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Los soviets y los putos chinos

Ruth Toledano

Esperanza Aguirre se paseó por calles y platós con una soberbia tan vulgar como su rabia posterior. De la bajeza y el insulto en una campaña electoral que dejó patente la calaña de la aristócrata a unas declaraciones postelectorales tan delirantes que han puesto en cuestión su salud mental. Todo ello pasando, al conocer los resultados de las urnas, por una pataleta tan infantil como vergonzosa. Aguirre, que iba a la alcaldía de Madrid a poner un ostentoso broche final a su carrera política, está en serio peligro de quedarse con el desprecio de todos, empezando por los suyos.

Lo que ha empezado a suceder es que las alcaldías y el resto de gobiernos no se quieren ya feudos curriculares y personalistas sino instituciones por y para los ciudadanos, con todas las dificultades de entendimiento y negociación de las diferencias que haya que afrontar. Lo que ha fracasado, con ella, es un modelo de hacer política que a la mayoría repugna y a su partido ha dado una lección. Nada es lo mismo desde el 24M y el PP toma nota con pulso visiblemente tembloroso. Máxime cuando la debacle que representa la aristócrata psicótica coincide con el delito de “organización criminal” que el juez De la Mata cita en la apertura de juicio por la caja B de sus cuentas y con la detención de Serafín Castellanos, Delegado del Gobierno en Valencia.

La alusión que hizo Esperanza Aguirre a los soviets en los distritos madrileños viene a simbolizar, en su desvarío, la descomposición oficial del Partido Popular. Han ayudado, claro está, los calorets de Rita Barberá, las cacerías de Castellanos, las peleas en barro leonés del ministro Soria, las seudodimisiones de Fabra, Bauza y Rudí, las amigas invisibles Cospedal y Sáenz de Santamaría, y el experto en comunicación en plasma Rajoy. Es decir, la banda mafiosa que investigan los jueces. La mala suerte está echada para el PP.

A todas estas, Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, Froilán para la plebe y Pipe para los amigos, se va al Parque de Atracciones de Madrid, se quiere colar en la montaña rusa, un chaval de aspecto oriental le insta a que respete su turno y el Borbón responde a lo aristócrata, estilo Espe: “Tú cállate, puto chino”, le suelta al súbdito que osó defender su derecho constitucional de ser igual ante la ley y ante la cola. No contento con ser xenófobo, clasista y grosero, hizo valer ante los presentes su condición de cuarto en la línea de sucesión al trono de España. Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón hizo gala de ser un niñato impresentable que se merece un par de esas que te metían en la educación tradicional que añoran los de su clase.

Podemos sacar del comportamiento de Pipe conclusiones similares a las que sacamos con el de la exlideresa condesa. Por lejos que esté del trono y de alcanzar la madurez mental, Froilán puede representar, como Esperanza Aguirre, la descomposición de una Corona que ya no es capaz de sostener ni un impertérrito Felipe VI. A fin de cuentas, el insolente Pipe no hace más que seguir la estela de descomposición moral de su abuelo Juan Carlos, su tía Cristina y su taurina madre. Recordemos, por cierto, que el yayo también es mucho de mandar callar.

Lo que fue a dejar patente el patán Froilán en el Parque de Atracciones es una pregunta que pronto habrá que contestar: qué narices pinta ya aquí la Familia Real. Entre otras cosas, el cuarto en la línea de sucesión andaba por allí con una escolta que pagamos todos a través de los presupuestos del Ministerio del Interior. Solo un pico de lo que nos cuesta mantener a una institución obsoleta e inútil, además de corrupta y cómplice de tortura animal: ya fuera por gusto personal o por consejo de sus asesores, que Felipe VI asistiera a Las Ventas el otro día fue una decisión desastrosa para él y para la Corona, por lo que tiene de desprecio a la mayoría de los españoles, que rechaza esa cruel práctica.

De modo que el puto chino de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, Excelentísimo y Grande de España, tiene el valor simbólico de los soviets de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Bornos y Grande de España también: demuestra que ese viejo mundo suyo de privilegios, abusos y demencia de sangre azul no tiene cabida en el futuro de nuestra democracia.

Dicen que la atracción a la que quería colarse el chaval Borbón se llama El Abismo. No hacía falta que se colara: en el abismo ya están él y los suyos. Como está la condesa chalada, a la que apenas 400 personas fueron a defender a la concentración convocada al efecto en Colón. Personas, eso sí, que insultaron, golpearon y amenazaron de muerte a los periodistas, dejando así constancia de su calaña.

El cambio ha empezado. Estos dos esperpénticos personajes lo personifican a su pesar. No será fácil y habrá que hacer concesiones. Pero sin olvidar lo que son la verdadera excelencia y la auténtica grandeza. Recuperarlas, desechando las falsas (las de los soviets y los putos chinos). Y tratar de guiarnos por ellas.

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