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Melilla, una ciudad pendiente de Marruecos donde el 90% de la población no ve futuro

Una calle de Melila

Gonzalo Testa

Solo uno de cada diez melillenses se ve con futuro en la ciudad autónoma, según un informe del Colegio de Psicólogos sobre las preocupaciones de los melillenses. Del 90% de los que no tienen claro que quieran vivir en la ciudad fronteriza, el 34% tiene pensado abandonar la ciudad en cuanto pueda. El malestar va mucho más allá del 29,4% de la población en situación o riesgo de pobreza y exclusión social y de sus más de 9.200 parados registrados que revelan los datos del Ministerio de Trabajo. También del 23% que dice ganar más de 3.000 euros al mes, la mayoría funcionarios de alto rango, profesores universitarios o miembros de las fuerzas de seguridad del Estado.

El PIB de Melilla depende en un 89% del sector Servicios (el 73,8% a nivel nacional), sobre todo por el peso de las administraciones, que concentran el 50% de la población activa, y tanto el peso de la Industria (5,5%) como el de la Construcción 4,7% es residual. Sin embargo, las ocupaciones que generan más empleo son las de menor nivel formativo: camareros y vendedores para la hostelería y el comercio. Las bolsas de paro, pobreza e infravivienda están en los barrios de población eminentemente musulmana (son la mitad del censo melillense) como Cabrerizas, Cañada de Hidum, Los Pinares o Reina Regente.

Aunque la jaula sea de oro para algunos, no deja de ser prisión. A más de 90 millas náuticas de la costa andaluza, la plaza fue durante siglos un presidio y las últimas décadas se ha visto “prácticamente obligada a mantener relaciones con sus vecinos” con sobresaltos, según el doctor en Economía José María López, “por incidentes provocados por actores ajenos como la epidemia de cólera de 1973, momentos puntuales de tensiones políticas entre Madrid y Rabat y, más recientemente, por la llegada de inmigrantes subsaharianos”.

Hasta 2018. Entonces Marruecos cerró la aduana comercial de Beni Enzar el pasado 31 de julio, exactamente 152 años después de la firma del convenio bilateral que propició su establecimiento. Los agentes socioeconómicos han interpretado el gesto, también en Ceuta, como otro paso del reino alauita para estrangular económicamente a las dos ciudades españolas que ambiciona. La derecha lo ha traducido como la gota que ha colmado el vaso.

El secretario general del PP, Miguel Marín, exconsejero, exvicepresidente del Gobierno local y expresidente del puerto, interpreta el pulso de la ciudad en clave política de desazón: “Preocupa el aumento de un partido étnico-religioso como la Coalición por Melilla (CpM) de Mustafa Aberchan, cuyos candidatos claman que los musulmanes no deben votar a cristianos; que Pedro Estopiñán, el fundador de la ciudad, era un mercenario; o que dudan de nuestros 521 años de españolidad”.

“La gente teme que empadrone a medio Marruecos si gobiernan una legislatura y si a esto le añadimos la escolarización de niños que residen ilegalmente es normal que la gente tenga miedo y se plantee irse”, concluye en conversación con eldiario.es. Yonaida Sel-Lam, candidata de CpM, se revuelve por teléfono contra las “mentiras” y la “campaña del miedo” del PP, a cuyos líderes ve también aterrorizados “ante la primera vez en veinte años que es factible cambiar de gobierno”. Una de las incógnitas es la abstención: hace cuatro años superó el 52% y esta vez por primera vez hay elecciones en pleno Ramadán.

La campaña de las generales ha girado alrededor de los menores extranjeros no acompañados (MENA) y la de las municipales la protagonizan los niños sin colegio. En la disputa partidista, el PP, hegemónico desde 1999, utiliza el lenguaje que Vox monopoliza en Ceuta y se erige como bastión frente a la “marroquinización” de una ciudad con un índice de masculinidad que solo supera la España vaciada (102%, es decir, 102 hombres por cada 100 mujeres) y cuyo índice de natalidad dobla la media nacional.

