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El pelo de la gamba como eje divisorio de la izquierda en España

Irene Montero en la entrada a la reunión de hoy de la Junta de Portavoces.

Iñigo Sáenz de Ugarte

El método Sánchez para sobrevivir en un Congreso sin mayoría absoluta ha tenido este martes su gran día de exámenes. Ocho decretos-ley, ocho, se presentaron a votación en una prueba del funcionamiento del plan B del Gobierno en el caso de no poder aprobar los presupuestos. Fueron más los aprobados que los rechazados, pero esa no es una medida real de la fortaleza de Pedro Sánchez. Si necesitas a la oposición para sacar adelante alguno, como el del sistema ferroviario, porque son rechazados por tus socios, esa triangulación no dice mucho de la solidez de tu mayoría, aunque te permita sobrevivir.

Los decretos ley son otro ejemplo de cómo el sistema político español prima al poder ejecutivo sobre el legislativo. Es una herramienta de la que los gobiernos hacen un amplio uso más allá de los términos que establece la Constitución. Se supone que se justifican por razones de urgencia, pero con una interpretación muy elástica del concepto. La urgencia la marcan los biorritmos políticos del Ejecutivo o a veces su pasividad al tardar demasiado tiempo en adaptar directivas europeas de obligado cumplimiento.

Son un diktat educado. Todos podrían encabezarse de esta manera. Esto es lo que hay; lo tomas como está o lo rechazas. Tus aportaciones concretas no interesan.

Los dos gobiernos de Rajoy tiraron de decretos ley siempre que quisieron para escándalo de los socialistas. El anterior presidente batió récords en esta disciplina. Ahora Sánchez va en la misma línea. Lo que antes se decía que era una falta de respeto a la actividad parlamentaria es ahora una forma de vida. El diputado del PP Bienvenido de Arriba afirmó que a este ritmo se habrán presentado para su aprobación 89 decretos ley hasta el final de legislatura, lo que sería otro récord en un periodo de dos años.

Un termómetro de las relaciones PSOE-Podemos

Más allá de la mecánica parlamentaria, un decreto ley iba a ser revelador sobre la entidad de la relación entre PSOE y Podemos, condición necesaria pero no suficiente para que Sánchez siga en Moncloa. El relacionado con la vivienda era un ejemplo del giro social del que presumen los socialistas y es uno de los factores socialmente más dañinos de la precariedad.

No hubo acuerdo con Podemos. Las medidas del decreto suponen unos cambios moderados en el mercado de la vivienda, en la línea de lo que suele ser la política económica de los gobiernos del PSOE. Intervencionismo socialdemócrata sin medidas radicales de resultado incierto. Sobre el asunto más importante en relación a la vivienda –su precio–, pocas consecuencias o ninguna tendrá este decreto.

“Ustedes tenían que elegir entre defender los derechos de toda esa gente”, dijo Lucía Martín, diputada de Podem, “o proteger lo máximo posible, rebajando nuestro acuerdo, a todos los que como Blackstone se están forrando a costa de liquidar derechos y precarizar las vidas de miles de familias”.

Para Podemos, el PSOE apostó por lo segundo y el resultado quedó muy por debajo de lo pactado entre ambos partidos en octubre, según ellos, por la influencia de la ministra de Economía, Nadia Calviño. En política, a veces los pactos no obligan a mucho y se quedan en una serie de directrices.

El argumento del Gobierno consistió en quejarse de que los de Podemos siempre están pidiendo la Luna. “La derecha traga con carros y carretas y en la izquierda no se pasa el pelo de una gamba”, dijo el ministro José Luis Ábalos, que parecía reclamar disciplina a un partido que no es el suyo.

La portavoz socialista, Adriana Lastra, defendió la capacidad de la socialdemocracia para avanzar en políticas sociales, mientras “otros quieren el paraíso”. Fue una defensa combinada del pragmatismo algo pesimista con que los socialdemócratas se mueven en los últimos años por Europa y que les han dado resultados electorales pésimos en Francia, Alemania e Italia. Es mejor conservar lo que se tiene, porque los bárbaros quieren llevarse todo por delante.

Acostumbrado a sobrevivir hasta el próximo lunes, Sánchez dará por bueno un resultado de 7-1 con la única derrota del decreto de la vivienda. En Podemos dejaron claro que no pretenden “deshacer la mayoría de progreso de la moción de censura”. Está la cosa en ese partido como para ir a unas elecciones anticipadas.

Sánchez tendrá además la oportunidad de celebrar la opinión del número dos del PP. “La legislatura va a ser larga para desgracia de los españoles”, dijo Teodoro García Egea sin dejar muy claro por qué reconoce que el acoso de su partido al Gobierno tiene pocas posibilidades de éxito. ¿Será que en el fondo el PP tampoco tiene muchas ganas de una llamada a las urnas en esta primavera?

Tanto mareo con que si se aprobarán o no los presupuestos y resulta que el PP ya sabe que Sánchez aguantará hasta 2020. Si es que le quitan toda la emoción a la actividad parlamentaria.

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