El jurado del atentado de la Maratón de Boston inicia el segundo día de deliberaciones

El jurado que debe decidir si condena a muerte o a cadena perpetua a Dzhokhar Tsarnaev, culpable de los atentados de la Maratón de Boston, inicia hoy su segundo día de deliberaciones sobre los motivos que le llevaron a colocar las bombas que acabaron con la vida de tres personas e hirieron a 264.

Los 12 miembros del jurado, siete mujeres y cinco hombres, se presentaron a las 09.00 hora local (13.00 GMT) ante el juez federal George A. O'Toole Jr, encargado del caso, quien les preguntó si habían conseguido aislarse de la información de los medios de comunicación.

Tras una respuesta afirmativa, les pidió que reanudarán su discusión para decidir si, como sostiene la defensa, el acusado se dejó influir por su hermano mayor, Tamerlán, a la hora de colocar las bombas o si quiso causar el mayor daño posible, como sostiene la Fiscalía.

La vida de Tsarnev depende ahora del mismo jurado que, en la primera parte del juicio, de forma unánime lo declaró culpable de los 30 delitos que se le imputan, 17 de los cuales -entre ellos el de uso de arma de destrucción masiva- podrían suponer la pena de muerte.

El jurado ya deliberó durante 50 minutos ayer miércoles después de la exposición de las conclusiones finales de la defensa y la Fiscalía.

En abril pasado, cuando el jurado declaró a Tsarnaev culpable de todos los cargos, las deliberaciones ocuparon dos días.

Entonces, Tsarnaev fue considerado culpable de las tres muertes que causaron las dos bombas caseras que colocó junto a su hermano en la línea de meta de la Maratón de Boston, así como de la muerte de un policía mientras eran perseguidos.

Para ser condenado a muerte, los 12 miembros del jurado deben tener una opinión unánime o, en caso contrario, el juez impondrá a Tsarnaev, de origen checheno y que reside en EEUU desde los 8 años, la cadena perpetua sin posibilidad de revisión de la pena.

La pena de muerte para Tsarnaev ha sido solicitada por las autoridades federales, ya que fue abolida en el estado de Massachusetts, donde se encuentra Boston, en la década de 1980, de forma que tendría que ser ejecutado en otro estado de EEUU.