El activista José Palazón, voz de los sin voz de Melilla desde hace 30 años, observa con preocupación la deriva. “En vez de hacer colegios quieren menos niños y, en lugar de ampliar el hospital, menos enfermos: más que lo de marroquinizar Melilla es la ultraderecha la que quiere hundir España pasando sobre principios que no se pueden pisotear”, reprocha.

Empresas en Melilla

La patronal también ve el horizonte cuanto menos incierto. Hace un año los empresarios de las dos ciudades autónomas se echaron a la calle por primera vez para reivindicar “fronteras seguras y fluidas, propias de ciudades europeas y del siglo XXI”. En julio, Melilla se quedó sin aduana. Fue algo “muy grave” para el PP, no tanto para el PSOE. El secretario socialista de Economía, Jaime Bustillo, le da más importancia como “síntoma” que por su “ridículo” peso real en la actividad del comercio, que sigue fluyendo sobre todo de forma 'atípica' sobre las espaldas de los porteadores. La Oficina Económica y Comercial de España en Rabat interpreta que Marruecos solo buscó “favorecer el tráfico del puerto vecino de Nador”.

A empresarios como Antonio González, del sector alimenticio, sí le ha hecho daño. “He tenido que despedir a seis trabajadores y en toda Melilla se habrán perdido 200 ó 300 empleos”, otra losa para una ciudad en la que “desde la reestructuración fronteriza de septiembre de 2017 el movimiento de contenedores ha caído un 64% y el de plataformas terrestres, un 34%”.

“Tenemos que ser cada vez más Europa y menos Marruecos para no estar al albur de caprichos y decisiones unilaterales de otros. España no puede permitirlo y Melilla tampoco”, sentencia Marín. CpM solo coincide en que “el futuro de Melilla pasa indiscutiblemente por mirar a la Península y a Europa”, aunque advierte que “también por tener en cuenta nuestro entorno y nuestro pulmón económico, que es la frontera”.

Los de Imbroda (PP) denuncian la tibieza de Sánchez ante Rabat. Sel-Lam culpa de la crisis fronteriza a “las políticas del PP” y repudia su vocación por “alentar el miedo al moro para obtener votos” en un espacio en el que su mensaje parece calar con facilidad. El PSOE carga contra la “corrupción”. Marín defiende que “tras 19 años gobernando, y ya es difícil, no hay nadie que se haya llevado ni un céntimo de euro”.

“Despilfarro, paro y pobreza” es lo único que apunta CpM en el haber del PP en una ciudad “que con solo 80.000 habitantes gestiona unos 300 millones de euros al año de presupuesto municipal”. “Si gobernamos”, promete Bustillo, “nuestra primera medida será crear una mesa de concentración de la que salgan los ejes de desarrollo sobre los que trabajar”. Los de Aberchán abogan por crear “Consejerías de Distrito” preocupados precisamente por la convivencia y convencidos de que “no es posible diseñar un proyecto de ciudad si no es contando con todos”.

El PSOE se niega a convertir Melilla en una ciudad “supersubvencionada”, mientras el PP aspira a elevar hasta el 75% las bonificaciones en IRPF, Sociedades y cotizaciones a la Seguridad Social. También apuesta por “las industrias relacionadas con las nuevas tecnologías como las empresas de juego on-line” y pagará para traer turistas: la Ciudad Autónoma prevé 100.000 billetes que permitan a no residentes ir y venir en avión desde Málaga o Madrid por 50 y 80 euros ida y vuelta, respectivamente. En 2020 llegarán los primeros cruceros y la Administración ofrece suelo para dos “grandes hoteles”.

“Ceuta está rodeada de ciudades muy grandes como Tánger y Tetuán, tiene Algeciras a tiro de piedra y un trasiego de gente muy grande... Aquí no viene nadie: el avión es caro, en barco son 8 horas de viaje y para llegar a Fez hay que recorrer 400 kilómetros. La ultraderecha”, lamenta Palazón, “tiene aquí su nido porque no viene nadie, porque estamos muy aislados de cualquier influencia externa”. Ahí germina, según la oposición, la “política indecente” que “iguala a moros, musulmanes y marroquíes para vivir de eso, de crear enemistad, de mantener el estado de las cosas aunque sea indecente contra gente que no puede acceder a la ciudadanía ni llevar a sus niños al colegio”.

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