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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Una locución con las respuestas se cuela en unas oposiciones a Instituciones Penitenciarias

OposicionesPrisiones

Marcos Pinheiro

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Aula 16 de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense. Un grupo de opositores, de los 9.655 que esa mañana se examinan en Madrid, rellena el primer ejercicio de las pruebas para acceder a una plaza de ayudante en Instituciones Penitenciarias. De repente, el silencio de la sala se rompe cuando empieza a sonar una voz que lee en alto el número de algunas de las preguntas y dice cuál es su respuesta.

La grabación procede, aparentemente, del móvil de una de las opositoras, que trata de pararla. La mujer es expulsada de la sala en medio del revuelo, pero ya va a ser muy complicado devolver la normalidad al Aula 16. El resto de opositores se miran, comentan qué ha podido ocurrir y entre la confusión inicial y las conversaciones posteriores emergen dos preguntas sin respuesta: ¿De dónde salían esas respuestas a las preguntas del examen? ¿Qué pasa ahora con las oposiciones?

Este medio se ha puesto en contacto con diversos opositores que ese día presenciaron la escena. Sus versiones coinciden en lo que ocurrió el domingo en ese aula. Los aspirantes estaban llamados a acudir a primera hora del día y se les había distribuido en distintas salas de la facultad para hacer las pruebas. Antes de comenzar el examen, debían dejar todas su pertenencias: abrigos, bolsos, mochilas, etc. La orden era que allí debía quedarse también su teléfono móvil, que debían apagar y que bajo ninguna circunstancia podían mantener con ellos.

Comenzó entonces esa primera prueba, un examen tipo test. Transcurridos entre 10 y 15 minutos, varios testigos relatan a elDiario.es la misma escena: una mujer entra al aula, interrumpe el examen y dice que se había equivocado, que el tribunal le ha dicho que debe examinarse en esa sala. Tras la confusión inicial, los funcionarios comprueban que está en la lista, la mujer entra y se sienta al final del aula. Pero con una diferencia respecto a sus compañeros: con el revuelo, ha mantenido con ella sus pertenencias.

El examen continúa y pasada una hora, se rompe el silencio con la locución. Varios testigos dicen que era una grabación que leía el número de las preguntas y las respuestas: “44, C, Casa, 45…”. Otros asistentes afirman que no pudieron distinguir si era una grabación o una voz en directo. Sí que coinciden en que la opositora se puso nerviosa y tuvo problemas para parar la locución mientras los funcionarios que supervisaban el examen le apremiaban para que dejase de sonar. Fue expulsada del aula inmediatamente.

El incidente desató la confusión. Una funcionaria, relatan los presentes, regresó a la sala y pidió que si alguien tenía el móvil consigo se lo entregara inmediatamente. Varios opositores lo hicieron y uno acabó expulsado porque lo tenía en modo avión, sin apagar, como exigían las normas del examen. Salió del aula mientras discutía con la funcionaria.

Algunos opositores describen una situación de desconcierto, con supervisores entrando y saliendo de la sala. Uno de ellos llegó a comentar en alto que el examen podría ser anulado, lo que según los testigos agravó la situación: varios aspirantes se quejaron y alguno comenzó a llorar ante la perspectiva de que aquella prueba no fuese a tener validez. El examen se reanudó y se dieron unos minutos extra de la hora de finalización, pero varios opositores coinciden en que el incidente alteró la concentración necesaria para el examen.

La inquietud con lo que pueda pasar ahora

Aquella era la primera prueba del día. Después se celebró la segunda, durante la cual entraron algunos funcionarios a la sala e hicieron comprobaciones sobre el pupitre en el que se había sentado la opositora a la que le estaban dando las respuestas.

Varias personas de las que se examinaban ese día relatan a elDiario.es su inquietud con lo que pueda pasar ahora. En primer lugar, sobre si el examen será finalmente anulado y sus esfuerzos quedarán en nada, y en segundo lugar, sobre cómo es posible que esa opositora tuviera acceso a las respuestas: si era una grabación, lo que implicaría que tuvo acceso previo al examen, o si articuló algún sistema por el que otra persona le ayudó en directo.

Fuentes de Instituciones Penitenciarias señalan que ese día se expulsó a dos personas a las que se detectó usando pinganillos y que a otra decena se les echó por tener consigo los móviles durante la prueba.

En cuanto al examen, esas fuentes señalan que “los opositores tienen cauces legales para trasladar cualquier queja” y que la única vía para anular la prueba ahora sería un recurso de alguna de las personas que se examinó ese día. Primero, con un recurso de alzada, y si es rechazado, por la vía contencioso administrativa.

En total, 10.182 aspirantes se examinaron ese día para obtener una plaza de auxiliar en Instituciones Penitenciarias: 9.655 en Madrid y 527 en Canarias. Las pruebas del pasado domingo eran la primera fase y si se superan, se pasa luego a un examen médico. Si el aspirante supera todos los trámites obtiene la plaza, pasa 15 días de preparación y tiene que hacer un año de prácticas antes de ejercer plenamente como auxiliar.

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