Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Los partidos urbanos y la España vaciada pugnan por empadronar a los jóvenes a tiempo para el ciclo electoral

Una madre con su hijo que introduce el sobre con su papeleta en la urna en el colegio electoral de la SAFA de Sevilla.

Alberto Ortiz

6

Cada vez que se acercan las elecciones, una pregunta recorre las charlas de los votantes progresistas de las grandes ciudades: “¿Estás empadronado aquí?”. Más Madrid, el principal partido de la oposición en la Comunidad de Madrid, se la ha planteado en una reciente campaña a estudiantes y a otra gente joven de la capital para promover los empadronamientos y evitar que en las próximas elecciones ese voto de menor edad, a priori más proclive a votar a la izquierda, se vaya a los municipios donde esas personas ya no hacen vida efectiva. La campaña, sin embargo, ha irritado a las localidades de la llamada España vaciada, cuya financiación depende, en parte, de sus habitantes censados y que creen que estas políticas fomentan el desarraigo.

La formación de Mónica García publicó en sus redes sociales un vídeo en el que preguntaba a varios estudiantes si estaban registrados en la capital o en el municipio de la Comunidad de Madrid. La campaña, con el lema “Si vives en Madrid, decide en Madrid”, pretendía hacer un llamamiento al sector joven y migrante de la población, esas personas que viven en la ciudad pero están registradas en otro lugar, para que se empadronen antes del 15 de enero, el límite legal para entrar en el censo para las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. 

El vídeo suscitó cierto debate en la red social. Algunas personas calificaron la iniciativa de “centralista” y consideraron que únicamente serviría para “vaciar” la España rural o para que esos estudiantes perdiesen las becas o ayudas que ofrece el Estado por estudiar fuera de su región de origen. Entre esos mensajes, la cuenta España Vaciada Madrid señaló un componente territorial: “Si eres de la #EspañaVaciada, resides en Madrid pero sigues sintiendo tu tierra y quieres volver a ella, sigue empadronado en tu ciudad o en tu pueblo. Así podrás decidir su futuro y colaborar en su financiación”. 

La idea de Más Madrid tiene dos sentidos: uno filosófico y otro electoral. El primero tiene que ver con la noción de que el voto, y más en unas municipales, sirva para que la persona decida sobre los asuntos que le ordenan la vida cotidiana. Además, es un principio legal: es obligatorio empadronarse en el lugar donde se vive más de la mitad del año. 

Fuentes del partido indican a este diario que la principal razón de la campaña es “informativa”: facilitar que la gente sepa cómo empadronarse, que conozca sus derechos, lo que implica y que es “deseable” social y políticamente que las personas se empadronen donde viven. Además, señalan esas fuentes, aunque en el vídeo solo aparecen estudiantes, la campaña está destinada también a la población joven en general y también a migrantes.

Sin embargo, a nadie se le escapa que ese segmento es un tradicional granero de votos de la izquierda y que generalmente la desmovilización electoral perjudica más al bloque progresista que a la derecha (si bien las últimas autonómicas en Madrid cuestionan esta teoría). Por ello, en la propia web de la campaña, Más Madrid hace referencia a lo que hay “en juego” en las próximas elecciones. “Es posible desterrar a [la presidenta madrileña, Isabel Díaz] Ayuso de la Puerta del Sol y a los nefastos alcaldes que llevan años abandonando nuestros pueblos, y cada voto cuenta”, explican. 

Desde el otro lado, las cosas se ven de forma diferente. “Nos sienta muy mal. Por la ley de régimen local las ciudades grandes están sobrefinanciadas. Es una llamada absolutamente absurda e interesada. Parece que quieren que cerremos los pueblos y nos vayamos a Madrid”, protesta Ángel Ceña, secretario general de Soria ¡YA! y procurador por ese partido en las Cortes de Castilla y León. “¿Quieren que un chaval de 18 años que se va tres años a estudiar se tenga que censar allí? Me parece de un egoísmo brutal”, insiste. 

Ignacio Urquizu es alcalde de Alcañiz, una localidad turolense de 16.029 habitantes enclavada en lo que ya todo el mundo conoce como la España vaciada. “Nosotros somos afectados por esto porque somos exportadores de estudiantes; tenemos el instituto más grande de Aragón y todos los años pueden salir 300 o 400 chavales”, explica este regidor socialista en conversación con elDiario.es. “Cuantos más habitantes tenemos, más financiación recibimos del Estado. Si nos quitan esos habitantes, lo tenemos más complicado porque prestar servicios aquí no es nada sencillo. No tenemos industria ni mucho tejido económico”, reflexiona. 

Ceña indica además que en función de ese número de habitantes las localidades empiezan a prestar servicios determinados, según la normativa de régimen local. Una ciudad de más de 5.000, como Burgo de Osma, está obligada a dar servicios de asistencia social, por ejemplo; una de más de 20.000 tiene que tener una oficina de información al consumidor, repasa. “Dicen una cosa y hacen otra, porque afirman que van a respetar la España vaciada y luego promueven ideas que acentúan la despoblación”, incide. 

La pérdida del arraigo

El sociólogo Sergio Andrés Cabello, autor del libro La España en la que nunca pasa nada. Periferias, territorios intermedios y ciudades medias y pequeñas, entiende que esta pugna es “compleja” y con argumentos para ambos lados. “Tienen razones los que dicen: ‘Empadrónate para votar en el ámbito donde se toman las decisiones que te afectan en el día a día’; pero también entiendes que se trata de una vinculación basada en el concepto del arraigo”, expone. 

