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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Cinco incógnitas sobre las próximas elecciones europeas

La candidata socialista, Elena Valenciano, y el candidato popular, Miguel Arias Cañete, en el debate electoral que emitió TVE el pasado 15 de mayo

Marta Romero

Apenas quedan tres días para la cita con las urnas y la campaña electoral toca a su fin. Los últimos sondeos reflejan pocos cambios respecto a las tendencias demoscópicas de los últimos meses. Pese a los aires de púgil noqueado, el PP aparece como caballo ganador sobre un PSOE que sigue sin poder reconectar con su electorado y erigirse en una alternativa creíble al gobierno de Mariano Rajoy.

Sólo el estrecho margen de ventaja (entre 1 y 1,5 puntos porcentuales) que le atribuyen algunos sondeos al PP en voto estimado, y el rédito que le puedan sacar al traspié “machista” de Cañete, puede hacer pensar a los socialistas en que la victoria (todavía) es posible. En cualquier caso, con independencia de quién ganase, ambos partidos sufrirían un fuerte retroceso respecto a los resultados que lograron en los comicios europeos de 2009 (ver cuadro 1). Esa aparente crisis del bipartidismo se traduce en una mayor fragmentación del voto que beneficia a los partidos pequeños y a nuevas candidaturas. Todo ello en un contexto en el que los institutos demoscópicos detectan un elevado “interés” de los ciudadanos por no ir a votar.

Cuadro 1. Panorama demoscópico según la encuesta preelectoral del CIS y los sondeos difundidos en la recta final de la campaña de las elecciones europeas del 25 de mayo.*Teniendo sólo en cuenta el censo de electores españoles residentes en España (CER). En esta web se pueden ver en detalle los sondeos incluidos en el cuadro.

De este modo, el abstencionismo activo y el voto anti-establishment aparecen como los potenciales protagonistas de la jornada del domingo. A lo que habría que añadir, para completar el panorama demoscópico, el pulso electoral en Cataluña. Con el desafío soberanista como telón de fondo, los resultados de estas elecciones serán utilizados como un termómetro para medir fuerzas. Y, de acuerdo con algunos sondeos, ERC puede ser, por primera vez, el partido más votado en Cataluña en unas elecciones europeas.

En nada, por otra parte, se diferencia este comportamiento potencial que los electores “revelan” con sus respuestas cuando se les pregunta por los comicios del próximo domingo, que cuando se les plantea qué harían si fueran las elecciones generales. De esta manera, las elecciones europeas no parecen ser, esta vez, para los votantes una ocasión para “experimentar” con el voto, sino una oportunidad para “expresar” su profundo malestar social. Recordemos que, de acuerdo con el último barómetro del CIS correspondiente a abril, el 80% de los ciudadanos valoran de forma negativa la situación económica y política del país. Desde hace más de cinco años ningún líder político de ámbito nacional consigue el aprobado y, desde hace cuatro, la clase política ocupa los primeros puestos del ranking de problemas que según los ciudadanos tiene España. A lo que se ha sumado en el último año y medio una preocupación ciudadana récord por el problema de la corrupción y el fraude. Además, la ciudadanía desconfía mayoritariamente de las principales instituciones políticas.

El malestar parece haberse convertido en “crónico”, los sondeos electorales lo vienen reflejando desde hace tiempo, y lo vuelven a hacer ahora al tratar de captar el sentido del voto en las elecciones europeas. Esto no significa, no obstante, que no se pueda producir ninguna sorpresa la noche del domingo. Al fin y al cabo, y a pesar de que se pretenden utilizar como oráculos científicos, los sondeos “sólo” captan la instantánea del momento en que se realizan.

En este sentido, si partimos de la última foto fija que nos dan esos sondeos, se pueden plantear cinco incógnitas sobre estas elecciones:

1. ¿Cuál será el nivel de abstención que podría hacer saltar las alarmas?

Si comparamos la encuesta preelectoral que hizo el CIS en 2009 y la que ha hecho recientemente, nos encontramos con diferencias significativas en lo que a la intención de participar en las elecciones se refiere. Por un lado, en la antesala de las elecciones europeas de 2009 el porcentaje de indecisos superaba al de los que tenían intención de abstenerse, mientras que ahora es al revés (ver gráfico 1). Particularmente abstencionistas, y como es habitual, se muestran los electores más jóvenes (el 30% de los que tienen entre 18 y 24 años tienen la intención de no acudir a las urnas el domingo).

Y, por otro lado, respecto a las elecciones de 2009, ha aumentado el porcentaje de electores indecisos y, sobre todo, el de votantes que declaran su intención de no ir a votar en estos comicios. Esa mayor actitud abstencionista se vería constatada por el indicador del descenso que se ha producido en el número de solicitudes para votar por correo.

