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La apuesta del Gobierno de situar al frente del CNI por primera vez a uno de sus miembros acaba en cese

La secretaria de Estado y directora del Centro Nacional de Inteligencia, Paz Esteban.

Pedro Águeda

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La apuesta del Gobierno de Pedro Sánchez por situar al frente del CNI por primera vez en sus dos décadas de historia a un miembro del servicio de Inteligencia ha acabado este martes, dos años y tres meses después de su nombramiento, con la destitución de Paz Esteban, de 58 años. La primera mujer al frente del servicio secreto español es apartada del puesto en plena crisis por las escuchas a independentistas catalanes, algunas reconocidas por la propia Esteban en el Congreso, y también por no haber evitado otras a miembros del Gobierno. Al mismo Gobierno le toca gestionar ahora el recibimiento que se dé en el Centro al cese después de “la señal clara de respaldo a la institución” que dio el Ejecutivo a los 3.000 miembros del CNI al elegirla a ella como su directora, según las palabras utilizadas por la propia Esteban en su discurso de toma de posesión de febrero de 2020.

La única señal certera que ha emitido el organismo con sede en la carretera de La Coruña en la 'crisis Pegasus' se deriva de las palabras que ha ido pronunciando su responsable política, la ministra de Defensa, Margarita Robles. Robles ha defendido sin fisuras la actuación del servicio de Inteligencia respecto a la vigilancia realizada por el Centro del independentismo catalán, al tiempo que señaló a Moncloa como responsable de que el móvil del presidente del Gobierno fuera infectado con Pegasus, el mismo programa espía que utilizó el CNI contra los activistas y políticos catalanes. Esa estrategia se reveló en seguida inservible para eludir responsabilidades, infectados como fueron otros terminales de ministros sobre los que la seguridad de Moncloa no tiene ninguna responsabilidad y ha sido el argumento definitivo del Gobierno para cobrarse una cabeza y aplacar la crisis con sus socios parlamentarios.

De Paz Esteban, como del resto de agentes del CNI, apenas han trascendido datos personales o destinos desempeñados. Accedió al servicio secreto en 1984, en el proceso de transformación que emprendió el teniente general Emilio Alonso Manglano con la intención de modernizar el servicio secreto y que, de ser señalado como activo de la intentona golpista del 23-F, pasara a liderar el combate contra el involucionismo. Aquella etapa acabó abruptamente en 1995 con otro escándalo de intervenciones telefónicas, conocido como las 'escuchas del Cesid', y que reveló el espionaje masivo a políticos, empresarios y periodistas por parte de aquel supuesto renovado servicio secreto.

Los servicios de Información de Policía y Guardia Civil, que interactúan permanentemente con el Centro recibiendo valiosísima información para desarrollar sus operaciones, alaban el periodo de Paz Esteban y el perfil conciliador y trabajador de la recién cesada directora del Centro Nacional de Inteligencia. Esas fuentes consideran que se pierde a alguien con un conocimiento notable del mundo de la Inteligencia y de las relaciones internacionales, uno de los puntos fuertes del CNI, según reconocen en este ámbito. Uno de esos mandos la describe como “seria” y “discreta”, pero esforzada en resultar “conciliadora”.

De su vida personal, apenas unas palabras en su discurso de febrero de hace dos años que traslada el sacrificio personal del pertenecer al CNI, el de sus agentes y sus familias. “En el capítulo de agradecimientos, uno muy especial a quienes tantísimo debo porque siempre están a mi lado, a mi marido y a mi hija, que lo aceptan todo y que todo lo comprenden sin saber prácticamente nada, sin preguntar, simplemente confiando en mí. Gracias a los dos”, dijo Esteban ante los presentes.

Mujeres jóvenes entre militares

Robles, que se conformó con el Ministerio de Defensa gracias a que la competencia sobre el servicio de Inteligencia pasaría de Moncloa a su departamento, ha tenido desde el principio en su equipo a varios miembros del CNI, entre ellos Esperanza Casteleiro, quien llegó a número dos del Centro y que cuando Ángel Olivares dejó el puesto de secretario de Estado de Defensa pasó de jefa de gabinete a ser la número dos de la ministra. Casteleiro, como Esteban, pertenecen a la generación de mujeres civiles que llegaron al Centro en la primera mitad de los ochenta cuando ninguna ocupaba aún puestos de responsabilidad y la mayoría de sus miembros, a diferencia de lo que ocurre hoy, eran militares.

“Tengo que reconocer, ministra, que tu apoyo a lo largo de estos siete meses, durante los cuales he desempeñado el cargo de directora interina, tu consideración hacia el Centro y la defensa permanente que haces de él, le han dado a nuestra organización tranquilidad para recorrer con normalidad esta etapa excepcional que hemos atravesado”, dijo Esteban en relación al periodo de interinidad que ocupó tras la salida del actual directivo de Iberdrola Félix Sanz Roldán, señalado en los últimos meses por su relación con Juan Carlos I y su participación en el enfrentamiento de éste con su expareja extramatrimonial Corinna Larsen.

El hecho de ser ajeno al Centro no ha significado siempre un periodo de tranquilidad en el seno del servicio secreto. La decisión de José Bono de situar a su consejero de Medio Ambiente al frente del CNI terminó en la destitución de Alberto Sáiz después de que los resortes internos del servicio de Inteligencia se activaran y trascendiera que el político había disfrutado de medios del Centro para su domicilio y aficiones.

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