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Quién es quién en Vox: los nombres detrás del partido que aspira a colocar a la ultradererecha en las instituciones

Santiago Abascal, durante el acto de Vox.

Marcos Pinheiro

Vox llenó este domingo el Palacio de Vistalegre, convertido ya en escenario icónico de la política española. Según el partido, casi 10.000 personas aplaudieron el discurso de Santiago Abascal, el líder de la formación, que cargó contra el independentismo, contra la inmigración, contra el feminismo y hasta defendió el derecho a portar armas. Él mismo presume de ir siempre con pistola.

Antes que Abascal pasaron por el estrado algunos de los cargos del partido, los que durante los últimos años le han acompañado en su batalla por abrir un hueco en el espacio político para la formación de ultraderecha. Hablaron, por ejemplo, Javier Ortega Smith, número dos, y Jose Antonio Ortega Lara. Son las caras más visibles del partido, integrado por habituales de Intereconomía -donde llevan años siendo entrevistados y participando en tertulias- y en cuyos currículum destacan los perfiles empresariales y la educación privada.

Todos ellos están a la sombra de Abascal, que durante los últimos años ha forjado el partido a la par que su personaje público. En ese camino se ha rodeado de algunos de sus antiguos colaboradores en la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), un organismo civil al que Abascal dio casi un carácter militar. De hecho, en más de una ocasión se ha referido a sus integrantes como “tropa”, dentro de su uso habitual de términos castrenses. El domingo, por ejemplo, habló de la multitud de gente que se “alista” a su partido.

Abascal, el rostro del partido

Abascal presentó la formación en 2014, el mismo año en el que eclosionaban partidos como Ciudadanos y nacía Podemos. Sin embargo, Vox tuvo mucho menos eco mediático y el poco que consiguió fue por la posibilidad de que arañase algún voto al PP. Y es que entre sus caras conocidas estaban antiguos cargos populares.

Santiago Abascal había escenificado su alejamiento del PP durante años por la gestión de los últimos estertores de ETA. A finales de noviembre de 2013, el que fuera diputado en el parlamento vasco abandonó el partido. En la carta de dimisión hablaba sobre corrupción y lanzaba algunos reproches al funcionamiento interno del partido, pero en la base de su distanciamiento estaban las críticas al diálogo con formaciones nacionalistas vascas y hacia la pasividad del Gobierno ante la excarcelación de terroristas beneficiados por la doctrina Parot.

Presentó su nuevo partido solo unos meses más tarde, en enero de 2014, acompañado de José Antonio Ortega Lara, que había dejado el PP seis años antes. El exfuncionario de prisiones secuestrado por ETA es uno de los rostros más conocidos del partido, aunque como un militante más porque no ocupa cargo alguno en la dirección. En la presentación ambos dijeron que querían rascar algunos votos del PP pero sin “dañar” a su antigua formación. La lucha contra lo que quedaba de una ya derrotada ETA era la base de su programa. La atención mediática duró lo que la presentación del partido.

Alejo Vidal-Quadras, otro ex del PP, lideró la lista a las europeas de 2014. Las elecciones que revolucionaron el tablero político con el enorme éxito de Podemos y Ciudadanos fueron un fracaso para Vox. Sus 245.000 votos no les sirvieron para conseguir un escaño -se quedaron a menos de 2.000 sufragios de lograrlo- y lo que siguió fueron años de insignificancia política y mediática. Los titulares se los llevaban los abandonos, como el del propio Vidal-Quadras, que dejó el partido ante el miedo de que la derecha dispersase sus votos en plena contienda contra el “extremismo de izquierdas”.

Abascal convirtió entonces Vox en un partido personalista y explotó su propia figura hasta casi caricaturizarla. En 2016 lanzó un spot en el que anunciaba “un nuevo comienzo” del partido, en el que sobre una música épica enunciaba los valores de la formación mientras paseaba por un campo de trigo y acariciaba las espigas con su mano derecha. Una escena calcada a la de la película Gladiator.

Su actividad en redes convirtió a Abascal en viral en más de una ocasión. Mientras su partido se movía en la irrelevancia, él protagonizaba noticias sobre las mofas en Twitter o los memes que se hacían de sus fotos de Instagram, donde abusa de la misma épica con la que publicita su partido. Abascal ha sabido subirse a esa ola para promocionarse.

Entre meme y meme llegó el momento de Vox con el estallido del procés. El partido convirtió la lucha contra el nacionalismo en su eje principal y apoyándose en su acción en los tribunales se hizo un espacio en los medios. A eso también ayudó el líder del PP, Pablo Casado, que se marcó como objetivo recuperar los votos que Vox todavía no les había robado, dándoles más relevancia de la que habían tenido hasta ese momento.

Javier Ortega Smith, el ariete en los tribunales

El número dos de VOX es su ariete en los tribunales y al que el partido debe buena parte de su éxito en los últimos meses. Ocupa el cargo de secretario general y lo compatibiliza con su labor como abogado de la formación. Es la cara visible de la ofensiva de querellas que Vox ha presentado contra multitud de cargos políticos -entre ellos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su tesis-, pero su labor más importante es la de ejercer como letrado de la acusación en el proceso judicial abierto a raíz del referéndum unilateral de independencia de Catalunya.

