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Sánchez sale de la zona de confort

Un momento de la entrevista a Sánchez en el programa de Carlos Alsina.

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Que esta campaña se librará, en buena medida, en los medios de comunicación es algo que, salvo Feijóo, los líderes políticos tienen más o menos asumido. Por la fecha de las elecciones, por el escaso lapso entre municipales y generales y porque el formato mitin, que sirve sólo para movilizar a los convencidos, hace tiempo que da síntomas de agotamiento.  En este marco se mueve La Moncloa ante el 23J.

La novedad es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido salir de su habitual zona de confort mediática y bregar en medios hostiles hasta ahora no frecuentados. Se estrenó este lunes en Onda Cero con Carlos Alsina, en una entrevista en la que el periodista puso negro sobre blanco sus contradicciones y  el incumplimiento de la palabra dada. A falta de un Feijóo dispuesto a debatir con el presidente, ahí estaba Alsina para rebatir uno tras otro sus argumentos.

Sin tregua ni cuartel, la conversación derivó en un cuerpo a cuerpo nada fácil para un jefe de Gobierno que reconoció haber cometido errores, cambiado de opinión en asuntos nucleares por responsabilidad de Estado y asumido el desgaste por el feminismo excluyente practicado por su ministra de Igualdad. Sánchez se prestó así a una exposición de alto riesgo que, pese a todo, cree que le suma más que le resta porque ayudará a desmontar bulos y a situar a Santiago Abascal en el epicentro de un hipotético gobierno presidido por Alberto Núñez Feijóo.

Y todo sin perder la calma ni la sonrisa cuando Alsina se descolgó con preguntas que pudieron servir de dinamita para el anti sanchismo, pero de escaso interés político: ¿Qué ve cuando se mira al espejo? ¿Es usted un hombre de palabra? ¿Por qué nos ha mentido tanto? El empeño del periodista por abundar en la personalidad del presidente debió resultar un ejercicio muy edificante para quienes tienen decidido votar sólo para echar a Sánchez por despecho, por indignación, por rencor, por rabia, por revancha o por nostalgia, no porque frente a él haya un proyecto ilusionante o un liderazgo seductor e inapelable.

Pero no está tan claro que una entrevista a la ofensiva como la de Alsina convenciera a quienes dudan entre votar o quedarse en casa, ni a quienes habiendo votado alguna vez PSOE sopesan si hacerlo ahora por el PP, ni a quienes aun en sintonía ideológica con el partido de Feijóo rechazan el casamiento con Vox y mucho más que Abascal pueda ser vicepresidente del Gobierno de España.

A juzgar por la pericia y el sosiego con que Sánchez sorteó las interpelaciones más incómodas sobre Bildu, los indultos o los efectos de la ley del solo sí es sí, habrá quien haya visto a un presidente que no se arredra, que asume el desgaste provocado por sus decisiones más controvertidas y que tiene como objetivo reconquistar el voto de quienes le apoyaron en 2019 y hoy aún dudan, entre otras cuestiones, por haberse instalado en la opinión pública el falso marco de que gobierna con Bildu. ¿Conoce usted a algún ministro de Bildu en España?, le espetó al periodista. “No hay acuerdo de gobierno. Ha habido acuerdos puntuales sobre leyes concretas. El PP ha convalidado 51 decretos leyes mientras que Bildu sólo 49. ¿Significa que hemos gobernado con el PP? Nadie dice eso”.

Lo que sí se ha dicho por activa, pasiva y perifrástica en los medios durante cuatro años es que Sánchez afirmó que no dormiría por las noches si gobernara con Podemos cuando lo que literalmente dijo fue que no hubiera sido capaz de conciliar el sueño si hubiera aceptado la imposición de los morados de dirigir las carteras de Hacienda, Transición Energética, y Seguridad Social. Tres ministerios de Estado que el PSOE nunca cedió. Eso lo aclaró Alsina y Sánchez se lo agradeció, aunque la puntualización llegara demasiado tarde. Eso también forma parte de las obligaciones de los medios de comunicación, en los que Sánchez lamentó que haya cierta desproporción entre los mensajes que difunden y la realidad sociológica española. 

Que la respuesta  de una parte de la trompetería mediática de la derecha al resultado de la entrevista fuera que hay que reconsiderar la posibilidad de celebrar debates electorales para negar ese espacio a Sánchez es la mejor prueba de que al aspirante a la reelección no le fue tan mal en su cuerpo a cuerpo con Carlos Alsina. De lo contrario, habrían pedido una segunda vuelta para hoy mismo. 

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