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Los socios de Sánchez presionan para lograr una composición plural de la Mesa del Congreso

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, conversa con el portavoz del PSOE, Patxi López, en presencia del exportavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique.

Alberto Ortiz / Arturo Puente

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El PSOE se acerca a la primera prueba importante para la investidura de Pedro Sánchez. El 17 de agosto los diputados salidos de las urnas el 23J votarán a un nuevo presidente del Congreso. Será la primera vez en la que los socialistas podrán calibrar sus apoyos en el nuevo parlamento y comprobar si tienen el favor de Junts y Esquerra Republicana, claves para la viabilidad de un nuevo Gobierno de coalición. Todos esos socios, incluido Sumar, ya están hablando con el PSOE para tratar de armar una Mesa plural, que incorpore a partidos nacionalistas o independentistas a cambio de sus votos. 

La votación de la próxima semana es capital tanto para los socialistas como para la coalición que lidera Yolanda Díaz en sus opciones para reeditar el Gobierno de coalición progresista. La presidencia del Congreso es la tercera institución del Estado, pero sobre todo es la figura responsable de ordenar los debates de esa cámara, el principal catalizador de la política nacional. Más allá de la importancia política e institucional que representa el cargo, la votación permitirá una primera aproximación de los apoyos parlamentarios con los que realmente cuenta Pedro Sánchez, en lo que será una suerte de primera vuelta de la eventual investidura. 

El jueves de la semana que viene los diputados votarán en primer lugar la presidencia. Es una votación secreta: los parlamentarios depositan un nombre en una papeleta que colocan en una urna por orden alfabético. Para conseguir el puesto, tal y como establece el reglamento, el candidato debe conseguir una mayoría absoluta de la Cámara (176 apoyos). Si nadie logra esos apoyos, se celebrará una segunda votación entre los dos diputados con más votos: será elegido presidente el que reúna mayores apoyos. 

Después los diputados deben elegir las cuatro vicepresidencias en una sola votación en la que quedarán elegidos por orden los nombres que más votos consigan. Es el mismo método que se usará después para las cuatro secretarías. “Si se produjera un empate, se celebrarán sucesivas votaciones entre los candidatos igualados en votos hasta que quede dirimido”, establece el reglamento del Congreso. 

Conversaciones en marcha

Todas las votaciones están encadenadas porque, en un escenario en el que ni el PP ni el PSOE tienen fuerza suficiente para ganar este proceso con sus propios diputados, son claves los apoyos de otras formaciones políticas para atar los síes suficientes; y es ahí donde cobran importancia las conversaciones que ya están en marcha entre las diferentes fuerzas y las posibles opciones para que diferentes partidos accedan a uno de los nueve puestos de la futura Mesa.

Con el resultado de las elecciones, el PSOE necesita para conseguir la presidencia el voto afirmativo de todos los posibles socios, incluido Junts, que durante la legislatura pasada se opuso tanto a la investidura como a las principales leyes del Gobierno. Con los votos propios, los de Sumar, el PNV, ERC, EH Bildu, el BNG y los de los posconvergentes, sumarían 178, dos por encima de la mayoría absoluta. 

Según las fuentes consultadas, el bloque de la derecha tiene posibilidades de llegar a obtener 4 de los 9 puestos, mientras el bloque progresista se quedaría con uno más. En la legislatura pasada, los socialistas se garantizaron la presidencia, la vicepresidencia primera y la secretaría segunda, mientras que Unidas Podemos se quedó con una vicepresidencia y dos secretarías. El PP se quedó con dos puestos y Vox obtuvo una vicepresidencia, gracias a unas complejas negociaciones de la izquierda con el resto de fuerzas, incluidas las minoritarias, para arrebatar un puesto a la extrema derecha. 

Pero para lograr un balance a favor, las opciones sobre la mesa de negociación son variopintas, incluida la posibilidad de que los socialistas renunciaran a la presidencia en favor de un nombre de otro partido, un escenario que han planteado algunos partidos que integran Sumar, por ejemplo, pero que parece la menos viable de las que se barajan. 

