La portada de mañana
Acceder
Feijóo y sus barones chocan sobre la muerte del procés tras el fiasco independentista
Antonio Maíllo toma el relevo de Garzón con el reto de cohesionar Izquierda Unida
Opinión - Ir al grano. Por Rosa María Artal

Feijóo cede a la presión del ala dura de la derecha que le ayudó a tumbar a Casado

60 horas. Es el tiempo que aguantó Alberto Núñez Feijóo la presión contra la negociación que mantenía desde hacía semanas con el Gobierno –y que estaba casi concluida– para desbloquear el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El líder del PP se desayunó el martes con las advertencias de los medios de comunicación más conservadores que le ayudaron a perpetrar la caída de Pablo Casado y su consiguiente ascenso a la planta noble del edificio de la madrileña calle de Génova que alberga la sede nacional del partido. Aún así, su dirección defendió las conversaciones con el Ejecutivo progresista. El ruido, externo e interno, aumentó el miércoles. Y se le hizo ensordecedor el jueves. Cuando ya anochecía, Feijóo claudicó y anunció que suspendía la negociación con el Gobierno para la renovación del Poder Judicial que se mantenía bloqueada desde 2018 por el propio PP, que en todo ese tiempo ha utilizado distintas excusas para argumentar su posicionamiento. El viernes daba otro paso: “Los pactos de Estado llegarán con otro PSOE”. Fin de la partida.

La crónica de la semana que echó por tierra la única negociación abierta entre el Gobierno de coalición y el PP no empieza el lunes, sino el viernes anterior, en Bruselas. El presidente, Pedro Sánchez, comparecía ante los medios para informar del Consejo Europeo celebrado en la capital comunitaria. Preguntado por la reforma del delito de sedición y de rebelión que le reclama ERC, Sánchez dio una respuesta ya escuchada antes: “Tenemos un Código Penal que no es homologable a las democracias europeas”.

Sánchez añadió: “Es evidente que esto que digo, que es la enésima vez que lo repito, no puede ser un ejercicio de teoría. Ese compromiso se tiene que fraguar en las Cortes y para eso necesitamos apoyos parlamentarios, y a día de hoy no parece que los tengamos. Pero tenemos el compromiso de que si se produce una mayoría parlamentaria, cumpliremos con un compromiso de investidura, uno personal mío”.

Las palabras del presidente del Gobierno, que ciertamente no eran nuevas, respondían a la necesidad del Ejecutivo de ofrecer a uno de sus principales socios parlamentarios el último argumento que necesitaba para apoyar los Presupuestos de 2023. La reforma del Código Penal ha sobrevolado toda la legislatura y se hizo presente en las semanas previas al inicio de la tramitación parlamentaria de las cuentas públicas del año que viene. 

Pero el Gobierno y ERC lograron separar las negociaciones sobre los Presupuestos de las conversaciones acerca de dicha reforma. Aquellos no se verían supeditados a estos. Con todo, en los días posteriores diferentes miembros del Gobierno repitieron la consigna: primero, que la modificación se hará; y segundo, que “no hay mayoría” para hacerlo. Una forma de decir que están de acuerdo en el qué, pero lejos del cómo.

El martes por la mañana, el diario El Mundo publicó un duro editorial. “La negociación que el Gobierno está llevando a cabo a dos bandas, con el PP en torno a la renovación del poder judicial, y con ERC para la rebaja del delito de sedición, es conceptualmente incongruente”, decía el texto, que señala la línea de pensamiento de la cabecera del grupo italiano RCS MediaGroup. Y seguía: “No parece compatible que por un lado el presidente Sánchez reclame al PP un acuerdo para elegir a los nuevos vocales del CGPJ y sobre todo del Tribunal Constitucional, con el supuesto propósito de reafirmar el Estado de derecho y despolitizar la justicia, cuando al mismo tiempo trabaja abiertamente con Pere Aragonès en reducir las penas para concretas personas huidas con procedimientos judiciales en marcha por el mayor ataque al Estado de derecho perpetrado en España en los últimos años”.

Ese día, la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, concedió una entrevista a 'Espejo Público', el programa matinal de Antena 3 que presenta Susanna Griso. No faltó la pregunta sobre la coincidencia de ambas negociaciones (aunque en realidad la reforma del Código Penal es incipiente), a lo que la número dos respondió que son “dos cuestiones distintas en las que el PP tiene un papel diferente”.

