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El espejismo presidencial de Feijóo se resquebraja en Bruselas y Tusk le roba el protagonismo

Alberto Núñez Feijóo saluda al líder del PP polaco, Donald Tusk, este jueves en Bruselas.

Irene Castro / Aitor Riveiro

Bruselas / Madrid —

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Hace apenas cuatro meses Alberto Núñez Feijoó llegó triunfante a una cita con sus colegas europeos. Aterrizó en Bruselas subido en la ola demoscópica que le situaba en Moncloa después de las elecciones del 23 de julio. Su presencia este jueves en la habitual reunión del Partido Popular Europeo (PPE) previa al Consejo Europeo se ha tornado gris. Y no sólo por las nubes que encapotan el cielo de la capital belga. Feijóo había pensado que llegaría a la cita como presidente del Gobierno, pero se topó con la realidad de las urnas y su imposibilidad de sumar la mayoría necesaria para ser investido presidente. Justo lo contrario que el polaco Donald Tusk.

El PPE tenía las expectativas electorales para este 2023 puestas en dos capitales, Madrid y Varsovia. La derecha europea esperaba recuperar el poder en España y Polonia como aperitivo de las elecciones europeas del año que viene. Y el calendario ha querido que el ex primer ministro polaco, expresidente del Consejo e incluso expresidente del PPE llegara como el gran vencedor a la cita de Bruselas. 

“¡Qué bueno verte de nuevo, Donald Tusk!”, ha expresado en X (antes Twitter) el alemán que le sustituyó como jefe de los conservadores europeos, Manfred Weber. No hacían falta más palabras con una imagen llena de sonrisas y en la que no ha querido faltar la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. 

La alemana, que afronta su último semestre al frente del ejecutivo comunitario sin desvelar sus aspiraciones sobre un próximo mandato, también recibió a Tusk la víspera con todo el boato en la sede del gobierno europeo. Y eso que el polaco no es siquiera candidato a la investidura por las maniobras del presidente del país, del partido ultranacionalista Ley y Justicia, aliado de Vox en las instituciones comunitarias.

“La participación récord en las elecciones que tuvieron lugar en Polonia el 15 de octubre ha demostrado una vez más que los polacos están firmemente apegados a la democracia. Donald Tusk y yo debatiremos hoy importantes cuestiones en las que la voz de Polonia es crucial”, afirmó Von der Leyen en un mensaje con toda la oficialidad de su cargo en una comparecencia junto a Tusk en la sede de la Comisión Europea. 

El tono con Feijóo ha sido necesariamente menos efusivo. “Buen encuentro con Núñez Feijóo sobre el preocupante estado del desarrollo de la política española. España necesita un gobierno estable, no una coalición-amnistía basada en los separatistas y la extrema izquierda”, ha sido el mensaje de Weber. 

El dirigente español se reunió con sus socios del PPE en una cita a la que acudió la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, que junto con Weber lidera el ala más dura del partido. A la cita acudió también Von der Leyen como cabeza destacada de la CDU alemana. Pero más allá de las fotos y el protagonismo de uno sobre otro, lo que sobrevuela es la distinta aproximación política a la extrema derecha. Tusk, antecesor de Weber al frente del PPE, siempre ha renegado de los pactos con esas formaciones, que tienen en Vox su referente español.

Tusk fue en 2022 uno de los grandes críticos europeos contra el pacto del PP y Vox en Castilla y León que supuso la entrada de la extrema derecha en un gobierno autonómico en España. El polaco era presidente del PPE y, por entonces, era Pablo Casado quien lideraba el PP español, pero solo formalmente. Su liderazgo estaba ya sentenciado por sus enfrentamientos con Isabel Díaz Ayuso, y el relevo de Feijóo también estaba cantado.

Uno y otro, Casado y Feijóo, se desentendieron del pacto de Alfonso Fernández Mañueco con la extrema derecha. El primero, de hecho, reivindicó como parte de su legado haber mantenido a Vox fuera de los gobiernos. El segundo, líder in pectore de la derecha española, dijo que todo era cosa de Mañueco, aunque lo defendió como “legítimo”.

En su nueva puesta de largo en Bruselas, Tusk esquivó el tema con cierta elegancia. “Tenemos que respetar el hecho de que en Suecia, España y Polonia el panorama político y la situación son diferentes”, respondió para no pisar ningún callo. “Las elecciones en Polonia demuestran que lo imposible es posible”, agregó, antes de asegurar que los demócratas “con determinación y dedicación” pueden vencer a la extrema derecha populista. 

“Yo he tenido mi misión nacional de eliminar del poder a un Gobierno antieuropeo y de extrema derecha que violaba los principios del Estado de derecho, la libertad de expresión, etc. Pero, al mismo tiempo, creo que es también importante para Europa ver que en uno de los grandes países, tras ocho años de Gobierno populista, una victoria de los demócratas es posible”, agregó Tusk. 

A Feijóo le ha tocado preparar un argumentario específico para Polonia sobre los denominados “pactos de perdedores”, que tanto ha criticado siempre que su PP no ha podido aprovecharse de ellos. El dirigente español dejó entrever en Bruselas que aún sangra por la herida: “Hemos obtenido más votos que otros colegas del PP europeo que van a gobernar en sus países”.

Tusk obtuvo un 30% de los votos, frente al 33% de Feijóo en España. Pero el primero podrá gobernar gracias a sus alianzas con fuerzas a su izquierda, incluidos los socialistas. El segundo, no, precisamente por su imposibilidad de sumar a nadie más allá de la extrema derecha. De hecho, el PP español no apoyó oficialmente a Tusk durante la campaña polaca.

Feijóo ha vuelto a insistir en que no gobierna porque no le ha querido dar la amnistía a los independentistas, a pesar de que rechaza haber negociado con los de Carles Puigdemont. Y aleja la reflexión de que al PP le pase factura ir de la mano de la extrema derecha de Vox, algo de lo que culpa a los demás.

“En Polonia acabamos de ganar, perdón, en Polonia podemos formar gobierno. El Partido Socialista en Polonia es distinto que el Partido Socialista en España. En Polonia es un partido de Estado y en España está pactando contra el Estado. Esa es una diferencia sustancial para poder volver a la centralidad política en España”, ha rematado Feijóo, que ha mantenido un encuentro bilateral con Tusk y ha aprovechado para verse con el comisario de Justicia, Didier Reynders, con quien ha abordado la amnistía a los independentistas. 

“Sigo pensando que la amnistía es ilegal”, ha señalado, sin querer desvelar lo que le ha trasladado el responsable de velar por el Estado de derecho en la UE. Y es que Feijóo ha vuelto a aprovechar su paso por Bruselas para sembrar dudas sobre el Gobierno y, en concreto, sobre la política exterior justo cuando los 27 estaban en plena negociación de la reacción a la catástrofe en Gaza ante la que Sánchez estaba empujando por una mayor contundencia por parte de la UE.

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