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Del “Pedrito” al “que se vaya Sánchez”: la jornada electoral en un barrio rico y otro pobre

Un grupo de monjas en el colegio electoral ejerciendo el derecho al voto.

María Zuil

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Minutos después de que abran las urnas, un grupo de monjas de distintas edades se acerca al centro Nuestra Señora del Pilar, en el barrio de Salamanca de Madrid. Van a ejercer su derecho a votar en este colegio privado, donde la leyenda en latín ‘Maria Duce Religione et Patriae’ da la bienvenida a todos los que se acercan este domingo de elecciones. “Espero que la familia se consolide, que tengan hijos y que el matrimonio sea para siempre. Y para mí el partido que mejor ejemplifica eso es el PP”, cuenta la religiosa Ángeles. “Que España sea una y libre”, añade justo antes de emprender la vuelta al convento.

A escasos 7 kilómetros de allí, un cartel con manos de mujeres pintadas el 8-M es lo que recibe a votantes como Yolanda en el Centro de Día de Entrevías. “Todo lo que hemos adelantado, sobre todo las mujeres, lo podemos perder. Si gana la derecha solo va a mirar por su bienestar y a la gente trabajadora no les va a ayudar nadie”, explica esta votante de Sumar. 

Al colegio Nuestra Señora del Pilar y al Centro de Día de Entrevías les separan siete kilómetros, 16 minutos en coche y 35 en transporte público. Uno se encuentra dentro de la M-30, hacia el centro de la ciudad, cerca de la milla de oro y del parque del Retiro. El otro se aleja de la principal carretera de Madrid por el extrarradio sudoeste, pasado el Puente de Vallecas.

Pero, además de la distancia, a los barrios donde se encuentran estos dos centros electorales les separan muchas más cosas. En el primero, Recoletos, en el distrito de Salamanca, la renta media por hogar es de 79.782 euros anuales, tres veces más ingresos que en Entrevías, en Puente de Vallecas, donde ingresan 25.324 euros al año, según datos del informe Urban Audit de 2020.

Son cifras que se traducen en dos tipos de ciudadanos muy distintos, cuyas diferencias se colarán también hoy en las urnas. Visitamos dos centros electorales en estos dos extremos socioeconómicos para ver cómo se vive la jornada en cada uno de ellos.

Del “echar a Sánchez” al “Pedrito”

Echar a Pedro Sánchez es el motivo que más se repite entre los votantes para acudir a las urnas en la zona adinerada de la capital. “Cualquier persona menos Sánchez”, dice Álvaro que prefiere no confesar a qué partido ha elegido. “Primero he votado por la economía, segundo, por el orden. Me preocupa la justicia y España”, añade a su lado Isabel, que tampoco quiere contar qué opción ha elegido.

En Recoletos, donde se encuentra el colegio de Nuestra Señora del Pilar, el PP se llevó uno de cada dos votos (52,2%) en los últimos comicios de 2019, mientras que Vox recopiló uno de cada cuatro (24%). La simpatía en la zona es palpable también en los carteles que cuelgan de las principales avenidas, todos con la cara de Feijoo o de Abascal.

Por eso Luz y José Antonio se sienten una ‘rara avis’ entre sus vecinos. Se consideran socialistas en una zona donde “todo el mundo es del PP”. “Hay un chiste que dice: ¿es el Partido Comunista? Bórrenme, que me acaba de tocar la lotería. Y eso es lo que ocurre aquí, que hay mucho dinero”, explican.

Entre los más madrugadores hay quienes se marchan rápido para ir a misa, o para irse cuanto antes de viaje. Juan es uno de ellos: “Creo que hace falta un cambio radical, y PP y PSOE, aunque tiene cosas que me gustan, están ya un poco rancios. Hace falta un cambio, sangre nueva, por eso me he decantado por Vox”. Según el último barómetro electoral del CIS, el trasvase de votos en la derecha será mayor en estas elecciones de Vox al PP que viceversa. El de Feijoo es el también el partido que más votantes de Ciudadanos arrastrará.

En Salamanca, las palabras unidad, orden o familia son las que más se repiten entre estos votantes, mientras que en la zona obrera las preocupaciones tienen más que ver con la educación, la sanidad o la inclusión de personas migrantes.

