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ERC y EH Bildu salen al rescate del Gobierno en su semana más complicada

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, conversa con Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados

Alberto Ortiz

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Los ministros del PSOE y Unidas Podemos entraron esta mañana en el hemiciclo sin saber si contaban con los apoyos suficientes para sacar adelante la ley de bienestar animal. Esquerra Republicana y EH Bildu –junto a la CUP y PDeCat– han acudido a última hora al rescate de la norma para dar un poco de oxígeno al Gobierno en una de sus semanas más difíciles a costa del desencuentro por la ley del ‘solo sí es sí’. 

El torbellino mediático generado en torno al choque por la reforma de la ley de libertad sexual ha soslayado toda la semana las dificultades que afrontaba la norma aprobada este jueves, una iniciativa del Ministerio de Derechos Sociales que formaba parte del acuerdo de coalición y que busca combatir el abandono de animales, concretar las obligaciones que tienen los propietarios de las mascotas o supervisar las colonias caninas. A pesar de las tensiones en estos tres años de legislatura, el Gobierno solo ha perdido la votación de una ley, la de financiación municipal. Por cuestiones reales y simbólicas, una segunda derrota en estos momentos habría tenido un alto coste político. 

El conflicto que ha tensado las negociaciones en esta ley era doble. El PSOE decidió durante la tramitación parlamentaria de la norma incluir una enmienda para excluir a los perros de caza de la protección de la ley, para lo que se apoyó en el PP, en Vox y en el Partido Nacionalista Vasco. Ninguno de los tres se planteaba, sin embargo, dar su apoyo al texto final. Esa decisión irritó a Unidas Podemos, que aunque acabó apoyando el dictamen en comisión trató hasta el último momento de llegar un acuerdo en este punto, pero también molestó al resto de socios. ERC, EH Bildu y también Más País y Compromís se negaban a apoyar una ley que no protegiese a los canes destinados a esas labores. 

Pero además, los socialistas añadieron una segunda enmienda a la parte orgánica de la ley, que se votaba por separado y que necesitaba la mayoría absoluta de la Cámara. El PSOE pretendía con esa modificación cambiar por multas algunas penas por maltrato, un punto que también alejaba del apoyo al bloque de la investidura. Fuentes de Junts, que finalmente se ha abstenido en las dos votaciones, afirman que los socialistas se han comprometido a negociar este punto en la tramitación en el Senado, aunque no aclaran si este acuerdo los ha alejado del rechazo a la ley. 

El baile comenzó este martes, con las ruedas de portavoces. El portavoz republicano, Gabriel Rufián, avanzó que no apoyarían una ley que tratase a algunos animales como herramientas. También se descolgaban Más País y Compromís. “Si la ley no recoge la protección de los perros de caza, no la apoyaremos. Es una ley que protege menos y además protege menos a los animales que a menudo son más maltratados”, sostuvo Íñigo Errejón. Joan Baldoví, en la misma línea, pidió al Gobierno que reconsiderase “la diferenciación de unos animales respecto a otros”.

Sin los apoyos de los socios de investidura, al Gobierno se le complicaban las cuentas y el escenario empezaba a tomar el color de la negociación de la reforma laboral: bloque histórico o geometría variable. Ciudadanos había anunciado su abstención a la ley pero su negativa a la reforma del Código Penal, los cuatro diputados del PDeCat rechazaban la ley pero dudaban sobre la reforma penal y la CUP se debatía en el sentido contrario. 

Pero sin EH Bildu y ERC, la reforma no salía. En un movimiento casi a la desesperada para salvar la ley, Unidas Podemos presentó una enmienda transaccional junto a ERC, Junts, EH Bildu y Más País para devolver la protección a los perros de caza. Si el PSOE sintió presión, no dejó que se notase. Las conversaciones entre Unidas Podemos y los socios se alargaron hasta la una de la madrugada. A última hora del miércoles, los independistas vascos, que recelaban de la ley, debatían si apoyarla como gesto hacia el Gobierno y divididos entre si era mejor una ley poco ambiciosa que no tener ley. 

La decisión la tomaron en la mañana del jueves, en una reunión ad hoc sobre este tema. La intervención en la tribuna de su portavoz, Iñaki Ruiz de Pinedo, parecía despejar las dudas: “Nos gustaría que esta ley fuese para todos los animales por igual [...]. A pesar de que no se recogen aspectos importantes creemos que esta ley es un avance”, defendió. Errejón mantuvo su no: “Puede ser un retroceso, protege menos que algunas normas autonómicas”. Pero Esquerra suministró más aire. “[La ley] ha salido escuchimizada, pero por nosotros no será que le demos la oportunidad y podamos poner todo nuestro empeño para que siga viva sana y más fuerte”, dijo el diputado Joan Capdevilla. 

Los nervios en los pasillos eran ostensibles. “Seguimos negociando porque los números no dan. Esto es lo que pasa cuando renuncias a los socios”, se quejaban en el entorno del espacio confederal. “Claro que va a salir, es una ley del Gobierno”, confiaba un diputado socialista. Pocos minutos después, el Gobierno consiguió 174 apoyos para la ley y cuatro más para el cambio en el Código Penal. La CUP aprobó finalmente la primera y el PDeCAT, la segunda. La mayoría absoluta la amplió in extremis Joan Baldoví y el error del director de Comunicación de Vox, Manuel Mariscal Zabala. Geometría variable, escalada sin cuerda y cierto enfado en el bloque de investidura. 

“A menudo nos hemos visto atrapados en un modo de juicio, de decisión salomónica. Y nuestro papel en la disputa entre Unidas Podemos y PSOE por ver quién se apoderaba del relato, y sujetos demasiado a la dictadura de los spin doctors, esa gente tan lista que acaban de olvidar el objeto de la ley. Pugnando por mostrar no quién mata la ley sino a quién culpamos de matar la ley. El resto de socios íbamos poniendo el oxígeno, alargando plazos para que se pusieran de acuerdo”, se había quejado desde la tribuna Capdevilla. “Ha distorsionado mucho, ha sido muy llamativa la polémica sobre si esta ley debe dar cabida a los perros de caza”, había lamentado por su parte Ruiz de Pinedo. 

Ambas partes del Gobierno se han intercambiado reproches en privado. “No han trabajado en atraer a otras fuerzas”, reclaman en el entorno socialista. Fuentes de Unidas Podemos insisten en los problemas que causa renunciar a los socios habituales, en este caso por la cesión de los socialistas ante el lobby de la caza. Tienen que entender –sostienen los morados– que los socios necesitan capital político para defender estas negociaciones en sus territorios. En este caso, los grupos han preferido renunciar a sus líneas rojas a cambio de una ley de mínimos y de no profundizar la herida abierta por el ‘sí es sí’. Esa tensión entre el bloque histórico y la geometría variable promete volver pronto.

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