Gráfico 1. Porcentaje de electores que responden “no votaría” y “no sabe qué votaría” antes de las elecciones europeas de 2009 y 2014. Fuente: Encuestas preelectorales del CIS.

La horquilla de participación estimada oscila entre el 39,7 y el 43%. Esto supondría que se alcanzaría un récord histórico de abstención, ya que hasta ahora la marca más baja de participación en unas elecciones europeas se registró (con una cifra del 46%) en las pasadas elecciones europeas de 2009 (ver gráfico 2).

Una abstención por encima del 60% podría ser una línea roja, demasiado evidente si se traspasara para pasarla por alto. Más aún cuando, de forma excepcional, en los últimos dos años la “abstención” se ha convertido en España en la primera preferencia electoral de los ciudadanos. Pero más allá del aspecto cuantitativo, será muy interesante analizar en qué claves se interpretaría esa abstención: como un síntoma de desinterés o, por el contrario, de claro malestar (es decir, como activismo político). Especialmente cuando un 67% de los electores (6 puntos porcentuales más que en 2009), según la encuesta preelectoral del CIS, declaran que a la hora de decidir su voto (“o decidir votar o no votar”) lo que más tendrán en cuenta serán “los temas relacionados con la situación política de España”.

Gráfico 2. Porcentaje de participación registrado en las elecciones al Parlamento Europeo celebradas en España (1987-2009) * Teniendo sólo en cuenta el censo de electores españoles residentes en España (CER). Fuente: MIR

2. ¿Qué porcentaje de voto tendrán que sumar el PP y el PSOE para evitar que se hable de la crisis del bipartidismo?

Desde las elecciones europeas de 1994, el PP y el PSOE han aglutinado juntos más del 70% de los votos (ver gráfico 3). Y en las dos últimas convocatorias europeas (2004 y 2009) ese porcentaje fue superior al 80%. Cotizando a la baja ambos partidos, ahora los sondeos sitúan su nivel de apoyos conjunto en una franja de entre el 61 y el 65%. Lograrían, por tanto, más de la mitad de los votos, lo que aparentemente les alejaría de la zona de peligro que llevaría a hablar de la debacle del bipartidismo. Si bien, se pondría de manifestó la ruptura de la tendencia de los últimos veinte años, así como la situación inédita -desde que el PP se consolidó al inicio de los años 90 como el principal partido de derecha-, en la que ambos partidos retrocederían a la vez sin que uno parezca el “próximo” recambio del otro.

Gráfico 3. Suma del porcentaje de voto válido obtenido por el PSOE y el PP en las elecciones al Parlamento Europeo celebradas en España (1987-2009). Fuente: MIR

3. ¿Las nuevas candidaturas que obtengan representación parlamentaria se presentarán a las próximas convocatorias electorales?

En las elecciones europeas de 2009, junto al PP y al PSOE, obtuvieron representación parlamentaria cuatro candidaturas. Ahora en el mapa de los “pequeños” encontramos potencialmente hasta el doble de candidaturas con posibilidades de entrar al Parlamento Europeo (ver cuadro 2). Un indicio de que la fragmentación electoral puede aumentar el domingo lo encontramos en una actitud más favorable a cambiar de “marca” electoral. Antes de que se celebraran las elecciones europeas de 2009, la mayoría de los electores (53%) opinaba que lo normal es votar por el mismo partido en unas elecciones europeas y generales. Ahora, en cambio, se detecta una polarización de opiniones, con una ligera ventaja de los que creen que en las elecciones europeas puede ser conveniente votar a un partido distinto al que se vota en las generales (ver gráfico 4).

Entre los que se estrenan en estos comicios europeos, son muy destacables los casos de Podemos y Ciudadanos, con grandes posibilidades de lograr representación parlamentaria. Es interesante, además, su irrupción como competidores electorales no sólo del PP y del PSOE, sino de IU (con Podemos) y de UPyD (con Ciudadanos). Así, la competición por pescar en el caladero del malestar social parece cada vez más concurrida.

El domingo sabremos finalmente qué nuevas fuerzas políticas conseguirán entrar en el Parlamento Europeo. Y a partir de ahí lo más interesante será ver si, siguiendo la estala de UPyD, éstas tendrán como objetivo presentarse a las próximas convocatorias electorales. De momento, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha dejado esa puerta abierta al reconocer que podría presentarse a las elecciones generales que tendrán lugar en menos de un año y medio.

