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Yolanda Díaz se da un año para combatir la desafección en la izquierda: “Si queréis, yo me sumo”

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante el primer acto de Sumar.

Iñigo Aduriz

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Sin haber decidido aún si se presentará a las próximas elecciones generales, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, entró esta semana de lleno en una suerte de precampaña para los comicios previstos para finales de 2023. Este viernes inició en Madrid la andadura de Sumar, el proceso de escucha a la ciudadanía que le llevará los próximos seis meses a recorrer toda España en distintos actos con colectivos sociales con los que busca configurar su proyecto político. Lo hizo en un acto multitudinario con la asistencia de más de 5.000 personas, y sin líderes de los partidos que la apoyan –los que forman Unidas Podemos y Más País–, tal y como quería ella, para dar el protagonismo a los ciudadanos.

Cuando termine esa escucha, Díaz decidirá si da el paso y concurre como candidata a la Presidencia del Gobierno representando al espacio político a la izquierda del PSOE. El plazo para configurar su proyecto es de un año. En 2023, los distintos grupos de trabajo de 'Sumar' que estarán compuestos por representantes de la sociedad civil, presentarán una propuesta de “nuevo contrato social” que pretende configurar cómo será España en la próxima década.

“Tenemos más de un año para pensar en el país que queremos”, resumió Díaz, ante las más de 5.000 personas que le arroparon en el primer acto del proceso de escucha que se centró en dar la palabra a representantes del ecologismo, el feminismo, el sindicalismo y representantes del colectivo de inmigrantes, de mujeres limpiadoras y del ámbito de la educación pública y la sanidad, con la mirada puesta en la salud mental.

Después tomó la palabra la vicepresidenta y, según explicaron después desde su entorno, será la última vez que lo haga en un acto de 'Sumar' porque, según insiste, quiere “escuchar”. Díaz quiso dejar claro, también este viernes, que en ese “movimiento ciudadano” ella es “una pieza más”. “Si vosotros queréis yo me sumo, pero el protagonismo es ciudadano”, remarcó, para concluir: “Si no nos resignamos, la próxima década es nuestra”. 

Díaz va a recorrer el país “para conversar con toda la ciudadanía” en dos tipos de actos: sectoriales y generales, “donde la ciudadanía en toda su diversidad” pueda participar en 'Sumar'. Se crearán distintos equipos de profesionales y representantes de la ciudadanía y serán esos grupos los que elaborarán una propuesta de “contrato social” para la próxima década, que se presentará en 2023. 

El reto de “ensanchar la democracia”

La también ministra de Trabajo dijo querer “ensanchar la democracia” para que esta afecte también a la economía en un “momento clave” para el país. Hace 43 años que recuperamos la democracia y fue muy importante. El reto actual es ensanchar la democracia, porque queremos una democracia mejor, que llegue a los hogares, a las escuelas, a los centros de día, a los centros de mayores y que también sea una democracia económica en un momento clave de nuestro país. La democracia tiene que llegar a los impuestos“, relató, entre gritos de ”presidenta, presidenta“.

“Impulsamos un movimiento ciudadano, desde la sociedad, en el que el protagonismo es vuestro, no nuestro. Vosotros vais a sumar. No va de partidos, no va de siglas, va de inteligencias colectivas, de pensar un país mejor”, agregó. También dijo que su proyecto no va de “ruido”, ni del “pasado”, en el que a su juicio están inmersas las derechas.

Pero, sobre todo, el intento de Díaz es poner fin a la desafección del electorado de izquierdas. “No hay desafección que valga”, dijo. “Caminemos juntas, sumemos para decidir que el futuro lo decidimos nosotras”, añadió, entre aplausos. “Sé que estáis hartas de ruido, del enfrentamiento por el enfrentamiento, del no por el no, de votar contra la reforma laboral que está ayudando a tanta gente. Sé que estáis cansadas”, insistió. Y, en esa línea, remarcó que “la política es escuchar, escuchar y escuchar”, pero también “dialogar, dialogar, y dialogar” y “tender la mano”. “Y después de escuchar y dialogar llegar a acuerdos para cambiar la vida de la gente porque para eso vale la política”, prosiguió.

Incorporar peso político

Antes del acto de este viernes, Díaz había aprovechado la semana para intentar ganar peso político e ideológico tanto dentro del Gobierno de coalición como al frente de Unidas Podemos. El lunes la vicepresidenta segunda se enfrentó al PSOE por el incremento del gasto militar y por los problemas de comunicación en el seno de la coalición. A primera hora, la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, había arremetido en una reunión interna del partido contra el pretendido incremento del gasto militar al que Sánchez se comprometió durante la cumbre de la OTAN de la semana pasada. El país, dijo, no necesita “duplicar el gasto militar”, que a su juicio ya están en niveles “récord”, porque “España no está en guerra”.

