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Unidas Podemos desaparece en Galicia y se desploma en Euskadi

El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias; y el candidato de Galicia en Común-Anova Mareas, Antón Gómez-Reino, levantan el puño en un acto público en el Auditorio Mar de Vigo, en Vigo,

Aitor Riveiro

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Unidas Podemos no ha rentabilizado en las elecciones vascas y gallegas de este domingo su presencia y acción en el Gobierno central. Especialmente duro ha sido el golpe en Galicia, donde se ha derrumbado el espacio político que se fundó en 2012 con la candidatura de Alternativa Galega de Esquerdas y que logró resultados históricos en 2015 y 2016 bajo la marca de En Marea. La Galicia en Común de Antón Gómez-Reino ha pasado de los 14 diputados de las anteriores autonómicas a quedarse fuera del Parlamento. En Euskadi la caída es menor, pero la lista de Elkarrekin Podemos que ha liderado Miren Gorrotxategi se deja la mitad de los escaños, de los 11 de 2016 a los seis de 2020 con el 98,80% escrutado.

Ni la participación en ambas campañas del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, ni la presencia en Galicia de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, han evitado el batacazo. Tampoco han conseguido la movilización el líder de IU, Alberto Garzón, o el último empujón que intentó dar a Gómez-Reino la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

En un hilo en Twitter, el vicepresidente segundo del Gobierno ha felicitado a Urkullu y Feijóo por sus resultados, ha arropado a sus dos candidatos y ha pedido “hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido.

En el País Vasco la caída se daba por descontada, después de que se produjera un nuevo relevo al frente de Podemos. Las primarias para las elecciones supusieron el triunfo inesperado de la candidata apoyada por Pablo Iglesias, Miren Gorrotxategi. La dirección autonómica dimitió y el partido tuvo que afrontar un nuevo proceso interno en el que se eligió a Pilar Garrido como la tercera coordinadora general en cinco años.

Elkarrekin Podemos se presentó a las elecciones con una propuesta: un tripartito con EH Bildu y el PSE que sirviera para terminar con décadas de Gobierno del PNV, quien ha ostentado la Lehendakaritza desde la restauración de la democracia, salvo los tres años de Ejecutivo socialista de Patxi López entre 2009 y 2012. La aritmética final quizá permita esta opción de forma teórica, ya que los 38 diputados que suman los tres partidos al 99,69% escrutado hacen viable sobre el papel la única alternativa posible para que Iñigo Urkullu repita al frente del Gobierno vasco. Pero la líder del PSE, Idoia Mendia, ha sostenido en campaña su negativa a gobernar con los de Arnaldo Otegi.

Podemos, tanto en solitario en 2015 como ya con IU en 2016, logró ganar en Euskadi en las primera elecciones generales a las que se presentaba el nuevo espacio político. Ya en la doble cita con las urnas de 2019 vio reducida su representación en el Congreso a la mitad, igualando el resultado de Unidas Podemos a nivel estatal. La coalición sigue en la misma senda, pero al menos salva los muebles.

Derrumbe total en Galicia

Pero el batacazo en Euskadi queda tapado por el derrumbe absoluto en Galicia. De los espectaculares resultados del bienio 2015-2016 el espacio político, en el que también se integra Anova, la formación del histórico dirigente del independentismo de izquierdas Xosé Manuel Beiras, ha pasado a desaparecer completamente. Un puñado de votos en las provincias de A Coruña y Pontevedra, donde se han quedado al borde del 5% que marca la norma para entrar al Parlamento gallego, podrían haber permitido enjuagar el resultado.

En 2015 las llamadas mareas lograron las alcaldías de tres de las principales ciudades gallegas: A Coruña, Santiago y Ferrol. La ola municipalista llegó a las generales de diciembre de ese mismo año: En Marea se hacía con la segunda posición y metía seis diputados en el Congreso. Repetía números en junio 2016, pero ya ligeramente por detrás del PSOE. El espacio político remontaba en septiembre de ese mismo año. También bajo la marca En Marea y con un juez desconocido como cabeza de lista, Luis Villares, lograba la segunda posición y 14 diputados en el Parlamento autonómico.

El espacio político era heredero directo de Alternativa Galega de Esquerdas, creada en 2012 por Beiras, que rompía con un BNG en caída libre, y con una desconocida Yolanda Díaz, líder de IU en la comunidad. El idilio terminó ese 2016. Las peleas internas entre las partes, a las que se sumaron las ondas expansivas de la guerra en el seno de Podemos a nivel estatal, acabaron por dinamitar la coalición.

“Los resultados no son buenos para nuestro país, para Galicia. Pero son un fracaso para nosotros. Son unos malos resultados sin paliativos”, ha dicho Antón Gómez-Reino en unas primeras declaraciones ante los medios. El candidato ha señalado que los resultados han sido “inesperados” y que lamenta no poder “colaborar para acabar con la mayoría del PP y de Feijóo”.

El votante ha optado por volver al BNG, que remonta de forma espectacular hasta la segunda posición. Insuficiente, no obstante, para evitar la cuarta mayoría absoluta consecutiva de Alberto Núñez Feijóo.

En su último mitin en Euskadi, Pablo Iglesias lanzaba un mensaje que podía ser común a las dos elecciones de este domingo y pedía “una segunda oportunidad” a los electores que confiaron en su formación en el bienio 2015-2016. “Hubo muchos ciudadanos que no son de Podemos que lanzaban un mensaje al conjunto del Estado: hay cosas que pueden cambiar”, apuntó el líder de Unidas Podemos. El electorado que entonces pudo hacer esa reflexión ya no la cree o piensa que son otros los que pueden empujar hacia ese cambio.

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