Cuadro 2. Estimación de escaños según la encuesta preelectoral del CIS y los sondeos difundidos en la recta final de la campaña de las elecciones europeas del 25 de mayo. *En 2009 Europa de los Pueblos (ERC+Bildu+BNG). Total Escaños: 54 (EUR 2009 y 2014)

Gráfico 4. Porcentaje de electores que consideran que lo normal es votar al mismo partido en las elecciones europeas y en las elecciones generales, frente a los que opinan que en las elecciones europeas puede ser conveniente votar a un partido distinto al que se vota en las elecciones generales, antes de las elecciones europeas de 2009 y 2014.

4. ¿Si los socialistas quedan por detrás de los populares se desatará una crisis interna en el PSOE?

Ganar unas elecciones es siempre el objetivo de los dos grandes partidos, pero ni todas las victorias son iguales, ni pueden desvincularse del contexto en el que tienen lugar las elecciones. El potencial retroceso electoral de los dos grandes partidos sería lo suficientemente importante como para que la victoria de uno u otro quedase en un lugar secundario. Pero a los populares les basta con sacar un voto más que los socialistas (aunque empaten en escaños) para magnificar su victoria y ocultar su potencial retroceso electoral, al tiempo que evitarían que los resultados fueran interpretados como un voto de castigo al gobierno de Rajoy.

¿Pero qué ocurre con el PSOE? El equipo de Rubalcaba ha conseguido lograr una tregua interna dentro de su partido a la espera de lo que ocurra el domingo. Para que se no vuelva a abrir la caja de los truenos el PSOE necesitaría ganar al PP o, al menos, empatar. En el supuesto de que los socialistas no lo consigan, la cuestión será hasta qué punto la actual dirección socialista podrá seguir con su hoja de ruta de celebrar las primarias en noviembre sin que haya nadie, desde la base o la cúspide dentro del partido, que trate de adelantar el calendario. Y no está claro que superar la cifra de voto (28,8%, ver gráfico 5) lograda por el PSOE en las pasadas elecciones generales, sea la línea a partir de la cual el equipo de Rubalcaba podría conjurar el fantasma de una nueva crisis interna.

Gráfico 5. Porcentaje de voto obtenido por el PSOE en los comicios europeos de 2009 y en las elecciones generales de 2011 y últimas estimaciones de voto para este partido en las elecciones europeas del 25 de mayo.

5. ¿Qué pasará si ERC se convierte en el partido más votado en Cataluña el 25 de mayo?

La fecha del 9 de noviembre -día fijado para la consulta soberanista- está muy próxima y estos comicios son una oportunidad para medir fuerzas. El último sondeo publicado por El País con datos circunscritos a Cataluña apunta a grandes cambios, marcados por la polarización. ERC aparece como partido más votado, mientras el PSC se desploma, CiU baja y el PP retrocede sustancialmente (ver cuadro 3). Por otra parte, ICV avanza y Ciudadanos parece beneficiarse del retroceso del PP y del PSOE.

Si finalmente el domingo ERC, como principal fuerza política que defiende el derecho a decidir, “gana” en Cataluña, cabrá esperar que hagan valer su renovada fuerza. En particular si el nivel de participación es “relativamente” elevado. En las elecciones de 2009, tan sólo el 37% de los electores acudieron a votar en Cataluña (lo que supuso 9 puntos menos que en el conjunto de España). Pero ahora parece detectarse una mayor movilización: el número de solicitudes de voto por correo ha crecido en esta Comunidad, al contrario de lo que ha ocurrido en el conjunto de España.

No es tan evidente que, en ese escenario, CiU fuese a variar su estrategia actual de abanderar el proceso soberanista. Más bien al contrario, pues dada su situación de gobierno en minoría, los convergentes podrían endurecer, en su interlocución con el gobierno de Rajoy, su posición por la presión de ERC. Tampoco estaría bien posicionado CiU para lograr que ERC entrara en el gobierno catalán. De momento, esta formación sigue teniendo muchos incentivos para no hacerlo, a la espera de que sea CiU la que asuma todo el desgaste político (el propio de la acción del gobierno en un contexto de austeridad y el de la gestión del proceso soberanista).

Cuadro 3. Resultados de las elecciones europeas de 2009 en Cataluña y estimación de voto para las elecciones europeas del 25 mayo según el último sondeo publicado en El País. Fuente: MIR *En el cuadro sólo están incluidas las principales candidaturas

La noche del domingo veremos de qué forma se empiezan a despejar o no estas incógnitas. Lo que parece claro es que las interpretaciones que hagan los actores políticos, medios de comunicación y analistas serán tan importantes como los resultados “objetivos”. ¡Atentos!

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