“Yo le diré a la señora Belarra que le pregunte a la vicepresidenta Yolanda Díaz a ver si ella dice en Ferrol que se dejen de construir ahí las fragatas F-110 que están creando muchos puestos de trabajo”. Con estas palabras reaccionó, minutos después, la ministra de Defensa, Margarita Robles, en respuesta a Belarra pero haciendo una alusión directa a la vicepresidenta segunda. Y esta última, que a lo largo de toda la legislatura había evitado entrar en el cuerpo a cuerpo con ningún otro miembro del Ejecutivo, esta vez sí decidió responderle, haciendo mención directa al crédito de 1.000 millones de euros para Defensa que aprueba el Gobierno. “El acuerdo que se quiere plantear (...) nada tiene que ver, y bien que lo siento, con la carga de trabajo de mi comarca, de Ferrol, ni de Cádiz”, aseguró Díaz a última hora del lunes, al ser preguntada por la prensa.

Díaz también criticó que ese suplemento de crédito para Defensa se haya llevado a cabo sin pactar con Unidas Podemos, sobre todo porque “toca una materia sensible como es la defensa del país”, precisó. En su opinión este tipo de decisiones “deben tomarse de forma adecuada, con respeto a los aliados y con respeto democrático a las Cortes Generales, porque también las fuerzas de la oposición tienen derecho a saber qué se está haciendo”.

Ante ese choque con el socio mayoritario, el martes, Díaz también quiso marcar perfil propio solicitando “la convocatoria urgente de la comisión de seguimiento de la coalición” para abordar los choques con el PSOE por el aumento del gasto militar comprometido por el presidente, Pedro Sánchez, o acerca de las medidas que se deben aprobar para hacer frente a la creciente inflación. Díaz considera que ambos asuntos se deben abordar “con serenidad”, pero también dijo que los debates sobre nuevas iniciativas se deben dar “en el seno de coalición y con el resto de fuerzas políticas”. Por el momento la comisión de seguimiento no tiene fecha, aunque la parte socialista, que la ha enmarcado dentro de la “normalidad”, ha afirmado que se convocará próximamente.

“No hago otra cosa más que coser esta coalición. Pero para que la coalición siga transformando el país, merece que hagamos un alto en el camino y tengamos el debate que como país merecemos”, afirmó Díaz el martes. Ella aseguró tener “todo el cariño a la coalición” pero advirtió a su socio, el PSOE, que “como en el derecho las formas son importantes”. “Ni la vicepresidenta segunda ni Unidas Podemos ni el Parlamento deben enterarse por ustedes”, les dijo a los periodistas, en alusión a la falta de comunicación por parte del ala socialista del crédito de 1.000 millones para Defensa.

El miércoles, la vicepresidenta quiso bajar el tono de crítica a su socio de gobierno. “Para dar un mensaje de tranquilidad a mi país sé que desde el cuidado que profeso a una coalición que quiero, el presidente [Pedro Sánchez] y yo misma vamos a buscar todas las fórmulas imaginativas para alcanzar un acuerdo no solo acerca del presupuesto de Defensa sino en lo que a mí me interesa más: que las gentes de mi país no sufran”, dijo, en una rueda de prensa en Roma, a donde viajó para reunirse con el Gobierno italiano. “Voy a emplear toda la imaginación y el cariño por mi país y me dejaré la piel por esta negociación. Más coalición que nunca”, insistió, ante las preguntas de la prensa sobre las tensiones de la coalición.

El lunes Díaz participó en un acto junto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para hablar sobre el prestigioso economista Thomas Pikkety y el concepto de “democracia económica”, que acabó siendo una presentación de las grandes líneas del programa económico de la vicepresidenta. “Los poderes oligárquicos socavan la democracia”, afirmó Díaz, que miró al pasado, a la génesis de la Constitución, y su promesa de acceso de los trabajadores a los medios de producción. “Hay que introducir la democracia en el mundo de las empresas y el trabajo”.

Díaz realizó una intervención trufada de interrogaciones retóricas a cuenta del IBEX, la gran banca y las empresas energéticas. “¿Es democrático lo que estamos viviendo en nuestro país?”, inquirió, citando el contraste entre las dificultades de la clase media para llenar la cesta de la compra y los “64.021 millones de beneficio de las empresas cotizadas”. A su juicio, “es imprescindible que la parte social forme parte del núcleo donde se toman las decisiones” empresariales, en un modelo por definir pero que no será el de la cogestión alemana, “que es del 76”, ni el de Piketty, y que entronca con el artículo 129.2 de la Constitución, que habla de facilitar “el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”. Si los trabajadores tuviesen voz y voto en las decisiones empresariales, las deslocalizaciones industriales masivas quizás no habrían sido tales, defendió.

La “nueva democracia económica” que propone Díaz aboga por un Estado con un papel activo; unos trabajadores implicados en el devenir empresarial; un análisis del “tiempo”, en el sentido de ocio y descanso, pero también como acicate de la productividad; una respuesta a la crisis climática en la que no se puede “dar la espalda a los trabajadores” sin el riesgo de una explosión del voto a la extrema derecha y una Europa que debe olvidarse definitivamente de la austeridad: “La mejor manera de amarla es cambiarla”, defendió.

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