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Monedero, Alegre, Bescansa: los caídos del núcleo fundacional de Podemos

Pablo Iglesias celebra su elección como secretario general de Podemos, rodeado de los miembros de la primera dirección del partido.

Aitor Riveiro

La huida hacia adelante protagonizada por Carolina Bescansa desde que se quedó fuera de la dirección de Podemos tras la II Asamblea Ciudadana del partido que ayudó a fundar ha terminado abruptamente. Bescansa ha perdido las primarias en Galicia y, con ellas, su última oportunidad de mantener influencia orgánica en Podemos. Su retirada de la primera línea política coincidirá con el quinto aniversario del lanzamiento del proyecto que cambió el panorama político español. Un lustro en el que ha saltado por los aires su núcleo fundacional.

Carolina Bescansa (Santiago de Compostela, 1971) regresará a la universidad, su actividad previa a entrar en política, según confirmaba este viernes a eldiario.es. Esa misma mañana anunciaba desde la capital gallega su intención de dejar el escaño cuando terminen los trabajos de la comisión que investiga la pregunta financiación ilegal del PP. Es la única en la que aún tiene un papel relevante como portavoz del grupo de Unidos Podemos-En Comú-En Marea. Su pérdida de influencia y poder en el partido ha sido paulatina. Comenzó tras la confluencia entre Podemos e IU para las elecciones del 26 de junio de 2016, que rechazaban tanto ella como Íñigo Errejón, pero se aceleró en febrero de 2017.

En 2016 mantuvo el número dos en la lista de Unidos Podemos por Madrid. Pero tras aquellos comicios salió de la dirección del grupo confederal. Su puesto al frente de la coordinación de los diputados lo heredó Txema Guijarro.

En Vistalegre 2, Bescansa optó por quedarse fuera de lo que denominó “carrera de caballos” entre Errejón y Pablo Iglesias. Su idea era emerger como tabla de salvación para Podemos cuando se produjera la debacle que el enfrentamiento a cara descubierta entre los principales rostros de la organización iba a provocar.

Pero la hipótesis no se cumplió e invalidó la tesis. Iglesias ganó de forma incontestable. Errejón asumió su derrota y negoció una salida para él y los suyos. Carolina Bescansa quedó fuera de la dirección de Podemos y comenzó una progresiva desconexión con la cúpula. Iglesias la llamó para Rumbo 2020, su gobierno en la sombra, pero con el tiempo dejó de asistir a las reuniones. 

Tras el verano, Bescansa retomó el impulso político e intentó marcar distancia con la posición que Podemos defendía en Catalunya. Recuperó presencia mediática y perfil. Y buscó una alianza con Íñigo Errejón. El candidato para presidir la Comunidad de Madrid quería contar con su compañera y sumarla a su candidatura.

La socióloga trazó entonces un plan que, por error, publicó en su canal de Telegram. Un documento que iba más allá del acuerdo que había alcanzado con Errejón, según explicó él mismo. Mucho más allá. Y que concluía con Bescansa como secretaria general de Podemos.

Bloqueada la opción madrileña, Bescansa buscó en Galicia su última oportunidad. Y la perdió. Consciente de ello, ha optado por retirarse de la primera línea política.

De Monedero a Bescansa: la ruptura del núcleo

Con Bescansa salta de la primera línea política la última de las personas que formaron parte del autodenominado “equipo promotor” de Podemos.

El primero en hacerlo fue Juan Carlos Monedero. El politólogo dimitió en abril de 2015 en medio de la primera gran crisis estratégica e ideológica del partido y cuando sus problemas con Hacienda, que la Justicia luego archivó, copaban minutos en televisión y lastraban la imagen de la organización que había ayudado a poner en marcha.

La dimisión de Monedero no supuso su retirada de la vida política de Podemos. Durante meses recorrió España reuniéndose con círculos y asambleas. Escuchando a militantes. Haciéndose fotos con ellos. Lo mismo que el politólogo puede restar hacia afuera, suma hacia adentro.

Se vio perfectamente en Vistalegre 2, cuando fue aclamado por los asistentes a la II Asamblea Ciudadana del partido, pese a no presentarse a ningún cargo.

Su papel en aquel proceso interno fue el de ayudar a su amigo Pablo Iglesias. Una amistad surgida en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense y que hoy se mantiene.

No ocurre lo mismo con otra amistad previa. Muy anterior. La de Iglesias con Luis Alegre. El segundo de los fundadores de Podemos se abrasó en la cruenta lucha de poder por controlar el partido en Madrid y que salió a la superficie en marzo de 2016.

El Jaque Pastor, cuya profundidad no se conocería hasta un año después, terminó de quebrar la organización. Alegre dio un paso al lado, primero, y varios pasos atrás, después. Volvió a impartir clases en la universidad, escribió libros y participó (participa) en tertulias de radio. 

Volvió a emerger brevemente antes de Vistalegre 2, para firmar un artículo incendiario que terminó de fusionar lo político y lo personal en Podemos. El partido-medio de comunicación rastrillaba a su núcleo irradiador

De los cinco de Podemos, que en realidad fueron muchos más, solo dos mantienen los objetivos que les llevó a fundar el partido hace casi cinco años: gobernar. El secretario general, Pablo Iglesias, ha dejado claro que su intención es repetir como candidato en las próximas elecciones generales. Sean cuando sean. El secretario de Cambio Político, Íñigo Errejón, lo intentará en Madrid. 

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