“Me da igual quien gane mientras no gane la derecha, para que en barrios como este no deporten a gente que vienen de otros países buscando una vida mejor. Son vecinos de toda la vida y han hecho que el barrio sea mejor”, dice Elías, que tras depositar su papeleta en Entrevías se va directo a trabajar en una tienda de zapatillas. En Recoletos, la mayoría de las personas migrantes son italianas o venezolanas, mientras que en el barrio del sudoeste los extranjeros son sobre todo de Rumanía o China.

Como suele ocurrir, Entrevías se tiñó de rojo en las elecciones de 2019, con un 42,1% de los votos al PSOE, seguido de Unidas Podemos, con un 21,9%. Está por ver si el partido de Yolanda Díaz conseguirá superar esa cifra en esta ocasión y aglutinar el voto a la izquierda del PSOE. Desde luego, aquí es más fácil encontrar votantes de Sumar, aunque también hay algún despistado que no ha oído hablar del partido. “Voto por votar. A Suma ni lo conozco, lo de Yolanda sí lo he oído, pero es que a mí siempre me han gustado los socialistas y sobre todo mi Pedrito”, confiesa Carmen, que está en paro.

El perfil mayoritario del votante de Sumar es joven (menor de 34 años), con estudios superiores universitarios, con situación económica acomodada, con trabajo y autodefinido como de izquierdas. “Soy de barrio obrero así que no puedo votar a la derecha. Y socialista nunca he sido, así que voy a votar a Sumar”, cuenta Mayka.

No solo el nivel de renta, también su origen es muy distinto entre las dos muestras electorales de este reportaje. En el ‘barrio rico’, un 32% viven de fuentes distintas al salario, las prestaciones o las pensiones, fuente que supone solo el 4% en el ‘pobre’. Aquí, un 58% de su dinero proviene de los sueldos, seis puntos más que en Recoletos, según datos del Ayuntamiento de Madrid de 2022. También en el paro se dibuja una gruesa frontera: en Recoletos, siete personas de cada centenar no tiene trabajo, mientras que en Entrevías esta cifra es más del doble, 17 de cada cien en febrero de 2022.

Las zonas con menores ingresos suelen caracterizarse por una abstención más baja, una tendencia que se confirmó en estos dos casos el 28 de mayo. Mientras en el barrio del distrito de Salamanca rondó el 80%, en el de Vallecas osciló entre el 50% y el 60%, según la sección censal. Hoy es difícil encontrar a alguien que no vaya a votar, aunque una vecina que observa el trasiego electoral tras las rejas verdes de su ventana confiesa no estar interesada en votar porque “son todos iguales”. “Mucho prometer, hasta meter”.

Es más fácil encontrar votantes de derechas en Entrevías que de izquierdas en Salamanca, y les guía, sobre todo, el descontento. “Voté a Sánchez pero me ha fallado, así que votaré al PP”, confiesa Manuel. “Para mí la mejor opción es PP sobre todo a nivel de impuestos, aunque Vox también tiene cosas que me gustan. Creo que con ellos me retendrán menos IRPF y bajará la deuda”, cuenta Carlos.

Los jóvenes, decisivos

La papeleta de los jóvenes que votan por primera vez, cerca de 1,6 millones (sobre todo en Andalucía, Cataluña, Madrid y la Comunitat Valenciana), puede ser decisiva en la suma de bloques. Y según el CIS, se decantan más por la derecha de Feijoo y Abascal que por la opción que ofrece la izquierda de Sánchez y Díaz, aunque por partidos la cosa no está tan clara: PSOE es el favorito con un 25,8% de los votos, seguido de PP (15,8%), Vox (12,4) y, por último, Sumar (9,8%).

Willy, de 19 años, es una aguja en un pajar. Él ha votado a Yolanda Díaz en el barrio de Salamanca. “No me gusta ningún partido, no estoy de acuerdo con el parlamentarismo liberal, pero dentro de eso con la socialdemocracia pueden conseguirse cosas”, segura. “Yo he votado a Vox”, comparte Sumie, otra vecina de la zona de 19 años, “no estoy muy metida en política, pero lo que he estado viendo estos días, los principios que ellos tienen me han gustado y he querido darles una oportunidad, sobre todo que están a favor de la familia y de la unidad de España”.

A Thiago, de Vallecas, le gusta “Pedrito”. Trabaja a media jornada y a sus 18 años es su primera vez en unas elecciones. “Creo que ha ayudado a los jóvenes, y aunque le haya pillado la pandemia y la guerra creo que lo ha hecho bien. Además, en mi casa somos de izquierdas y yo también, porque soy de un barrio obrero”.

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