El juicio del procés ha servido a Vox para enfrentarse directamente al independentismo. Sin representación institucional de ningún tipo, el partido ha encontrado en el Tribunal Supremo la vía para desplegar su ideología en forma de acusación popular. Son los únicos personados en la causa como acusación.

Este hecho ha permitido a Ortega -y por ende, a Vox- ganar peso mediático, porque en multitud de citas judiciales en el alto tribunal han sido los únicos que se prestaban a informar de lo que había ocurrido dentro de la sala de declaraciones. El abogado se para sin rechistar en el cubículo de los periodistas y explica, apuntes en mano, en qué ha consistido la declaración de uno u otro acusado. Qué ha pedido la Fiscalía. Si el juez ha resuelto algo o no.

Esa es su primera parada, la segunda es ante las puertas del edificio del tribunal. Ortega busca los micrófonos y se detiene ante las cámaras para explicar lo que ha defendido Vox ante el juez Llarena. Los “según Vox” se repiten en los textos y la cara del abogado y mano derecha de Abascal sale en las televisiones.

Ortega es otro de los que está con Abascal desde el inicio y uno de los rostros habituales de las tertulias. En su caso, ha accedido a entrevistas en la Sexta -en El Intermedio, concretamente- y en TV3, lo que le ha granjeado la admiración de multitud de comentaristas de Forocoches, que llenan hilos e hilos con sus intervenciones televisivas. En algunos incluso se debate si sería mejor presidente de Vox que Abascal.

Este abogado, que paso por las unidades de Operaciones Especiales del Ejército español, también se ganó hace años algunos titulares de prensa por hazañas alejadas de los tribunales. En 2016, cuando algunos militantes del partido desplegaron una bandera de España en el peñón de Gibraltar, Ortega escapó a nado de la Royal Police.

Antiguos colaboradores de DENAES

El partido explicó que Ortega había salido por vía marítima porque sobre él pesaba una orden de detención por otra acción de 2014. Él y otros militantes entraron en Gibraltar para retirar un bloque de hormigón de los que se habían arrojado al caladero donde pescaban las embarcaciones españolas. En esa acción simbólica, que Abascal calificó como “operación militar”, participó el ahora vicesecretario de Presidencia, Enrique Cabanas.

Vinculado también a la defensa de las víctimas de ETA, Cabanas coincidió con Abascal en la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), que se dedica a hacer actos en defensa de la bandera, el himno o la historia de España. La admiración que siente Abascal hacia Cabanas quedó patente en el artículo que le dedicó en su blog, en el que alabó su papel en la “tropa” de DENAES: “Sin duda, esta patria nuestra, tan fértil en buenos vasallos y estéril en buenos señores, subsiste y subsistirá gracias a personas hechas de la pasta de Enrique Cabanas Burkhalter”.

En la dirección de Vox también se encuentra Iván Espinosa de los Monteros, habitual en los debates de Intereconomía, donde defiende la familia -atacada desde todos los frentes, dice- y explica las propuestas económicas del partido. Por ejemplo, su idea de ahorrar dinero eliminando los parlamentos autonómicos, “las duplicidades y otros instrumentos”. Según el vicesecretario de Relaciones Internacionales del partido, esa medida, que no supondría despedir a ningún funcionario, permitiría ahorrar 90.000 millones euros. Fuera del partido, Espinosa de los Monteros trabaja en una empresa que vende casas de lujo.

En el Comité Ejecutivo de Vox también se sienta Ignacio Garriga. El vicesecretario- portavoz se ha ganado algún que otro espacio en prensa por su afición a celebrar el golpe de Estado cada 18 de julio.

Garriga es catalán, pero su origen -su madre nació en Guinea Ecuatorial- le ha llevado a encargarse el discurso del partido sobre inmigración, donde defiende que solo se acoja a quienes llegan de manera “legal”, para tratar de legitimarlo. Pone de ejemplo a su abuela: “Vino sabiendo el idioma. Profesaba la religión cristiana, entró en España por la puerta, ”picando“, con un por favor y dispuesta a remar para sacar adelante a España”.

Entre los vicepresidentes del partido hay una mujer, Mazaly Aguilar. En su currículum destaca que lleva más de 25 años ligada a la banca privada. Su actividad pública en las tertulias televisivas -de nuevo, en Intereconomía- la dedica a profundizar en el mensaje de Vox sobre inmigración. En concreto, en sospechar de la llegada de musulmanes a España y no a otros “países ricos”. El otro rostro femenino de la formación es Rocío Monasterio, presidenta de Vox Madrid que ya prepara su campaña al Ayuntamiento. “Carmena y toda su tropa, a mí no me engañan”, dijo en su última entrevista.

En el resto de la dirección de Vox hay pocos nombres ilustres. Está por ejemplo Pedro Fernández, que acompaña a Ortega en su labor jurídica en el Supremo, o Manuel Mariscal, que se ocupa de comunicar todo lo que hace el partido. El resto del Comité Ejecutivo son ciudadanos anónimos, en cuyos currículums destacan la vinculación a grandes empresas o los negocios por cuenta propia. Quien puede, destaca en la ficha que consta en la web que ha “cumplido su deber con la patria” sirviendo en el Ejército.

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