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Los barones críticos minan la imagen de unidad del PP de Casado a las puertas de unas nuevas elecciones

Pablo Casado y Juan Manuel Moreno Bonilla, este viernes, en Alhaurín el Grande (Málaga).

Iñigo Aduriz

Los líderes autonómicos del Partido Popular más críticos con la gestión del presidente nacional, Pablo Casado, están dificultando el intento del líder de los conservadores por trasladar una imagen de unidad interna en plena precampaña y justo a unas semanas de que comience oficialmente la campaña electoral de las elecciones generales del 10 de noviembre.

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla y el líder de los populares vascos, Alfonso Alonso, han evidenciado en los últimos días las diferencias que mantienen con la dirección nacional del PP en materia estratégica e incluso ideológica. Los tres tratan de remarcar su autonomía interna en un partido que no ha conseguido aún cerrar las heridas de las primarias de 2018 y que tampoco ha logrado superar la crisis generada por la división de la derecha en tres partidos –PP, Ciudadanos y Vox– que provocó la debacle de las elecciones del 28A y el 26M.

Feijóo, uno de los barones con mayor peso orgánico, que acumula tres mayorías absolutas consecutivas y que se enfrenta el próximo año a unas nuevas elecciones autonómicas en Galicia, ha demostrado desde el pasado verano que no está dispuesto a ser un peón más del líder del PP. Acumula fama de buen gestor desde que asumió la presidencia del Insalud con 31 años en el primer gobierno de Aznar y trata de explotar esa reputación marcando perfil propio.

Tras el descalabro de Casado en las generales, donde también el PP gallego sufrió un duro retroceso y perdió frente al PSOE, él fue quien hizo una llamada a la moderación y a recuperar el centro político. Y en vísperas de la remodelación del grupo parlamentario, intentó evitar, junto a Moreno Bonilla, que el presidente popular colocase como portavoz en el Congreso a Cayetana Álvarez de Toledo, muy alejada de los postulados del dirigente gallego.

Distanciados de Vox

A la reunión donde se comunicó el nombramiento, en la sede nacional del partido este verano, Feijóo directamente no acudió. Tampoco apareció en la toma de posesión de la nueva presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Y se ha desmarcado de la idea de la dirección nacional de registrar los nombres para hipotéticas coaliciones con Ciudadanos, incluida la marca nacional España Suma, siguiendo la fórmula de Navarra Suma.

Feijóo rechazó explícitamente la versión gallega Galicia Suma, marca registrada por Génova como posible reclamo electoral con el fin de aglutinar el voto de centro derecha para hacer frente a la izquierda. El PP invitó a Ciudadanos a formar parte de esta coalición pero también abrió la puerta a Vox, aunque ambos partidos ya han dicho que no y la dirección popular ha asumido que concurrirá en solitario.

A diferencia de Casado, el presidente gallego ha intentado distanciarse lo máximo posible de la formación de extrema derecha y no ha visto con buenos ojos ni las coincidencias de su partido con Vox en algunas políticas, ni los pactos que han cerrado para lograr gobernar en algunas autonomías.

De hecho, se ha jactado de que el partido de Santiago Abascal no lograra implantarse en Galicia, como ha hecho en otros territorios, gracias al auge del PP, y de que la presencia de Ciudadanos en Galicia sea residual: no tiene un solo diputado autonómico y su representación en los ayuntamientos es testimonial.

“Políticos adolescentes”

La última nota discordante con la estrategia de Génova ha sido la defensa que hizo la pasada semana de una gran coalición entre el PP y el PSOE en plena campaña de Casado contra la investidura de Pedro Sánchez. “Si en España no tuviésemos una serie de políticos adolescentes a los que les hemos dado un Ferrari de 47 millones de pasajeros y están a punto de estrellarlo, si tuviésemos hombres de Estado, estoy seguro que podría haber un Gobierno de coalición”, dijo Feijóo en una entrevista en el diario ABC.

