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Política sin twitter

González recibe hoy el homenaje del PSOE por su triunfo histórico en el 82

Luz Sanchis

En 1982 se hacía política sin Twitter ni Whats’app. Una heroicidad para la actual Secretaria de Participación del PSOE, María González, que entonces tenía 3 años. Pero los socialistas tenían una cosa mejor: una “vocación mayoritaria” que según Felipe ahora no hay y parece que en eso muchos están de acuerdo. En el acto que recordó los 30 años de la victoria de González se habló de “sentir orgullo del pasado para tener fortaleza en el futuro”. El plan del PSOE consiste en construir un plan para España, un proyecto sólido alternativo al de la derecha. Y que también cambie la vida al partido como hizo Felipe según Rubalcaba.

El formato del acto celebrado en el Palacio de Congresos de Madrid se reveló como el mayor error para el actual secretario general, que no consiguió trasladar la imagen de diálogo pedagógico que buscaba. El maestro dio clase al profesor aunque el último también levantó la mano de vez en cuando para decir la suya. Si antes “se discutía mucho en la Ejecutiva”, “ahora también pero además se cuenta fuera enseguida”. “Entonces no teníais chicas en el Gobierno y ahora sí, y es gracias a José Luis”. Todo el plenario aplaudió la herencia recibida.

Fue su momento. Zapatero, sentado entre Guerra y Griñán, se levantó, cogió el micro y declaró que el acto de hoy le parecía “justo y necesario”. Recordó con gratitud el orgullo de muchos veteranos socialistas que le contaron que ya “podían morirse tranquilos” después de ver a Felipe entrando en La Moncloa. Unos asientos más allá estaba la roja rosa que recordaba a Ernest Lluch, y Barrionuevo y Solchaga y Boyer. También los más jóvenes porque estaba Madina, Chacón y López, por ejemplo. Solo faltaron Solbes y Almunia.

Los dos sillones enfrentados en el escenario daban imagen de mesa camilla de diseño sueco. Dos veteranos del socialismo recordaban lo buenos que fueron los viejos tiempos de los 80 y cómo ha cambiado todo menos algunas caras. La moderadora y el grupo de jóvenes veinteañeros de fondo daban el toque de frescura que disimula la naftalina.

El diálogo de González

Antes de empezar, la moderadora dijo que era una “osadía” dada la talla política de los dos. La falta de éxito fue la previsible. Felipe demostró pronto lo que él entiende por diálogo y sentenció sobre la “gobernanza”, sobre cómo había que preguntar para ganar un referéndum como el de la OTAN y sobre más cosas. Cuando Felipe habla, Helmut Kohl se mezcla con Arístides, entra Carlos V y sale Henry Kissinger. Y sigue sonriendo mucho y bien, incluso cuando recuerda los malos momentos.

¿Cómo estaba cuando llegó al Gobierno? “Acojonao”. En la Comisión Ejecutiva de septiembre del 82, un mes antes de ganar, nadie daba un duro por sacar más del 35% de los votos. Felipe dijo que ellos no habían perdido el tiempo “pensando en con quién nos íbamos a coaligar”, que en aquel PSOE “había vocación” y que le preocupa que ahora se pierda. “¿La crisis actual es peor que la de entonces?”, se preguntó González mirando a Rubalcaba y señalando con el dedo a Solchaga y a Boyer. “Pues depende. Si preguntamos a Barrionuevo dirá que mucho peor, seguro”.

El momento curioso del acto fue cuando una voz interrumpió a González y gritó: “¡Hay que escuchar más a las bases!”. Estuvo muy rápido. Contestó: “Yo soy la base, me echaron en el 96”. Dice estar dispuesto a ayudar “mientras el cuerpo aguante”.

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