Albert Rivera hará valer el pacto de investidura firmado con el PP que dio por muerto en septiembre
“Hoy se va a acabar un pacto de investidura. Estaremos a la expectativa de si algún candidato del PP tiene una investidura viable”. “Usted, señor Rajoy, no es un candidato de fiar”. La advertencia de Albert Rivera, lanzada en tono serio y circunspecto desde la tribuna de oradores del Congreso el 2 de septiembre, durante el último debate de la frustrada investidura de Mariano Rajoy, atravesó como un misil la bancada del PP.
Minutos después, el portavoz del PP, Rafael Hernando, le replicaba, también desde la tribuna, visiblemente enfadado. “Yo no firmo pactos para 15 minutos, señor Rivera”, le contestó en tono bronco, mientras le dejaba claro que el candidato de su partido “es y será mañana y pasado mañana” Mariano Rajoy.
Acabado el debate, el portavoz conservador, en conversaciones privadas con los periodistas del Congreso, no ahorró críticas contra el líder naranja. “Me he pasado todo el verano trabajando para que venga ahora diciendo que el pacto es papel mojado. Es alucinante”, lamentaba.
En los pasillos, dirigentes de ambos partidos se afanaban por rebajar la tensión suscitada por las palabras del líder de Ciudadanos y por la airada réplica de Hernando. “La caducidad del pacto [firmado en agosto entre Juan Carlos Girauta y Rafael Hernando, los portavoces de ambos partidos] no es ninguna novedad”, aclaraban los dirigentes de Ciudadanos. “Es una cláusula final del acuerdo. En ella se dejaba claro que se daba por agotado si la investidura del candidato resultaba fallida”, abundaban. Mientras, en el PP se burlaban de Rivera.
Rajoy no logró ser investido y el reloj empezó de nuevo a correr. Durante cierto tiempo, el propio Rivera y los dirigentes de Ciudadanos estuvieron jugando a la ambigüedad sobre la vigencia o no del pacto con las 150 medidas. Los populares aparentaban ignorarlo.
Finalmente, el líder naranja condicionó su nuevo apoyo a Rajoy al cumplimento del acuerdo y a que el candidato llegara con suficientes apoyos bajo el brazo para salir victorioso del trance (más síes que noes en segunda votación) en una nueva investidura.
“Las seis condiciones que le pusimos siguen en pie”, reiteraban los de Rivera, a la espera de que el PSOE finalmente cambiara su 'no es no' por una abstención, una vez defenestrado Pedro Sánchez. A esas alturas, Rivera ya había aparcado su rechazo a la candidatura de Rajoy. No hablaba de la necesidad de un candidato alternativo ni le exigía responsabilidades políticas por los casos de corrupción.
La decisión de la gestora socialista de propiciar el desbloqueo para facilitar la gobernabilidad, tras la convulsa reunión del pasado domingo del Comité Federal despejó el camino.
Abierto al PSOE
Ahora Rivera no quiere quedarse desplazado del tablero de juego dado que sus votos no son decisivos. En su intervención durante el debate destacará por enésima vez su “esfuerzo” y el “tesón negociador” que ha demostrado con ambos partidos y llamará al diálogo al PSOE, con cuyo anterior líder rubricó en la pasada legislatura otro pacto con muchas de las medidas que están incluidas ahora en el PP.
“Hay margen para el acuerdo. Al menos cien medidas que pueden ser negociables”, reiterará Rivera, que se mostrará al mismo tiempo “abierto” a las incorporaciones que sugieran los socialistas, siempre que ambas partes, su partido y el PP, las consideren oportunas.
Lo que esta vez destacará Rivera es la actitud de Rajoy, y que no haga como en su anterior discurso de investidura en el que pasó de puntillas sobre el contenido del acuerdo. Sus menciones a Ciudadanos fueron muy escasas, lo que sentó muy mal a los dirigentes y al propio Rivera, aunque de puertas afuera le restó importancia. Rajoy incluso llegó a equiparar el apoyo de los 32 diputados naranjas al de la única diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas.
Las relaciones que mantiene el líder de Ciudadanos con Rajoy son en estos momentos mucho más fluidas, pese al escándalo del Gürtel y al caso del espionaje a los partidos nacionalistas llevado a cabo por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a cuya reprobación, apertura de una comisión para investigar el asunto e incluso cese se sumó Ciudadanos. Fue un gesto simbólico ya que el partido de Rivera mantiene que no se va a inmiscuir en la elaboración del nuevo Gobierno de Rajoy porque es una competencia exclusiva del presidente.
El bajo perfil que han mantenido los dirigentes de Ciudadanos frente a estos dos casos, paradigmáticos de la corrupción y las maneras de actuar del PP, prueban que el deseo de Rivera es abrir una nueva etapa de “colaboración” con el Gobierno, en en el que de momento se niegan a entrar. “Ni nos lo hemos planteado”, afirman.
La negociación de los Presupuestos Generales del Estado será el primer paso. Rivera quiere que las cuentas incluyan partidas presupuestarias para las medidas sociales contenidas en el pacto. Pero las exigencias de Bruselas, que exige a España 5.500 millones en ajustes (aumento de impuestos o recortes en el gasto), ha obligado a los dirigentes naranjas a modificar a la baja sus pretensiones.
De esa nueva etapa de colaboración también ha dado fe el propio Rajoy. El martes, en la primera conversación telefónica que mantuvo con Rivera, en la que éste le ratificó sus votos a su investidura, el líder conservador también le aseguró “su compromiso con las 150 exigencias”.
Rivera, que se crece en estas situaciones, volverá a decir en la tribuna que está dispuesto “a liderar una nueva etapa política en este país” y a servir de “catalizador” y de “engranaje” para que haya “diálogo” entre el PP y el PSOE. Su deseo es que la legislatura sea “larga y fructífera”.
Llevado por la pasión, incluso se ha atribuido parte del éxito de la 'lucha del 15M': “Hemos logrado que se acabe el bipartidismo, que haya cuatro grupos mayoritarios en el Congreso y que algunos de los anhelos del 15M y contenidos de aquellas pancartas del 15M estén en la Cámara y en una hoja de gobierno”, manifestó este martes en la rueda de prensa que ofreció en el Congreso al regresar de su encuentro con el rey.