Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Los fiscales ofrecen la versión audiovisual del 1-O para todos los públicos sin violencia policial

Votantes del 1-O bloquean el acceso de la policía en un colegio electoral en un vídeo ofrecido por la fiscalía en el juicio.

Iñigo Sáenz de Ugarte

En los festivales de cine, hay de todo. Obras maestras, películas para pasar el rato y bodrios interminables. En el juicio del procés, ha comenzado un breve certamen audiovisual de dos o tres días con todos los vídeos que acusaciones y defensas quieren que sean observados por el tribunal. Aquí también hay niveles diferentes de calidad cinematográfica. Imágenes con mensaje y otras que cuentan menos que un informativo de la hora de comer.

Hay que dar por hecho que casi todo lo que se ve en las imágenes se ha escuchado antes en el Tribunal Supremo a través del testimonio de los testigos. Claro que no es lo mismo verlo a que te lo cuenten.

Se sabía que las defensas estaban muy interesadas en este momento del juicio en ofrecer imágenes de cargas policiales que podían contradecir los testimonios de los agentes que alegaron haber sido golpeados y haber usado la violencia sólo en caso de necesidad. Lo que no sabíamos es que la fiscalía también quería dejar su sello en la historia del montaje a efectos judiciales (entiéndase montaje como sinónimo de edición audiovisual) y dedicó el día a exhibir decenas de imágenes. Lo más curioso es que algunas de ellas no vienen nada mal a las defensas.

El fiscal Jaime Moreno ofreció una selección caótica y desorganizada de vídeos, fundamentalmente de las concentraciones del 20 de septiembre de 2017 y de la jornada del referéndum. No en un orden que tuviera sentido. Parecía que los habían metido todos en una bolsa y los iban sacando al azar. Salían unos cuantos vídeos de las concentraciones del 20 de septiembre. Una hora después, aparecían otros. En numerosas ocasiones, salían grabaciones ya ofrecidas minutos antes. En el colmo de la improvisación, las defensas preguntaron por la mañana en qué lugar se habían tomado ciertas imágenes o en qué día y Moreno reconocía que no lo sabía. Me gustaría decirlo, pero “soy incapaz de saberlo”, dijo. “Piden una identificación que nada viene a añadir”, dijo después, como si el criterio de selección fuera buscar policías y catalanes enfrentándose en la calle. Y los catalanes tenían que estar muy furiosos.

Las estrellas del montaje eran los vehículos de la Guardia Civil que fueron gravemente dañados cuando estaban aparcados ante la Conselleria de Economía y rodeados por miles de manifestantes. Hubo muchos planos de ellos a lo largo del día: a primera hora, limpios e impolutos, después como podio de manifestantes y de los dos Jordis, y al final de la noche, llenos de pegatinas y abolladuras, cuando eran trasladados por una grúa.

Sí que había un criterio para la fiscalía que resultó pronto muy obvio. En muy pocas ocasiones, se veía a policías pegando a votantes del referéndum de independencia. Incluso en colegios donde sí se produjeron esas escenas, eran otras las que se ofrecían. Parecía que era la versión del 1-O para todos los públicos, excepto los insultos que se escuchaban.

Lo que sí se vio fueron casos, en concreto dos, de violencia explícita de manifestantes contra agentes. Por ejemplo, la imagen conocida de un policía al que lanzan una silla a las piernas después de que entre en un colegio de Sant Joan de Vilatorrada rompiendo los cristales de la puerta. O la de otro en Sant Esteve Sesrovires que cae al suelo tras forcejear con un manifestante y recibe después una patada en la cabeza por una persona que luego es detenida por otros policías.

Hubo otra situación violenta cuya aparición entre las imágenes podríamos calificar de error evidente, desde el punto de vista de la acusación. Uno de los últimos vídeos de la fiscalía muestra un enfrentamiento en la calle entre varias personas, la mayoría bastante mayores, y un grupo de policías. De repente, un hombre de pelo cano se levanta y aparece en plano con la cabeza ensangrentada. Los policías le han pegado o se ha herido al caer al suelo. No es posible saberlo con total seguridad. Lo que es seguro es que ofrecía un mensaje que no convenía nada a la acusación. Son las desventajas de pretender ganar un juicio con la cantidad de las pruebas presentadas, no con su calidad.

Imágenes de doble uso

La intención de la fiscalía era mostrar a policías y guardias civiles intentando cumplir un mandato judicial –del TSJC– que ordenaba impedir la celebración de la consulta y cómo lo tuvieron imposible ante el alto número de personas que bloqueaban el acceso a los colegios. Es algo que forma parte de la estrategia de la acusación. Pero no sólo de la acusación.

Xavier Melero, abogado de Joaquim Forn, se había desmarcado del resto de las defensas al no impugnar ninguna de las pruebas documentales presentadas por los fiscales. Su argumento: podían servir para reforzar argumentos de la fiscalía, pero también de la defensa. Lo que sostuvo sobre los documentos se podría aplicar del mismo modo a los vídeos que se vieron el martes.

Varios de ellos eran perfectos para fundamentar uno de los elementos relevantes de la defensa de Forn, y que Melero ha apuntado en algunas entrevistas: la idea de que se envió a las fuerzas de seguridad a una misión que era imposible de ejecutar con ese número de efectivos, el máximo del que en la práctica podían disponer.

Se pudo comprobar con la llegada de un grupo de veinte guardias civiles a un colegio donde les estaban esperando los votantes, que ocupaban por completo la rampa de acceso al edificio. Era realmente imposible que pudieran entrar a menos que sacaran a esas personas una por una. Por las imágenes ofrecidas en el juicio, parece que finalmente renunciaron y quizá se fueron a otro que presentara menos dificultades.

Las imágenes –recordemos que se trata de las seleccionadas por la fiscalía– eran en cierto modo un buen ejemplo de lo que es la resistencia activa no violenta contra la policía, que con frecuencia puede incluir empujones o forcejeos y que es especialmente efectiva si se hace para impedir el paso por un punto muy concreto, como la entrada a un edificio. Sólo si la policía se emplea con la máxima violencia, tiene alguna posibilidad de superar el obstáculo.

La acusación ofreció imágenes de votantes aplaudiendo –o gritando “esta es nuestra policía”– a la pareja de mossos destacada en cada colegio. Pretendía reforzar la acusación de pasividad a la policía autonómica. Por otro lado, como probablemente destacará Melero, si veinte guardias civiles con material antidisturbios no pudieron entrar al colegio para llevarse las urnas en algunos casos, imaginemos qué podrían hacer dos mossos.

Pero también hubo imágenes de la tensión y de los enfrentamientos entre manifestantes y mossos en Sabadell, lo que no casa mucho con la definición de los agentes autonómicos como fuerza armada al servicio de la rebelión, tal y como aparecen reflejados en el escrito de acusación de la fiscalía.

Y hasta aquí la película vista con el guión diseñado por la fiscalía. Las defensas tendrán su turno este miércoles. La suya será la versión para mayores de 18 años con escenas más violentas y protagonizadas por policías. Cada parte en este juicio tiene derecho a hacer su propio “the director's cut”, es decir, el montaje del director.

Corrección: una edición anterior del artículo contaba que Xavier Melero no había impugnado ninguno de los vídeos propuestos por la fiscalía. Lo que no impugnó fueron los documentos aportados por los fiscales, no los vídeos.

Etiquetas
stats