Esa misma tesis sostuvieron otros miembros de la dirección durante la tarde del martes en los pasillos del Senado. Uno de los principales integrantes del Comité de Dirección del PP afirmó que alguien, sin concretar quién, había intentado torpedear la negociación. “Hemos resistido”, concluyó. 

Ese día, según ha desvelado posteriormente el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, era uno de los que estaban reservados para hacer público el acuerdo, muy avanzado ya. Tanto, que se había comenzado a tantear a los jueces y juristas seleccionados para componer el nuevo CGPJ. El Gobierno había aceptado dejar por escrito en un documento político los compromisos adquiridos, como poner coto a las llamadas “puertas giratorias” entre política y justicia, en las que el PP tiene sobrada experiencia.

Pero no ocurrió. El otro día agendado era el viernes. Pero para entonces el ruido en la derecha ya era ensordecedor. El jueves, otra vez El Mundo volvía a editorializar: “El propio partido [PP] parece ser consciente de que su acuerdo, ya muy avanzado, puede que no alcance las expectativas de todo su espacio de opinión pública”. Y añadía: “La provocación del presidente, negociando a la vez la sedición con ERC, debiera bastar para encender las alarmas en Génova”.

De Ayuso a Losantos

Ese día, otro de los comunicadores más influyentes en la derecha, Federico Jiménez Losantos, daba la puntilla al líder del PP al decir que, en su opinión, “no va a llegar a ser presidente”. “Está actuando como un partido regional gallego”, dijo. “Nadie ha tenido mejor prensa que Feijóo al llegar a la Villa y Corte porque veníamos del horror, de dos sinvergüenzas que querían liquidar al elemento más valioso del PP que es Ayuso [en referencia a Casado y Teodoro García Egea]. Y Feijóo, si no por bueno por cuco, lo primero que ha hecho es pegarse a Ayuso. Pero no puedes pegarte a Ayuso y rendirte al PSOE”, concluyó.

La referencia al papel de algunos medios en el golpe de mano que fulminó a Casado y aupó a Feijóo, así como la de Ayuso, no parecen gratis. La presidenta madrileña ha marcado la posición del PP incluso antes de que en abril Feijóo asumiera el liderazgo del partido. Después, cuando en abril el jefe del partido acudió al Palacio de la Moncloa a reunirse con Sánchez, Ayuso dijo que ella no quería “pactar con el desastre”. Desde entonces se han deslizado por una guerra fría que ha llegado hasta ahora, cuando la dirigente madrileña se ha revuelto definitivamente contra Feijóo.

Durante el mes de octubre, Ayuso ha criticado una y otra vez la negociación sobre el CGPJ, con una intensidad creciente según avanzaban las negociaciones entre Félix Bolaños y el enviado de Feijóo, Esteban González Pons. “Me preocupa que el Poder Judicial se llene de Tezanos disfrazados de jueces”, dijo la semana pasada Ayuso. “Sánchez no es de fiar”, añadió.

El jueves, Losantos convertía este argumento en un arma arrojadiza directa contra Feijóo. “Los cuatro o cinco medios antisanchistas le trataremos bien si se porta bien”, dijo. “Todo el mundo sabe que si se rinde, gana Sánchez”, añadió. “Ayer fue uno de los peores días del PP desde que llegó Feijóo”, apuntó. “Cada vez queda menos espacio”, advirtió. “No quiero ningún pacto, quiero el bloqueo porque Sánchez quiere el desbloqueo para el golpe de Estado”, expuso. “Hay que cerrarse en banda. Al golpista Sánchez, ni agua. No hay pacto, no hay Estado con Sánchez”, aleccionó. Y concluyó: “El PP aguanta porque aguantó Ayuso, y Feijóo no ha entendido nada. Se le trajo para que no hiciera lo de Casado, y está haciendo lo mismo. A este paso no heredas”.

Cuando Losantos habla, el teléfono de Génova suena. Y al otro lado siempre hay militantes enfadados. A la sede volvieron los fantasmas de febrero, cuando también en apenas dos días Casado vio cómo fue diana de la primera manifestación de los militantes del PP contra su partido. Las últimas encuestas apuntan a un final del efecto Feijóo. Y comienzan a verse titulares contra Feijóo más allá de los editoriales y las opiniones de los más hiperventilados.

