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El 'caso Máster' y las heridas de las primarias persiguen a Casado en su primera semana como presidente del PP

Casado, el jueves, tras reunir a su Comité Ejecutivo en Barcelona.

Iñigo Aduriz

Pablo Casado no ha logrado cerrar las heridas abiertas en el PP durante el proceso de primarias que acabó ganando el pasado día 21 en el XIX Congreso del partido que tuvo lugar en Madrid. Tampoco ha conseguido desprenderse de la investigación que sigue la jueza Carmen Rodríguez-Medel sobre las supuestas irregularidades de su máster en Derecho Autonómico y Local. En su primera semana de liderazgo, el presidente de los populares se ha encontrado con una fuerte resistencia de su rival en el proceso interno, Soraya Sáenz de Santamaría, que no ha aceptado que su derrota le dejará sin apenas poder orgánico.

Además, Casado ha realizado una serie de gestos que apuntan a cuál será su estrategia con la que pretende recuperar el Gobierno para el PP: ha recuperado al expresidente José María Aznar, se ha volcado en la recuperación del voto perdido en Catalunya y ha destituido a la extesorera del partido, Carmen Navarro, manchada por la corrupción, en un claro gesto de renovación respecto a la etapa de Mariano Rajoy en la que afloraron casos como Gürtel o Púnica.

“Me he presentado para mi partido. Y seguiré trabajando para lo que sea mejor para mi partido”, decía Santamaría nada más perder las primarias y tras reconocer la victoria de Casado. La derrota hizo que decidiera tomarse varios días de descanso en los que ni siquiera cogió el teléfono a sus más estrechos colaboradores, según explicaron estos a eldiario.es. Regresaba a Madrid el miércoles para mantener una reunión con el nuevo presidente del PP, que en las distintas entrevistas que concedió a medios conservadores desde principios de semana insistió en que quería que el equipo fuera “de todos”.

El encuentro desvelaba las profundas diferencias que existían entre ambos dirigentes sobre cómo debía realizarse la integración que ambos reivindicaron en el congreso del partido. Según apuntan fuentes conocedoras de la conversación que mantuvieron en el Parlamento, Santamaría quiso imponer una serie de cargos para sus afines. Públicamente, la exvicepresidenta pidió a Casado una representación “proporcional” al 43% de los votos que obtuvo en el cónclave para todos los órganos de dirección del partido. El presidente del PP se negó y recordó su triunfo interno.

Una ruptura total

Casado había diseñado una dirección a su medida con más puestos para los afines a María Dolores de Cospedal –cuyo apoyo resultó crucial para la victoria– que para el equipo de la exvicepresidenta, que apenas se quedó con un cargo en el Comité de Dirección y con 10 puestos de 51 en la nueva estructura del PP. El enfrentamiento fue entonces total e hizo que Santamaría rompiera las negociaciones que mantenían sus acólitos José Luis Ayllón y Fátima Báñez, con los números dos y tres de la Ejecutiva de Casado, Teodoro García Egea y Javier Maroto.

La ruptura se escenificaba el jueves, en el primer Comité Ejecutivo Nacional del nuevo presidente en el que Casado reservó una vocalía para Santamaría pero que esta rechazó. Ella y sus afines impidieron así la foto de la unidad que el presidente buscó en las escalinatas de Montjuic. Y forzaban al líder del PP a dar un golpe de autoridad asegurando que no aceptaría “corrientes internas”. Dirigentes cercanos a Casado advertían en cambio de estar convencidos de que la exvicepresidenta haría una dura oposición interna a Casado, trasladando la batalla de las primarias a la conformación de las listas de próximas citas electorales.

El viernes, la nueva dirección trataba de que la exvicepresidenta entrara en razón integrándose de la forma en la que había ideado el líder del PP. “Ya no hay bandos”, aseguraba el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, porque cada día se están integrando personas que apoyaron la candidatura de Santamaría. De hecho, subrayaba que “solo queda una silla vacía”, la de la exvicepresidenta. Casado incrementó la presión sobre su rival anunciando que dará nuevos puestos a sus afines en el Grupo Parlamentario del Congreso y del Senado.

Pero una semana después del congreso del PP, Santamaría, que el viernes sí acudió a la reunión de diputados –“Soy leal a mi partido y a España”, dijo– y que saludó con dos besos a Casado en el hemiciclo sigue manteniendo su resistencia y se prepara para ejercer de contrapeso interno al liderazgo del presidente.

Reivindicar el pasado

Casado proclamó en el cónclave su intención de reivindicar la historia del partido. “No puede aspirar a liderar el PP alguien que no está orgulloso de su pasado”, sentenciaba para recordar a los expresidentes populares Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha, José María Aznar y Mariano Rajoy. Con este último mantenía su primera reunión como presidente. Conversaron durante hora y media y según las imágenes que trascendieron del encuentro, el semblante de Rajoy era serio. Su gesto contrastaba con el que mostraba un día después Aznar, al que Casado concedió media hora más que a su predecesor y que posó sonriente en su regreso a la sede del PP de Génova 13 que llevaba sin pisar desde diciembre de 2015 tras romper con Rajoy, cuya labor criticó prácticamente desde que lo nombro sucesor.

El PP recuperaba al aznarismo, lo que llevaba a fuentes de la dirección popular a explicar que la reunión entre Casado y Aznar se había desarrollado en un ambiente de “confianza y esperanza de futuro”. También reunía a Hernández Mancha a pesar de que ambos no se conocían, solo por respeto institucional.

A lo largo de la semana todas las actuaciones de Casado han estado marcadas por el caso de su máster en la Universidad Rey Juan Carlos, por las actuaciones judiciales y las novedades que se iban conociendo prácticamente cada día. Ni la universidad ni los profesores encontraron los trabajos con los que el presidente del PP aprobó esos estudios en 2009. Además, la jueza imputó a dos compañeras de máster de Casado con idéntica trayectoria al líder de los populares, que está aforado y que por tanto solo puede ser juzgado por el Tribunal Supremo.

Tal y como informaba en exclusiva de eldiario.es, Casado sacó un sobresaliente sin pisar el aula en las únicas asignaturas que cursó de su máster ( las otras 18 le fueron convalidadas) pese a que las guías docentes reservaban un porcentaje de la nota a la asistencia a clase. Preguntado sobre esa incongruencia, el líder del PP se limitaba a asegurar el jueves: “El tema llega un punto que no merece más explicaciones”.

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