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La pasividad de Rajoy hace que el PP entre en ebullición

El presidente del Gobierno, durante una sesión del Senado.

Luz Sanchis

La pasividad de Mariano Rajoy en la respuesta ante los malos resultados del 24M ha conseguido poner de los nervios a su partido y a su Gobierno. Si su negativa del lunes a hacer cambios provocó que se desataran las críticas y los primeros anuncios de renuncia de sus barones, que dos días después dejara la puerta abierta a hacerlos solo ha logrado que los suyos entren en ebullición.

Desde algunos sectores se pide la cabeza de María Dolores de Cospedal, y desde Génova se señala que los cambios son necesarios también en el Ejecutivo. A ello hay que sumar los rumores sobre una inminente crisis de gobierno a raíz de la marcha de José Ignacio Wert a la embajada ante la OCDE, donde también trabajará su futura esposa.

Dado el secretismo que caracteriza al presidente, las especulaciones, los dardos y las filtraciones han encontrado el campo perfecto. Rajoy ya avanzó el miércoles que su filosofía es que los cambios, “sean en el partido o en el Gobierno, se anuncian una vez que se han producido”. Los bandos enfrentados dentro de los conservadores no han perdido el tiempo en lanzarse ataques más o menos velados.

El principal cambio en la estructura del PP sería sustituir a su secretaria general, aunque en Génova esperan que ese movimiento se produzca después de las elecciones generales, cuando se celebre el congreso interno previsto para enero. Algunos dirigentes del PP se inclinan por una modernización de la estructura del PP y una multiplicación de caras. El nombre de Pablo Casado, portavoz de la pasada campaña electoral, es uno de los más repetidos. A su facilidad de comunicación se une su juventud, y si hay una imagen urgente que el PP desea transmitir es la de la renovación generacional.

Así, mientras entre el partido se busca un “banquillo que multiplique las portavocías en Génova, Cospedal ha dejado claro a su partido en Castilla-La Mancha que desde allí ”y desde la secretaría general ayudará a ganar las generales“. Por el momento, ha decidido presentar su candidatura a la investidura como presidenta de la región y su entorno no espera un movimiento brusco de Rajoy con ella.

Quien más enfrentamiento mantiene con ella, descontado Javier Arenas, es la número dos de Rajoy. De hecho, este jueves se ha producido una escena inédita que da cuenta de hasta dónde ha llegado el guirigay interno, la de Soraya Sáenz de Santamaría declarando ante cámaras y micrófonos de los periodistas que Cospedal “no encontrará una sola crítica” que parta de ella porque sabe que el puesto de secretaria general conlleva una tarea “ingrata y dura”. En realidad, la aclaración sobraba, dado que los enfrentamientos entre ambas son velados y nunca directos ni en público.

La inminente marcha del ministro de Cultura como embajador ante la OCDE inclina a pensar que los cambios en el partido irán acompañados también de un ajuste en el Gobierno o una crisis más amplia. La sustitución de Wert a pocos meses de las elecciones deja abierta la posibilidad de que otros ministros dejen su puesto y el jefe del Ejecutivo aproveche para renovar a parte de su gabinete. Es el caso de Luis de Guindos, candidato a presidir el Eurogrupo, que no está en manos de Rajoy.

El enfrentamiento entre Juan Vicente Herrera, presidente en funciones de Castilla y León, con el titular de Industria a cuenta de la minería del carbón también ha producido una pelea a cara de perro ante la prensa. Herrera, un barón que aún juega al despiste sobre si abandona o se mantiene en el cargo para controlar su sucesión, llamó el martes “prepotente” a José Manuel Soria. La respuesta del ministro no se quedó atrás, ya que apuntó a que en Soria el PP también ha perdido votos “y allí no hay carbón”. Este jueves, el portavoz de la Junta se despachaba aún con más dureza. José Antonio de Santiago ha acusado al ministro de haber hecho méritos “para dimitir o ser cesado” y de ser “arrogante y soberbio”.

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