Según se supo este viernes, poco después de que Losantos lanzara su diatriba contra Feijóo, Ayuso le mandó un mensaje de móvil. Lo hizo desde Galicia, precisamente desde Galicia, y antes de visitar una sede de Inditex. En el wasap fue clara al rechazar el pacto con el Gobierno cuyo anuncio parecía ya inminente.

Luego, el dirigente sondeó a otros barones del partido. Esa mañana, la política española se convirtió en un circo de tres pistas: el Congreso, Sudáfrica (donde estaba Sánchez) y Santander, desde donde habló Feijóo. En la Cámara Baja, la ministra de Hacienda afrontaba sin voz la segunda jornada del debate de Presupuestos y reiteraba en la tribuna la intención del Gobierno de llevar a las Cortes la reforma de la sedición. Pero se olvidó de decir lo de que “no hay mayoría suficiente”, y algunos interpretaron que el Ejecutivo daba un paso más. María Jesús Montero se desdijo luego, y se alineó con el textual de Sánchez.

El presidente, desde Pretoria, presionó a Feijóo y apuntó que el pacto estaba “listo”. Y el líder del PP, desde el Foro Global Youth Leadership, evitó relacionar sedición y CGPJ. Ambos hablaron por teléfono por la tarde. El Gobierno asegura que acordaron verse en persona para cerrar los últimos detalles del pacto. El PP envió poco después el comunicado que rompía las conversaciones. 

Incredulidad en Moncloa

En el Gobierno sostienen que el pacto estaba cerrado y que ha habido sobre la mesa dos opciones concretas para presentarlo: el martes 25 de octubre y este mismo viernes a mediodía. En todo caso, en la conversación telefónica que Sánchez y Feijóo mantuvieron el jueves, horas antes de que el PP dinamitara los puentes, quedaron en verse el 2 de noviembre para darle el visto bueno.  

Aquello cambió en cuestión de minutos y el presidente se enteró en el avión de vuelta a Madrid a través del comunicado del PP. Una ruptura que en Moncloa atribuyen a la presión de la “derecha reaccionaria”. “Ha dejado de ser un interlocutor válido de nuestro país, tendremos que sentarnos en la mesa con los que mandan”, aseveró el ministro de Presidencia, Félix Bolaños.  

En Moncloa dan por rota toda posibilidad de entendimiento con el PP y se abren a impulsar algún tipo de medida para evitar el “colapso” en la Justicia. “El Gobierno ahora tiene que ver opciones”, respondió Bolaños en Onda Cero a la pregunta de si designarán los dos magistrados que le corresponden al Ejecutivo en el Tribunal Constitucional. “La situación en que queda el Poder Judicial, el Consejo, es muy grave. Es una irresponsabilidad absoluta”, apuntó.

Cobrarse la presa

En la mañana del viernes, el presentador de esRadio se cebó con su víctima. “El PP cobarde de siempre. Acomplejado, que mira a la izquierda. Qué colección de payasos y de cretinos, es indignante”, arrancó a las 7.00. Y siguió: “¿Qué ha pasado con Feijóo? Está envanecido, rodeado de la misma corte que tenía en Galicia”.

Losantos aseguró que firmar el acuerdo “era la muerte del PP”, y que “Feijóo, ante el abismo” no tuvo “más remedio que ser decente”. “El PP se dio cuenta de que iba a las elecciones de mayo cojo, manco, tuerto y desvaído”, añadió. “Feijóo ha perdido su credibilidad. Me gustaría creer el comunicado, pero no puedo. Me han mentido, me han engañado y se han rendido. Te va a votar tu familia, pero yo no”, aseguró, para concluir: “Ojalá les dure la virtud… Pero la he visto hacer tanto las aceras, que me cuesta”.

El próximo mes de mayo se celebrarán las elecciones autonómicas. Ayuso se presentará para revalidar la Presidencia de la Comunidad de Madrid, pero ya ha anunciado que son sus últimos comicios regionales. A Feijóo le queda un año y dos meses para someterse a las urnas. Un periodo que se le puede hacer muy largo si sus (supuestos) aliados le tratan como en los últimos días.