El presidente gallego recibió una respuesta inmediata del líder del PP, que reiteró su 'no' a facilitar cualquier acuerdo con los socialistas: “Sánchez jamás ha querido el apoyo del PP porque no ha ofrecido una gran coalición como la que ofrecimos en 2015. El problema es que jamás le ha interesado ningún tipo de acuerdo con el PP”.

Otro de los conflictos que ha hecho temblar a la dirección nacional de los populares en las últimas semanas es el que ha mantenido con el PP vasco, muy alejado del giro a la derecha emprendido por Casado nada más llegar a la presidencia y que el fin de semana pasado celebró una convención –a la que acudió el líder del PP– para remarcar su “perfil propio” y alejarse de la imagen más reaccionaria de la formación a nivel nacional.

Antes del cónclave, Álvarez de Toledo había cargado en una entrevista radiofónica contra la “tibieza” con la que a su juicio han actuado los populares vascos en los últimos años en contra del nacionalismo. Y el primer día de la convención el líder del PP en Gipuzkoa, Borja Sémper, respondió con dureza a la portavoz parlamentaria de su partido: “Mientras algunas caminaban cómodamente sobre mullidas moquetas, otros nos jugábamos la vida”, dijo él.

Cruce de reproches

Álvarez de Toledo no quiso responder a unas descalificaciones que consideró “ad hóminem”, pero sí avivó la batalla interna por otras palabras pronunciadas por Alfonso Alonso, que ironizó utilizando el partido de Baloncesto entre España y Argentina del pasado domingo para decir: “Yo quiero que gane España, aunque yo respeto profundamente a los argentinos. Somos compañeros y amigos. Ni polémicas ni polémicos”.

Esa referencia al origen argentino de Álvarez de Toledo molestó sobremanera a la portavoz del PP en el Congreso, que el lunes aseveró: “Me sorprende que un antinacionalista acérrimo como Alfonso Alonso me califique de extranjera”. El cruce de reproches no ha ido a más, al menos de momento.

Moreno Bonilla, por su parte, es otro de los barones críticos con Casado –en las primarias apoyó a su rival Soraya Sáenz de Santamaría– pero ahora se siente reforzado internamente, al ser uno de los dirigentes con más poder institucional y precursor de los acuerdos del PP con Ciudadanos y Vox.

Lo que reclama ahora el presidente de la Junta de Andalucía es poder participar en la elaboración de las listas electorales del 10N después de que Génova le dejara al margen para las del 28A. “Me parece razonable que intentáramos entre todos mejorar algunas listas electorales, con aportaciones de las direcciones regionales y provinciales”, aseguraba el presidente andaluz en una reciente entrevista en Onda Cero. “Hay que aprovechar la oportunidad para buscar unos candidatos con más tirón, que sirvan de refresco, que tengan fortaleza y respaldo social y que impriman una dosis de un poquito más de ilusión y credibilidad”, sentenciaba.

“Un proyecto nacional”

En las últimas generales, la dirección nacional del PP renovó a todos los cabeza de lista al Congreso en las provincias andaluzas, excepto a Carlos Rojas en Granada. En muchos casos lo hizo sin el consenso de la ejecutiva regional, lo cual molestó a Moreno Bonilla y creó un conflicto interno entre la dirección nacional y la autonómica que sigue sin resolverse.

Casado y Moreno Bonilla escenificaban en cambio una imagen de unidad este viernes en un acto en Alhaurín el Grande (Málaga). En defensa de esa coordinación y con tono claramente electoral, el líder de los populares sentenciaba: “El PP sí tiene un proyecto para España y un proyecto nacional. Sabe crear empleo, conformar gobiernos, formar equipos y hacer programas. Cuando al PP se le da la confianza, las cosas funcionan, se desatascan y se arreglan”, concluía.

Lo que todavía no ha logrado Casado, un año después de las primarias, es arreglar el atasco que sigue provocando en sus propias filas la falta de cohesión interna que revelan las disensiones con los principales barones del partido.

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