Uno de los principales problemas para abordar el asunto, dice, es la ausencia de datos sobre las razones por las que la población no se empadrona en la ciudad donde vive. “Si eres estudiante igual no te empadronas porque no tienes intención de quedarte; otra gente tiene ventajas para seguir empadronada en el lugar de origen, ayudas y demás; y otra parte no lo hace por simple dejadez, porque le da igual o no se para a pensarlo”, apunta, para descartar que esa decisión se tome, en la gran mayoría de los casos, pensando en el voto. 

Andrés ha estudiado durante los últimos años los flujos migratorios de la población rural hacia el entorno urbano y entiende la importancia que esas bolsas pueden tener en las ciudades. “Ha habido un incremento no solo de estudiantes sino de trabajadores cualificados y no cualificados, con Madrid y las ciudades costeras como principales receptores, en forma de dominó: gente que va de los pueblos a ciudades medias y de ciudades medias a grandes”. En todo su análisis planea un concepto esencial para entender esos movimientos y también la vinculación que mantiene o no la persona que se marcha: el arraigo. 

Precisamente por eso, Urquizu, que además de alcalde es profesor de Sociología, se muestra especialmente molesto con la campaña de Más Madrid. “A nosotros nos ayuda la gente que se identifica con nosotros, que participa en las fiestas, que sigue vinculada. Si ellos siguen empadronados y arraigados es más fácil inculcarles la idea de que vuelvan finalmente”, argumenta, al tiempo que llama la atención sobre otro factor. “Si uno reflexiona sobre los censos en la España interior, estas cosas te muestran que no son ciertos y revelan que los problemas de despoblación son incluso peores de lo que se dice. Quizá esto sirve para que, si se profundizan medidas como esta, seamos conscientes de que el problema es más grave”, sugiere.

José Pablo Ferrándiz, doctor en Sociología y director de Opinión Pública y Estudios Políticos en la consultora Ipsos, ve con buenos ojos sin embargo la campaña por su carácter de “concienciación” sobre el cumplimiento de ley y de fomento de la participación electoral en un sector profundamente desmovilizado en términos políticos. 

“Incluirlos dentro del sistema democrático es positivo; trasladarles la idea de que es bueno transmitir sus demandas a través de la participación política”, explica, aunque opone que, sacando esta cuestión y el componente legal, es comprensible la reacción de la España vaciada porque puede generar que los jóvenes “entiendan o piensen que se tienen que marchar para poder trabajar y por eso tienen que empadronarse en esos sitios”. “Es una cuestión mucho menos electoral y más profunda del drama que están sufriendo. El que haya menos gente es menos recursos y que haya menos recursos es menos gente, una espiral perversa”, dice.  

¿Un voto de izquierda?

“¡A lo mejor piensan que les van a votar a ellos!”, dice Ceña, de Soria ¡YA!. La tradición (o el prejuicio) del análisis electoral sugiere que la izquierda suele sacar más votos entre la población más joven, pero en las últimas autonómicas madrileñas, las celebradas en 2021, que acercaron a Ayuso a la mayoría absoluta, fue la derecha la que se impuso en los sectores de menor edad. No era la primera vez que ocurría en Madrid: en las autonómicas de una década antes ese giro ya se había producido. En el 10% de personas de entre 20 y 40 años, la derecha obtuvo hace dos años un 52,8% de los votos, frente al 46,5% de la izquierda. Por partidos, los datos del CIS muestran que el PP se hizo con el 30% de los votos entre las personas de 25 a 34 años por el 20% de Más Madrid. 

A esa ecuación hay que sumar el componente rural. “Responde al conjunto de la sociedad, hay mucha diversidad desde el punto de vista ideológico. Ese modelo en el que la gente antes salía porque las sociedades rurales eran más constreñidas está muy superado”, explica Andrés Cabello, que contrasta esos perfiles que quieren salir y tienen una mentalidad más abierta a priori con la bolsa de gente que sale porque se lo puede permitir, toda vez que el coste de estudiar en una ciudad como Madrid es elevado.

Ferrándiz apunta algo más: la bolsa de votantes es mínima. “Los jóvenes son los que menos votan, los que menos peso tienen en la pirámide de población y además el voto está distribuido. Desde el punto de vista electoral, decantar el gobierno de una comunidad parece difícil, no lo veo”, explica, para incidir en que el beneficio para un partido de una campaña así pasa mucho más por el hecho de posicionarse como una formación que da valor a la implicación en la cultura democrática. 

Si se piensa, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, la barrera para entrar en el reparto de escaños es del 5%, es decir, dependiendo de la participación, entre 160.000 y 190.000 votos, y a partir de ahí, 25.000 votos para sumar un diputado. “Para que tuviera algo de incidencia electoral, tendrían que empadronarse todos, votar todos y todos votar a ese partido”, subraya. “Si miramos el último CIS postelectoral, que coincide con las encuestas de Ipsos, el voto joven en las últimas autonómicas se distribuyó entre el PP y Más Madrid. Si entran nuevos jóvenes procedentes de entornos rurales probablemente haya una distribución política parecida”, repasa.

stats