro de cuatro años.
Los aires ultrancistas que cada vez corren con más fuerza en la derecha y en los poderosos medios que apuestan a esa carta favorecen ese proyecto. Como no se dé prisa en salir a la palestra, la posibilidad del andaluz Juanma Moreno de disputarle la presidencia del PP puede quedar en nada en breve tiempo.
Todo lo que hasta aquí se ha señalado está tomando forma en estos días de espera a la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Es verdad que no hay noticias, que la discreción de los negociadores está siendo férrea. Pero en este periodo que algunos piensan que es de paréntesis están pasando cosas importantes, que van a marcar la legislatura que viene.
Seguramente también en terreno de la negociación con los nacionalistas e independentistas. Y no tanto en el de las declaraciones de principios, desde la amnistía al alejamiento de compromisos respecto del derecho a decidir, sino en el de la política concreta. Es decir, el de la financiación autonómica, las trasferencias, la deuda de las comunidades y la multitud de cuestiones que se inscriben en esos capítulos. Eso debe ser lo que está alargando la negociación. Porque son asuntos complejos, porque el avance en no pocos de ellos lleva un retraso de años y años y porque las rivalidades políticas entre los actores de cada territorio –entre el PNV y Bildu o entre Junts y Esquerra– los ponen aún más difícil.
Pero si el PSOE consigue ahormar acuerdos mínimamente ambiciosos en esos frentes, el trabajo pendiente de la legislatura estará en buena medida avanzado. Con la particularidad de que inevitablemente esos acuerdos, que afectarán también a las comunidades no nacionalistas, terminarán llevando cuando menos a conversaciones con los dirigentes regionales del PP, que son mayoría en el panorama estatal. Y eso, que no es para hoy pero sí para pasado mañana, puede influir y no poco en la dinámica interna del primer partido de la derecha y quién sabe si también limitar la pujanza de Isabel Díaz Ayuso.
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