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Formar Gobierno en cuatro días: descoordinación, emoción y caos en Moncloa

El secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo y, el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, a su llegada al acto de toma de posesión.

Irene Castro

A Pedro Sánchez le salió bien la formación de Gobierno. Logró dar un inesperado golpe de efecto y recibir un aplauso casi unánime de los poderes fácticos, aunque también quedó claro que no iba a tener tregua en el Congreso. En plena luna de miel en la que tanto PSOE como Moncloa se frotaban las manos por cómo estaban saliendo las cosas, el presidente ha tenido que hacer frente a la crisis de gobierno más rápida desde la transición. El fraude fiscal de Màxim Huerta y un día después la revelación de que pesa una imputación sobre el ministro de Agricultura, Luis Planas, han puesto de relieve fallos en el casting.

Sánchez tuvo cinco días para designar a su Gabinete desde que salió investido en la moción de censura el viernes 1 de junio hasta que fue a Zarzuela a comunicarle a Felipe VI la composición de su Gobierno. La estrategia de su jefe de gabinete, Iván Redondo, de gotear los nombramientos previamente también fue aplaudida.

En su entorno aseguraban que el presidente lo tuvo fácil porque llevaba tiempo manteniendo encuentros con expertos en distintas áreas y que eso allanó el camino. Parte del trabajo estaba hecho. Sin embargo, no se profundizó más allá del currículum y el perfil de los ministros y ministras.

Huerta no trasladó a Sánchez que tenía trapos sucios: un fraude con Hacienda que se judicializó y acabó con una sentencia en su contra. 'El Gobierno de la dignidad', con la regeneración democrática entre sus banderas, no pudo resistir. El fallo podía salirle caro a Sánchez, que tenía la amenaza de ver a un ministro reprobado.

Tampoco la situación judicial del ministro de Agricultura, Alimentación y Pesca fue evaluada antes de su nombramiento. Luis Planas está imputado desde hace dos años, aunque asegura que no estaba en la Consejería bajo investigación y confía en que se imponga el criterio de la Fiscalía, que no aprecia indicios de delito.

El criterio del Gobierno es esperar a la decisión del juzgado y de momento cuenta con la aquiescencia de Pablo Iglesias, mientras que PP y Ciudadanos exigen su dimisión y apuntan directamente al presidente. El código ético por el que se rigen los socialistas establece para la dimisión el momento procesal en el que se abre el juicio oral. Tanto el ministro como Moncloa están convencidos de que ese punto no llegará y que será desimputado.

Equipos a medias con una legislatura en marcha

Sánchez llegó a Moncloa de forma inusual y casi inesperada (no es lo mismo alcanzar el gobierno tras unas elecciones, con sus correspondientes plazos para la investidura, y después el traspaso de poderes) por lo que la formación de equipos se produce con la legislatura en marcha.

La mayoría de ministros aún no han designado a sus secretarios de Estado y al resto de cargos de confianza. Los que ya tienen equipo de trabajo han comenzado a ponerse al día contra reloj con la continuidad de un mandato que ya llegaba a su ecuador. Algunos no saben exactamente todavía qué competencias tienen y, además, han tenido que hacer frente a cuestiones sobrevenidas, como la gestión del Aquarius.

La formación de los equipos también choca con la dificultad de fichar gente que asuma que su designación se prolongará, como máximo, dos años.

Las partes del Gobierno que ya van completándose también adolecen de problemas de coordinación y saturación. “Ayer tuve 700 llamadas”, reconocía una de las responsables de prensa de un ministerio. Tampoco el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, da abasto con el aluvión de peticiones de los medios que recibe diariamente sin que le haya dado tiempo a cuadrar su equipo.

Aunque la maquinaria sigue en marcha con rapidez, también se han producido algunos problemas de coordinación y comunicación. El grupo parlamentario que pilota Adriana Lastra no ha recibido instrucciones de cómo se gestionará la iniciativa política, aunque en la bancada socialista esperan que se engrase la relación una vez nombrado el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Antonio Montilla.

La número dos del PSOE fue a una entrevista en RNE justo cuando El Confidencial acababa de publicar la información sobre el fraude fiscal de Huerta. Lastra salió al paso del escándalo diciendo que el entonces ministro lo “solucionó” con Hacienda y dijo que se acababa de enterar de la noticia. No obstante, el Gobierno disponía de la información que se iba a publicar desde la noche anterior.

A pesar de los tropiezos iniciales, en el Gobierno confían en tomar las riendas cuanto antes y dedicar este Consejo de Ministras a parte de los nombramientos que faltan –entre ellos delegaciones de gobierno, secretarios de estado, puestos económicos de Moncloa...– y entrar en materia social el viernes 22 de junio.

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