Incorporar al PNV, ERC, EH Bildu o Junts

En lo que sí coinciden la mayoría de los partidos consultados es en la idoneidad de que el acuerdo contemple una Mesa del Congreso más plural que en la pasada legislatura, con la entrada en alguna secretaría o vicepresidencia de una fuerza nacionalista, como el PNV, o independentista, como ERC, Junts o EH Bildu. 

De esas fuerzas independentistas, los republicanos son los que más claramente han mostrado su preferencia por una mesa que refleje la pluralidad de la coalición que se está forjando en torno a la posible investidura de Sánchez. “Estamos haciendo presión pero por el momento no hay nada más”, resume una fuente de ese partido, que opina que tendría sentido que la presidencia no recayese en el PSOE sino en alguna de las otras fuerzas de izquierdas o soberanistas.

Los republicanos, pese a todo, evitan postularse a sí mismos, y tampoco ofrecerán su apoyo a nadie que no lo pida. En las mismas está EH Bildu, que entiende además que una cosa es permitir que algún miembro de fuerzas independentistas o nacionalistas entre en el órgano rector de la Cámara y otra muy diferente que pueda tener la presidencia, que según calculan los soberanistas vascos volverá a ser del PSOE.

Junts, que ha ganado relevancia por su papel necesario para la investidura de Sánchez, se mantiene en el silencio más críptico, sin querer revelar si tiene conversaciones abiertas con otros grupos o cuáles son sus preferencias para la Mesa. Con todo, su dura posición de partida y su rechazo a negociar sobre cuestiones diferentes a las centrales del procés les convierte en un grupo poco interesado en estar en la Mesa. El PNV es el partido que, a priori, podría tener más interés en conseguir un puesto de la Mesa, más allá de PSOE, PP, Vox y Sumar. 

Algunos partidos que integran la coalición que lidera Yolanda Díaz han planteado directamente que el PSOE ceda la presidencia a alguna de estas fuerzas. Lo hizo esta semana Podemos; el lunes el portavoz de IU en el Congreso, Enrique Santiago, se mostró abierto a abordar ese debate dentro de las negociaciones; y este martes el líder de Compromís, Joan Baldoví, ha apuntado que ese cargo no tiene “por qué ser sí o sí” para el PSOE, lo podría asumir cualquier otro partido, lo que “reflejaría la pluralidad de los resultados que se dieron hace unos días”.

Desde el entorno de la vicepresidenta segunda en funciones no quieren entrar en muchos detalles sobre la negociación pero sí defienden que, más allá del debate sobre la presidencia, lo que van a defender es su presencia dentro de la Mesa. “Si hay un acuerdo de Gobierno, el socio de Gobierno tiene que estar en la Mesa”, sostienen fuentes de la coalición. 

Tampoco en el entorno socialista entran a valorar estos escenarios y apelan al silencio en el que se están desarrollando las conversaciones. Este martes, la actual presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ha anunciado que no aspirará a repetir en el cargo, lo que ha multiplicado las especulaciones sobre lo que puede pasar la próxima semana. Fuentes del partido han trasladado no obstante que la dirigente está “convencida” de que se podrá articular una mayoría progresista en la Mesa “presidida por una candidata o candidato socialista”. 

Los socialistas ya empezaron la semana pasada a explorar otras opciones para tratar de acercar a ERC y a Junts al sí en esta primera votación. En el PSOE se plantean facilitar que ambas fuerzas tengan grupo propio aunque no cuentan formalmente con los requisitos necesarios que marca el reglamento. 

Pero nada está garantizado y nadie descarta que esas fuerzas puedan dar un primer aviso a Sánchez con la vista puesta en endurecer sus condiciones para la investidura. Basta con una abstención de una de las dos fuerzas para que el partido de Alberto Núñez Feijóo se haga con la presidencia de la Mesa. Los 137 diputados del PP ni siquiera necesitan a Vox para garantizarse dos secretarías y dos vicepresidencias, con lo que la votación de la semana que viene se presenta más incierta que nunca. 

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