Que viene el lobo

Últimamente, más que pensar, me dejo llevar por sensaciones. Tengo una actitud pasiva, como de espectadora que ve, percibe lo que va ocurriendo a su alrededor y va como almacenando acciones, ideas, situaciones sin una reacción inmediata. Supongo que, como en muchas ocasiones, mi pensamiento, mi reacción se dará cuando alcance un nivel de saturación. Es algo constante en mi vida: funcionar por saturación.

En esa pasividad, ese almacenamiento, percibo palabras que subyacen en mensajes, noticias, personas, que están formando un subconsciente (¿colectivo?) en el que el miedo y el odio son sus componentes más importantes. El “que viene el lobo” constituye la base de toda argumentación y de la mayoría de los motivos que llevan a actuar a unos y otras ante opiniones contrarias a las que cada grupo, cada colectivo tiene. Lo considero preocupante, porque este hecho va calando en las personas a nivel individual y demonizar a los que no piensan, viven o sienten como nosotras, dificulta cada vez más una posible convivencia armónica. El lobo es cualquiera que sea “el otro”.

Está claro que no se trata de aceptar ni consentir, pero sí de establecer canales de diálogo que permitan que cada uno ocupe su lugar. Como dijo en su momento Ignacio Escolar: “la paz se firma con el enemigo”.

Mientras escribo este llamamiento a la concordia y la armonía, noto en mi interior un sentimiento de rabia que me hace constatar como ha ido calando en mi también ese miedo/odio que impregna el ambiente, la sociedad y es ahora cuando hago funcionar mi voluntad y mis pensamientos para conseguir que prevalezcan las ideas de concordia y comprensión que necesitamos. Parece que estoy alcanzando el nivel de saturación y empiezo a reaccionar.

Queridas y queridos, una vez más, besos, ternura y derroche de amor para todos. Por una sociedad justa, digna y amorosa. Cada día con el corazón más abierto y el puño más cerrado.