Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.
Barcina y las políticas de derechas: poder y clase social
Yolanda Barcina, la presidenta navarra, anunció recientemente que no será cabeza de lista en las elecciones forales del 2015. Más allá de cierto alivio para la ciudadanía navarra a la que ha dejado sin la posibilidad de echarla en las urnas, podemos realizar ciertas apreciaciones que tienen que ver con el poder de las mujeres en los partidos de derechas.
Desde el feminismo es una práctica habitual denunciar la falta de compromiso de los partidos políticos con los feminismos. En este sentido, Beatriz Gimeno es tajante y muy clara en sendos artículos como Ser feminista en un partido político (mi experiencia) donde narra a través de su experiencia personal la sistemática expulsión de las reivindicaciones feministas en las estructuras políticas o como El silencio político alienta la violencia machista en el que a su vez reflexiona sobre cómo la ausencia de un compromiso político firme con las reivindicaciones feministas crea un clima que alienta la violencia machista.
Por estas mismas razones, llama aún más la atención ver cómo en los partidos de derechas, de forma especial en el Partido Popular o en el caso de Barcina en Unión del Pueblo Navarro, existen mujeres con mucho poder, con mucho más poder que cualquier mujer de partidos de izquierdas.
Si bien es cierto que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) apostó por la igualdad de forma visible, con una vicepresidenta, la primera en la democracia como Teresa Fernández de la Vega, una ministra de Defensa que pasaba revisión a las tropas en avanzado estado de gestación, un Ministerio de Igualdad con su correspondiente ministra, un Gobierno paritario y puesta en marcha de políticas institucionales de igualdad, cierto es también que en el momento en el que tuvo que asumir la crisis como real prescindió de la paridad, del Ministerio de Igualdad e incluso convocó unas elecciones presidenciales el 9 de marzo de 2011, dejando en el aire todas las manifestaciones reivindicativas del 8 de marzo. Este hecho tan simbólico evidenciaba que sí, que a las mujeres se nos tiene en cuenta cuando las cosas marchan bien, pero que cuando viene mal dadas, dejamos de ser prioritarias y pasamos a ser accesorias.
Frente a esta situación de militantes quemadas y hartas de luchar inútilmente contra estructuras misóginas y de gobiernos que utilizan la igualdad como moneda de cambio, en las últimas décadas mujeres como Esperanza Aguirre, María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Rosa Díez o la propia Barcina han conseguido imponerse a la paridad y consolidar su trayectoria con liderazgos indiscutibles que nos remiten a corruptelas, recortes y una cero implicación con sus congéneres femeninas.
Estas lideresas han impuesto sus criterios neoliberales sin asumir ninguna máxima feminista y sin crear genealogía, construyendo una imagen de política implacable, gestora sin sentimientos que dinamitan las concepciones de género, nos guste más o nos guste menos.
Se trata de mujeres de una clase social alta, algo que les ha hecho acceder con comodidad a los círculos políticos y suavizar el rechazo masculino a su presencia. En este caso prima la solidaridad de clase frente a cualquier otro criterio. Y se trata de mujeres que han dejado totalmente de lado las necesidades de las mujeres como grupo social, cultural, económico, político e ideológico. Y por eso están donde están y seguirán estando, con o sin Yolanda Barcina.
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